Dos meses después —No. No. Esas no van cariño—digo a Enzo que me fulmina con la mirada. Estamos en nuestra sala en pijama armando el Belén para noche buena. Como es costumbre todos los ocho e diciembre es el día de decorar la casa para el día de navidad. Este es nuestro tercer año haciéndolo y aun mi esposo no sabe cómo me gustan las luces en el Belén. —A ver amore—dice con paciencia que claramente no tiene—así se ve mejor, pero tu insiste en que no—me dice poniendo las manos en sus caderas y solo quiero lanzarme encima de su torso desnudo. Concéntrate Thara, me reprendo. —El árbol de la luz se ve mejor con luces blancas—digo refiriéndome al Belén. Él pone los ojos en blanco—Ve por las demás decoraciones y yo me encargo del nacimiento—demando. Este deja las luces en el sofá y se va. Pa