- Y... ¿dirás algo? ¿O solo te quedarás ahí?- me preguntó Mario después de un momento ausente.
- Si, perdón, yo...- aclaré mi garganta- lo siento, comenzaré... ¿Me podría decir su nombre completo para la historia clínica?
- Hagamos algo si, yo te digo lo que me pasa sin que preguntes y tu me cuentas sobre Elia- dijo intentando negociar.
- ¿Elia? ¿Qué quiere saber sobre ella?- pregunté celosa.
- Nada, doctora, quiero saber porque babeas por ella, ¿ella sabe que te gusta?
- ¿Espere, qué?- pregunté muy confundida.
- Deja de hablarme así, solo tengo 28 años, no tengo muchos mas que tu.
- Lo siento.
- Entonces, ahora si, dime, ¿ella sabe que te gusta?
- No puede saber algo que no es cierto- dije a la defensiva.
- Tranquila, ¿Abril? Dejaste un charco de saliva mientras la observabas- dijo divertido.
- No es así- negué en vano.
- Te vi- dijo riendo- no tienes mal gusto, Elia es hermosa.
- Solo físicamente- dije con cierto tono de amargura.
- Entonces no te has dado del tiempo suficiente de conocerla.
- ¿A qué te refieres?- le pregunté.
- Elia no es la doctora dura y fría que aparenta ser con los estudiantes, si ella se lo propone, puede ser un amor de persona, además de divertida, detallista y considerada.
- ¿En serio?- le pregunté sorprendida.
- Claro que si, la he podido conocer un poquito desde que he estado aqui- me explicó.
- Quizás nunca conozca ese lado de ella- dije algo triste.
- Si trabajas duro la conocerás- me guiñó un ojo.
- ¿Tu crees?- pregunté ilusionada- pero ¿cómo lo hago?
- Tu lo averiguaras. Entonces... ¿Piensas iniciar con la entrevista?
Sonreí animada y asentí, seguí con lo que tenía por preguntar y al final, tuvimos tiempo para platicar un tiempo.
Después de media hora, Elia volvió sonriente con nosotros, comenzaba a creer que podía ser bastante voluble.
- He vuelto por mi doctora- le dijo a Mario.
- Toda tuya, en serio- dijo mirándome con complicidad y yo me ruboricé.
- Okay...- dijo insegura- me asignaron una cirugía, vamos, sera genial- me dijo animada.
La seguí mientras caminaba a prisa por el pasillo hasta llegar a la sala de residentes, se puso un traje quirúrgico y salió a buscarme.
Entramos al quirófano, ella era parte del grupo que realizaba la cirugía y yo solo me quedé en la parte de atrás viendo lo que hacían, o eso es lo que intentaba hacer.
Resultaba algo complicado poner atención mientras estaba en la misma habitación que Elia. Ademas, la encontré varias veces mirándome mientras no hacía nada importante, lo que me hacía sentir un poquito mas torpe y hacía que mi estomago se volviera loco.
Al terminar la cirugía, salimos y a pesar de la hora, mi residente se veía bastante enérgica.
- Acompáñame, Abril- me pidió una vez que se quitó su bata sucia.
- Claro- dije con el máximo de ánimo que pude, aunque era poco, a las 3 am, ya me sentía muerta.
Regresamos a la sala de residentes, saco unos papeles de su mochila, firmó uno y me lo pasó.
- Vete a casa a descansar, Abril.
Me había firmado como si hubiera tenido una guardia de 12 horas por una de solo 5.
- Pero... Me quería quedar contigo, osea, en guardia- dije intentando no parecer desesperada.
Ella sonrió y levantó una ceja ante mi comentario.
- Lo se, te vuelvo loca, ¿no?- dijo y sonrió.
No contesté, solo me ruboricé.
- Gracias, Elia.
- No es nada, deberías venir mas seguido, te veo pronto- se despidió con un beso en la mejilla y se fue, me quedé unos segundos con mi tonta felicidad que ella provocaba en mi y salí del hospital.