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¡Lo odio! Me repito a mí misma al volver al baile. ¡Lo detesto! Me recuerdo cuando me doy cuenta de que no se aparta de mí, sino que me presenta con aquellos que lo apoyaron como si fuéramos almas gemelas y yo sonrió con alegría, aunque entre ellos yo me siento como una extraña, ajena a este nuevo mundo que Valois ha creado y en el cual me encuentro encerrada. ¡Lo aborrezco! Pienso para no olvidar a mis padres, mis amigos y sus familias, pero sigo sus pasos mientras me toma de la mano hacia nuestra alcoba una vez que termina el baile, donde volvemos a tener intimidad y cada caricia es un dulce veneno del cual estoy comenzando a ser adicta porque ya no me resisto, sino que lo disfruto de una forma que jamás creí posible y cuando termina de poseerme, yo me acurruco sobre su pecho escuchand