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—Tomo asiento en la fila de sillas que siempre están situadas en ese sitio para la presencia de mi madre, o así había sido antes de que usurparan el trono y me encadenaran tanto físicamente como espiritualmente a ese hombre. Inclino ligeramente la mirada hacia abajo, donde se puede ver una mesa rectangular larga en la que están reunidos muchos hombres que no reconozco, pero en realidad no me sorprende mucho, ya que nadie que le hubiese servido a mi padre tendría porque estar aquí, a menos de que fueran traidores. Mi mirada encuentra al hombre de mis pesadillas, al que provoca que me dé náuseas solo de recordar sus manos sobre mí. Lo miro con cierto desdén, pero en el proceso, él se mueve. Hoy lleva puesto un traje de color n-egro con varios detalles bordados en hilo dorado, así como boto