—Enzo ¿celoso? —Lissa me mira sorprendida—Le dijiste que te trajo un delicioso postre —Cállate—la miro de mala manera. Lissa tenía que hacer algunas cosas y decidió pasar a visitarme, así que le conté el par de incidentes. Era viernes y los chicos se habían ido a preparar para la inauguración del restaurante que sería esta noche —¿Que? —Dice con fingida inocencia—Cristal los alabo toda la semana—resoplo. Miro alrededor de la tienda y veo a Ilyana —Tu hija va acabar con mi negocio—digo apuntando a Ilyana que tiene una figura de cristal en sus manos —¡No! —Grita mi amiga corriendo hasta ella y quitándoselo de las manos —¿No toca? —Pregunta con su carita de querubín —No mi amor. No se toca—la toma en brazos y llega hasta mi —Porque nos las invito a tomar un helado —digo y nos ganamo