CAPÍTULO VEINTE
Kendrick se sentó en la Sala de Armas en un banco largo, de madera, junto a docenas de sus compañeros de armas, miembros de Los Plateados. Estudió su espada mientras la afilaba. Estaba desanimado. La muerte de su padre le había dolido más de lo que podía decir. Mientras que estaba vivo, la forma en que el mundo percibía la relación con su padre, le había molestado. MacGil era su verdadero padre. Lo sabía, en el fondo de su corazón. Él lo trató como a un verdadero padre, y para MacGil él era un verdadero hijo. Su verdadero hijo primogénito. Sin embargo, para los ojos de todo el mundo, él era ilegítimo. ¿Por qué? ¿Por qué? Sólo porque su padre eligió a otra mujer para ser su reina.
No era justo. Había aceptado su papel de hijo bastardo y había desempeñado el pape
