Todo lo que quiero escribir es simplemente mi historia, mi favorita, de hecho, la historia de cómo conocí al amor de mi vida y como ha sido lo más hermoso que me ha pasado, pero antes de todo, comenzaré hablándoles un poco sobre mi, su narradora a través de mis capitulos.
Soy Abril y tengo 21 años biológicos, porque la verdad, mi mentalidad, un poco bruta y hormonal concuerda más con la de una adolescente que actúa por impulsos y no se detiene a pensar consecuencias a pesar de que las decisiones y para resumir, la mayor parte del tiempo esas decisiones me traen bastantes problemas.
Mi familia es grande para mi gusto, aunque mis amigos con familias grandes dicen que somos un número perfecto. Básicamente, somos mis padres, mis hermanos Bruno y Nora, y yo. Mis hermanos no son de mucha importancia en este momento y en realidad es raro cuando los son. Ellos y yo no tenemos una muy buena relación que digamos.
Me considero apartada de mi familia, no soy tan dependiente de mis padres emocionalmente como mis hermanos, ellos dos siempre están pegados a mis padres y supongo que está bien, simplemente a mi no me gusta, quizás por el hecho de no pasar tiempo de más con Bruno y Nora. No pasó tanto tiempo en casa y los fines de semana en familia normalmente son lo mas dificil para mi.
Estudio en la facultad de medicina, estoy casi por acabar el tercer año, lo que se hace interesante, ya que todo lo que hago es en un hospital, y solo unas cuantas horas en las aulas aburridas de la universidad.
Durante estos años, entre el hospital y la escuela he aprendido un montón de cosas nuevas, que de vez en cuando hacen que mi ego suba y comience a comportarme como el molesto cliché de los estudiantes en mi carrera: Siempre arrogantes y con un sobre valor propio.
Sin embargo, en la universidad, la mayor parte del tiempo, soy una chica de bajo perfil, que busca perderse entre la masa de alumnos en el salón de clases e intervenir solo si era extremadamente necesario. Soy bastante tímida y reservada.
Por la misma razón, no tengo muchos amigos, probablemente unos cinco y no era como si fueran muy cercanos a mi, solo lo necesario para tener conversaciones interesantes entre clase y clase. Y quizás un par con los que realmente podía pasar un buen rato y hacer bromas.
A decir verdad, soy una persona bastante reservada en cuanto a mi vida, mis amigos saben lo importante, únicamente lo que yo quiero que ellos sepan de mí, nunca más allá de temas de la universidad. Ni siquiera mi familia sabe gran parte de mis ideas o gustos. Siempre tuve esa extraña idea de que mi opinión no importaba demasiado, así que opto por no hablar de más.
En todos los años de mi vida he salido con un par de personas solamente. Nunca me he sentido realmente cómoda con alguien como para establecer una relación seria y hacerla funcionar. Supongo que no he encontrado a alguien que crea que vale la pena para compartir mi tiempo, mis cosas personales y mis ideas.
A pesar de eso, con las personas en el hospital siempre intento ser lo más amable y abierta del mundo, lo que me ha ayudado a ganar el aprecio de ellos, incluyendo de un par de enfermeras, que eso, bueno, era un gran mérito para una simple estudiante.
Y bueno, para comenzar, creo que debo decir que en este año estoy tomando una clase de clínicas quirúrgicas, la impartía el jefe de cirugía del hospital, así que era un hombre bastante ocupado. El primer día de clases, se presentó y mencionó que gran parte del tiempo estaríamos asignados con sus residentes, quienes se encargarían de ayudarnos con dudas, dejarnos entrar a los quirógrafos y a hacernos la vida un poquito mas miserable con tareas y exámenes.
A ninguno de mis compañeros les agrado la idea, ni a mi tampoco, pero no podíamos cambiar de profesor ni hacer nada al respecto así que nos resignamos a lo que nos depararía el semestre y salimos de la sala de clases.
Esa fue la última clase del dia, así que al terminar cada quien se fue a su casa a dormir el último día que podríamos hacerlo antes de estar condenados por los siguientes seis meses.
Al día siguiente en esa materia llegó el profesor con 5 residentes, 3 hombres y 2 mujeres.
- Ellos estarán a cargo de ustedes, son residentes de segundo año en la especialidad de cirugía- nos explicó el profesor- Samuel- dijo señalando al de un extremo- Erik, Carlos, Judith y Elia- dijo con una voz profunda e intimidante.
En general todos se veían bastante jóvenes y con ese "yo no se que" super atractivo que tienen los cirujanos.
Toda mi atención se concentró en la última residente y juro que la mandíbula casi se me cae al suelo, normalmente decimos que las doctoras son súper lindas, y más si se trata de cirujanos, pero ella llegaba a otro nivel, su cara era afilada y demasiado perfecta para ser verdad, tenía una expresión seria, con ojos grandes, color chocolate, unas largas pestañas que solo hacían sus ojos mas hipnotizantes, debajo de unas cejas bien delineadas. Su nariz era pequeña y respingada; tenía labios delgados y rosados, supuse que no llevaba labial por su tono natural, llevaba el cabello oscuro y ondulado un poco más abajo de los hombros.
Era alta a comparación del doctor, pero no de sus compañeros residentes. Era delgada pero no en exceso y en serio se veía bien.
¿Era legal ser tan condenadamente guapa?