Asael Morningstar
Luego de sentir cómo mi cuerpo se calentaba de repente por el pensamiento recurrente de Perséfone, algo me invadió y es que ella, estaba pensando en mí, llamándome con su lujuria y la intensidad. El poder que provoca es inimaginable y me tiene a sus pies como su esclavo; al Dios Hades.
La miro enfundada de un conjunto de encaje que muestra sus curvas de forma excitante, apretándose contra su piel, misma en la que quiero encajar mis dientes, ella es realmente una Diosa y está caliente suplicando por demostrarle más de la lujuria que puedo darle.
Saca la pelvis, para sentir mi polla. Refriega sus nalgas contra mí y paso mi mano libre a sus pechos, esas montañas suaves tan hermosas, las magreo con posesión y las caricias toman un tinte violento mientras que, comienzo a respirar jadeante en su cuello esperando a una respuesta de su boca.
─Sí, te estaba buscando… ─jadea finalmente provocándome una sonrisa.
─Me trajiste aquí, así que, haz conmigo lo que te plazca. Estoy a tu merced, Perséfone ─manifiesto chupando el lóbulo de su oreja, ella sigue restregándose con descaro contra mi pene endurecido a más no poder, se me coloca como una piedra mientras que mis gónadas se colocan pesadas.
─¿Lo que quiera? ─Pregunta con picardía y pellizco su pezón por encima de la tela de encaje sintiendo cómo se coloca duro por mi tacto brusco.
─Lo que quieras ─respondo en un gruñido de excitación.
─Quiero eso ─dice señalando hacia una pareja donde la chica está dominando al sujeto, pensé que quería la de al frente donde la mujer es la que está atada recibiendo placer con las torturas y logra sorprenderme al saber que quiere dominarme, no tengo problema con eso, de hecho, ninguna ninfa lo ha intentado antes.
Me prendo solo de la idea. Le doy la vuelta para que me mire con sus hermosos ojos cafés, tiene un rostro tan angelical que podría volverse un mismísimo pecado el que la esté adorando. Lo bueno es que, nací siendo un pecado.
Paso mi pulgar por sus labios tirando del inferior y su pecho se infla por las respiraciones mostrándome sus tetas moverse y generándome morbosidad.
─Pero, en un lugar privado, no quiero que nadie más te vea. Y es primera vez que quiero eso, tú no eres una ninfa cualquiera, Perséfone…solo yo puedo verte y saborearte ─manifiesto con la ronquez de mi garganta y siento cómo mi polla da un salto cuando asiente.
Tomo una bocanada de aire llevándola conmigo, sujeto su mano y camino por los pasillos guiándola para poder darle el control a su antojo. Empujo la puerta de una habitación vacía que tiene una cama en medio con sus argollas en cada punta para sujetar. Cierro la puerta detrás de nosotros y noto cómo ella se pasea por la habitación vislumbrando cada detalle.
─Puedes usar lo que te apetezca ─menciono quitándome la camisa. Se gira con una sonrisa que se borra al verme el torso tatuado. Aclara su garganta y me parece tan excitante cómo sus mejillas se colocan rosadas─. Tienes el poder, Perséfone ─añado.
─¿Querrás volver al inframundo conmigo? ─Pregunta sutilmente paseando su mano por las fustas de forma seductora. Mi mirada se calienta con solo verla.
─Preferiría quedarme un tiempo aquí contigo ─digo y se detiene abriendo los ojos.
─En ese caso, tendremos que poner un esfuerzo de no mandarnos al inframundo ─dice con gracia porque me parece un poco imposible contener la lujuria que ella provoca en mí.
─Haremos lo mejor que podamos ─afirmo.
─En ese caso…acuéstate boca arriba en la cama ─ordena provocando que el preseminal se me escurra por mi glande─. Desnúdate primero ─Me detiene y acato las órdenes quitándome el pantalón con los zapatos y dejo el calzoncillo para bajarlo, de todas maneras, mi polla sobresalía por debajo de lo enorme y pesada que está.
Catherine se relame con descaro observándola, arqueo una ceja. Subiéndome a la cama tal y como indicó. Cuando lo hago, ella se acerca para atar mis muñecas de cada extremo, aprovecho su cercanía para lamer las montañas de sus senos cuando se inclina, jadea cuando chupo y tiro con mis dientes de su corpiño liberando sus tetas.
Pensé que mi pene no podía colocarse más duro hasta que vi sus pezones rosados erectos para mí.
─No estás jugando limpio, Hades ─gime cuando meto uno a mi boca y ella curvea su espalda recibiendo mis lametones voraces.
─Soy el hijo de Lucifer, no soy de jugar limpio ─manifiesto chupando con fuerza para escucharle gemir más fuerte. Me sujeta del cuello apartándose de mí para terminar de quitarse el corpiño y me da una vista deliciosa de sus nalgas meneándose con la tanga sobre su culo, llega hasta las fustas y mi polla se mueve posándose sobre mi vientre y cubriendo mi ombligo.
─¿Cuánto eres capaz de aguantar, Dios de la lujuria? ─Inquiere jugueteando con una fusta con tiras de cuero en sus manos.
─¡Ponme a prueba! ─Suelto excitado y ansioso. Amo estos juegos, la lujuria me da vida─. ¡Tenme, dómame, quiero correrme en toda tú! ─gruño en un gemido y ella desliza las tiras por mis piernas erizándome la piel, abro la boca al sentir cómo va ascendiendo hasta mi pene y acaricia mis pelotas con el cuero, mis músculos se tensan y tiro de las cuerdas que para mi sorpresa están bien sujetas.
Provoco el tiritar de las argollas con mi fuerza. En el reino mortal no soy tan poderoso.
Posa las tiras en mi abdomen y las aparta de repente para lanzar un latigazo con ellas, gimo con ronquez retorciéndome al sentir el ardor exquisito sobre mi piel animando más a mi polla.
─¡Maldición! ─Jadeo mirándola tan imponente y sexy, es el ápice de la seducción. Ni la Afrodita llega a sus talones.
─¿Te gusta? ─Pregunta siendo descarada.
─¡Sí! ─Exclamo ronco. Ella vuelve a lanzar el látigo zurrándome mientras mi pene palpita desesperado por explotar. Veo mi abdomen rojo y mis pelotas prensadas con el ardor en mi vientre a más no poder, me siento drogado, como si flotara, pero es lo que provoca Perséfone en mí.
Sin darme cuenta se deshace de la fusta para subirse a la cama colocándose sobre mí de horcajadas y comienza a frotarse como una demonia sobre mi polla, abro la boca con asombro por cómo mueve sus caderas de una manera tan deliciosa mientras hacer rebotar sus tetas cerca de mí. Tiro de las cuerdas desesperado con tomarla y empotrarla con mi polla.
─Aguanta un poco más ─susurra gimiendo y siento cómo la humedad de su coño traspasa la tela para mojarme el tronco del pene, tiro mi cuello hacia atrás comenzando a sufrir. Nunca me había ocurrido esto, siempre soy quien tortura con la lujuria. Pensé que iba a aguantar, pero, Perséfone ha hecho algo conmigo.
─No, no hagas eso ─suplico al ver cómo magrea sus pechos pellizcando sus pezones y baja una de sus manos por su vientre para apartar la tela de su tanga con los dedos y mostrarme su precioso coño empapado y su clítoris hinchado, me babeo porque quiero ser quien lama todo eso. Comienza a estimular ese bulto rosadito enloqueciéndome sin dejar se frotarse contra mi pene─. Maldición, Perséfone, no hagas eso…quiero hacerlo, déjame hacerlo ─gimo desesperado.
Ella niega con la cabeza.
─Me voy a correr ─advierte y aumenta sus gemidos junto al movimiento de sus dedos. Mis latidos se desembocan ávidos ametrallándome el pecho, no puedo más, no puedo más. Catherine se corre sin más, empapándome por completo con su eyaculación, ella tiembla por los espasmos y siento envidia de sus dedos que están tan mojados y brillosos.
─Déjame limpiarte ─pido y ella abre los ojos mirándome con sus mejillas rojas. Se mueve temblorosa para posicionar su coño en mi cara, mientras ella sujeta sus manos en el cabecero─. Sujétate con fuerza ─indico y ella para sentarse en mi cara. Saco mi lengua para lamer con salvajismo como si mi vida dependiera de ello, chupo, lamo y le provoco gritos de placer que me estimulan más.
Tiro con fuerza de las cuerdas rompiéndolas y poso mis manos en sus nalgas enterrando mis dedos en su piel para bajarla hacia mi polla rompiéndole la tanga de un tirón, ella jadea por mi brusquedad, pero, no aguanto más. Fue suficiente tortura para el Dios de la lujuria que encontró a su Diosa.
La posiciono de horcajadas de nuevo en mi regazo, pero separando sus nalgas para que mi glande se encuentre con sus pliegues resbaladizos. Se sostiene de mi cuello y beso sus labios devorándolos para entrar de golpe en ella, embistiéndola con cada maldito centímetro, su calor, su estrechez y lo mojado de su coño me reciben.
─¡Hades! ─Grita de placer en mi boca y no paro de hacerla saltar sobre mi pene con fuerza al punto de que mis muslos arden por los golpes de sus sentones, le hago sentirme hasta el fondo y se ahoga con los gemidos. Sus tetas rebotan a mi merced y las meto a mi boca sin parar, hasta correrme por completo dentro de ella, llenarla con mi puta semilla infernal─. ¡Ah! ─Gime arqueándose para correrse de nuevo de forma lujuriosa, entierra sus uñas en mis hombros y sostengo su rostro para mirarle.
─Mírame, Perséfone, mírame ─Le pido y ella abre los ojos llenos de lascivia─. Eres mía, en el infierno como en la tierra, eres mía ─manifiesto con ronquez para sentir la explosión desde mi vientre, el cosquilleo de mis pelotas y la centelleante corriente que viaja desde mi polla a todo mi cuerpo cuando exploto finalmente. Siento cómo las paredes de su v****a se contraen con su orgasmo y somos uno para el otro, jadeantes y lujuriosos.
Aparto el cabello de su rostro para verle una sonrisa satisfecha en las comisuras.
─Si esa fue tu manera de pedirme matrimonio, Asael Morningstar, seré tuya; en el infierno como en la tierra ─anuncia sobre mis labios sorprendiéndome, aumentando las estocadas de mi corazón.
─Mi reina, mi Diosa, mi ninfa…solo mía, Perséfone ─gruño tomando sus labios de nuevo en los míos, porque no pienso terminar aún con ella, se adueñó de mi lujuria infernal, se adueñó de mí…
**
Catherine Spellman
Él me entrega un conjunto de ropa que consiguió en un momento, me visto con las piernas aún temblando. No sé cómo sigo viva luego de tantos orgasmos seguidos ni siquiera sabía que era capaz de sentir un orgasmo con un hombre, hasta que Hades llegó para tomar cada uno de ellos.
Se me acerca sosteniendo mi rostro para besar mis labios. Pudiera quedarme días aquí con él, pero, Leti nos espera.
─Hay alguien que quiero que conozcas ─menciono llamando su atención, él se peina el cabello con su mano arrugando su cejo.
─¿Alguien sabe de mí? ─Pregunta.
─Solo mi mejor amiga sabe la verdad de ti ─respondo y entrelazo su mano con la mía.
─La del mensaje ─menciona.
─Tenemos que hablar de tus mensajes, señor lujurioso ─digo y él sonríe orgulloso.
─¿Son perfectos? ─Suelta y me hace reír. Termino asintiendo mirándole como nunca miré a alguien y mi corazón late con fuerza. ¿Es posible que me esté enamorando del demonio sexy?
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Narrador omnisciente
Una mujer de belleza antigua y radiante se paseaba por el club demoniaco, siendo un pedazo del infierno en la tierra. Se quitó la capucha que cargaba cuando detuvo sus pasos, algo llamó su atención y pudo confirmar lo que sospechaba al ver a Asael el hijo de Lucifer con la que dijo sería su prometida; una ninfa de la primavera.
─No es una ninfa…es una mortal ─dijo en un murmuro para ella esbozando una sonrisa maquiavélica─. Sabía que la vela traería desgracia, lo de la ninfa era mentira y ella fue la humana a la que el demonio entregó la vela de Asael ─acotó disfrutando de su victoria y que pronto podrá posarse en el trono cuando acabe con Lucifer y Asael, ante la función de esperado plan.
Volvió a colocarse la capucha para deslizarse entre las personas y desaparecer como el humo, la madre de los demonios tomará el inframundo y el infierno en su poder, gracias a la humana que trae la magia del caos marcada en su linaje y que ha enamorado al Dios de la lujuria…