CAPÍTULO VEINTIUNO Gwen estaba en la arena, mientras las olas del mar se estrellaban muy cerca de sus pies—olas enormes, feroces, golpeando sus piernas con la fuerza suficiente para hacerla bambolear. Se quedó allí, perdiendo su equilibrio, mientras observaba el enorme barco zarpar ante ella; Thor estaba en el timón, agitando la mano. Sobre el hombro de Thor estaba Estopheles, quien lo miraba de manera tan siniestra, que hizo congelar la sangre a Gwen. Thor estaba sonriendo, pero mientras ella observaba, vio caer la espada de su cintura y se desplomó en el océano. Curiosamente, él no parecía darse cuenta, seguía sonriendo y agitando la mano, y ella se sintió aterrorizada por él. El mar, tan tranquilo, de repente se volvió agitado, sus aguas cambiaban de un azul cristalino a un n***o c