| Negociando con el hijo de Lucifer |

1676 Words
Mis latidos golpean con fuerza mi interior, comienzo a sentir que estoy en un mal sueño ¿O acaso me morí? Sí…por eso estoy en el infierno, por pecadora. ─Dios, sácame de aquí, prometo no masturbarme más ─suplico mirando el techo y juntando mis manos en suplicia junto con el consolador rosado─. Bueno, eso podría negociarse ¿Nunca, nunca? ─pregunto dudosa hasta de mi propia consciencia. Resoplo al ver que no sucede nada ni despierto de una pesadilla que se siente muy real. Comienzo a hiperventilar, y camino de un lado a otro. ─Ay mierda, mierda y más mierda ─digo a punto de llorar─. ¡No he sido tan mala! ─Grito al techo─. ¡Han sido malos conmigo! ¡¿Por qué castigarme a mí?! ─Chillo exasperada sin recibir ninguna respuesta de Dios. Me ofusco y saco mi dedo del medio. ─¡Si estoy aquí que sea por razones obvias, de todas maneras nunca recé en la iglesia! ¡Solo movía los labios porque tenía sueño! ─Exclamo y caigo de rodillas sollozando, derrotada a estar sufriendo en el infierno. No debí de terminar con aquel chico de una forma tan fría, tampoco debí de regatear unas tangas y saber que la vendedora estaba perdiendo comisión, no debí de comerme el pastel de Leti y luego mentir diciendo que se lo habían robado─. Lo siento, Diosito ─murmuro moqueando y congelándome del frío. «¿Cómo es que aquí hace tanto frío?» Me cuestiono desconcertada. Súbitamente una puerta se abre y me sobresalto. Mis ojos se alzan y ven la figura de Hades entrar corriendo, está todo mojado, desnudo y con espuma sobre la piel. Cubriéndose su m*****o con sus manos. Él se queda estático mirándome y cierra la puerta de golpe. ─¿Morí y tengo que vivir mi existencia a tu lado? ─Pregunto sorbiendo la mucosidad de mi nariz. ─No tienes tanta suerte, preciosa ─dice en un gruñido. Pestañeo arrugando el cejo. ─¿Por qué siempre apareces desnudo? ─Cuestiono y él camina hacia lo que parece ser un baño, cubriéndose la desnudez con un albornoz n***o. ─Eso me estaba preguntando. Así que…por fin pudiste traerme de vuelta a mi hogar, bienvenida a mi alcoba ─dice con una sonrisa─. Pero, ahora el problema es que tú, estás aquí ─agrega y ruedo mis ojos. ─Llévame de vuelta a mi casa ─pido, señalándole con mi consolador. Mismo que al verlo, lo oculto en mi espalda rápidamente. Él entorna sus ojos en mí. ─Espera…¿Qué fue lo que hiciste para traerme aquí y a ti? ─Pregunta ahora sí interesado. Desvío mi mirada mordiendo mi mejilla interna. ─Nada…¡Sácame de aquí ya mismo! ─Demando enfurecida. Hades corta la distancia con su imponencia y en un movimiento me arranca el consolador de la mano, me quejo tratando de alcanzarlo cuando él lo alza. Lo mira con atención y suelta una carcajada doblándose. Ruedo los ojos resoplando y cruzándome de brazos. ─Idiota ─murmuro. Él sigue riéndose y se tira al suelo para patalear sosteniéndose el estómago─. Estás muy viejo para esto ─digo, toma aire y se limpia unas falsas lágrimas para apoyarse de uno de sus codos en una pose “sensual” mientras ondea en el aire a mi consolador. ─Tengo dos mil años, sí, soy viejo. Y me has traído aquí gracias a que te causaste un orgasmo, con razón mi m*****o se puso como piedra mientras estaba en la ducha…como soy el demonio de la lujuria, era obvio que eso se convertiría en un portal entre nuestros mundos ─menciona, me agacho arrebatándole mi consolador y le encaro─. ¿Lo hiciste pensando en mí? Tranquila, muchas personas lo hacen. Soy irresistible ─pregunta y hago un gesto de desagrado. «Sí, sí que pensé en él, pero, no se lo diré» ─Deja de jugar y llévame de vuelta a la tierra, mándame y no permitas que vuelva a saber de ti hasta mi verdadera muerte ─pido. Él aclara su garganta y se levanta del suelo al mismo tiempo que me coloco erguida, alzo mi mentón para poder ver su rostro ante su gran altura. Este hombre fue hecho para que piensen en el pecado de la lujuria, todo lo que exuda es sexo. Remojo mis labios por su intensa y oscura mirada. ─No puedes salir de aquí, nadie puede verte ─dice de repente. ─Nadie me verá…¿Desde aquí no me puedes teletransportar? ─Bueno… ─murmura mirando la cama─. Solo, tenemos que ser lujuriosos ─dice alzando sus cejas. ─Vete al cielo ─espeto, pensando que eso es un insulto para él─. No voy a tener sexo contigo ─gruño negándome. Él encoje sus hombros. ─Es la única manera. ─Saldré de aquí, por mi cuenta ─digo, dando pisotones en el suelo y camino a la puerta abriéndola de par en par. Me detengo de golpe cuando un sujeto enorme aparece al frente de mí con unas alas blancas enormes y me percato de que es el mismo que aparece en la valla publicitaria junto con Hades…él es… ─Padre ─pronuncia Hades sorprendido y corre a mi lado─. ¿Qu-qué haces aquí? ─Pregunta pareciendo nervioso. Lanzo el consolador hacia atrás. ─Lo siento, se me olvida ocultar estas cosas ─dice el hombre y su voz es gutural. Se ve más joven de lo que se vería el padre de alguien que tiene dos mil años. Me da una sonrisa pidiéndome la mano. Hades me la toma y se la entrega, estoy paralizada. Él besa mis nudillos. ─Es un placer, soy Lucifer, aunque, quizás ya lo sabías. Rey del inframundo y todo lo que nos rodea ─dice con simpleza. Abro la boca para hablar, pero Hades se interpone. ─Padre, su alteza. Eh…ella es… ─Yo… ─digo, él posa su brazo en mis hombros interrumpiéndome. ─La ninfa de la primavera; Perséfone ─interviene él y abro mis ojos mirándole. El mismísimo Lucifer parece sorprendido. ─Perséfone…"La que lleva la muerte", hermoso nombre. No conocía a esta ninfa del grupo de Lámpades, menos una de la primavera…aquí no crece ni una flor ─comenta Lucifer mirando a su hijo. ─Es…reciente, ha sido desterrada. ─Oh, interesante, ¿qué cometiste? ¿Asesinato? ¿Magia negra? ─Me cuestiona muy interesado sosteniendo mis manos «¿Por qué Hades está mintiendo?» ─Asesinato, sí… ─respondo siguiéndole la corriente. «Mientras no me mate» Lucifer se ríe. ─¡Eso es genial! ¿Sufrió? Entorno mis ojos en Hades. ─Sí, sufrió mucho ─murmuro y Hades se ríe de forma extraña. ─¡Me encanta! Hijo, tráela a cenar. Espero que sea la razón de tu desaparición en tus deberes, es hora de que sientes cabeza, Lilith se emocionará muchísimo, estaba por programar un castigo en el purgatorio para ti. Sabía que finalmente dejarías a todas esas ninfas descarriadas y le pedirías matrimonio a una verdadera reina del Averno ─dice efusivo. ─Sí…te conté que le pediría matrimonio a una Ninfa, pues, esta preciosa de aquí, es mi futura esposa ─dice y abro más mis ojos mirándole, él me sonríe. «¡¿Qué mierda?!» ─Perfecto, tenemos que planear la boda, el inframundo estará de celebración porque también será tu coronación ─menciona Lucifer para abrazarme alzándome del suelo─. Puedo oler el sufrimiento, la depresión, el abandono y la magia negra en ella ¡Magnifica! ─Exclama y mis latidos se aceleran más. Lucifer me baja y le da un apretón de mano a su hijo para irse sacando unas putas alas de su espalda. Hades cierra la puerta y le miro enojada. ─¡¿Qué carajos?! ─Grito enfurecida apretando mis puños. ─Tenía que hacerlo, no puede saber que eres una mortal ni que me has invocado con mi vela de nacimiento. Me quitará el trono, me desterrará al purgatorio y ese trabajo es la mierda, puras almas estúpidas quejándose. Mientras que, a ti, bueno… él te convertiría en una de esas almas ─dice y sigo sin entender por qué hizo lo que hizo. «¡No viviré en el purgatorio!» ─Llévame a mi casa ─demando en un gruñido. ─No puedo ─dice y le miro perpleja. ─¡Claro que puedes! ─Bueno, sí puedo, pero…no lo haré, primero, tienes que ayudarme ─menciona enojándome más. ─Eres un hijo de perra. ─Sí, seguramente. ─¡Hades, maldición, sácame de aquí! ─Él camina dándose la vuelta quitándose el albornoz y quedándose totalmente desnudo. Mis mejillas arden y mi centro cosquillea─. ¡Deja de desnudarte! ─Exclamo. Una sonrisa aparece en sus comisuras. ─Negociemos ─propone de repente y entra a lo que parece ser un armario gigante. ─No voy a negociar con el hijo de lucifer ─Me niego cruzándome de brazos. ─Te conviene, si quieres irte de aquí ─dice manipulándome. «Tiene razón» Suelto un resoplo. ─¿Si me hago pasar por tu prometida, prometes devolverme a la tierra? ─Pregunto y él aparece vestido con un pantalón oscuro, una camiseta y una chaqueta de cuero. ─Sí. Lo pienso unos segundos. ─Eso fue muy fácil. Mejor, pido algo más ─comento y él se cruza ahora de brazos rodando los ojos mientras resopla. ─¿Qué quieres? ─Pregunta. ─Dinero ─respondo respingando mi nariz. ─¿Dinero? Fácil, está bien. ─Mucho dinero ─Dejo en claro. ─Catherine... ─pronuncia con su voz grave─. Pensé que pedirías alguna tortura o muerte para alguien…como a quien te dejó en el altar ─menciona y recuerdo a Kevin, cosa que me proporciona cólera. ─No, no quiero saber de ese ser ─menciono. «Aún me duele» ─Bien, entonces ¿Trato? Tienes que ser la mejor Ninfa del inframundo, te enseñaré todo lo que debas conocer ─comenta ofreciéndome su mano para cerrar el trato. La miro y me acerco para sostenerla. ─Trato ─digo apretando su mano y cuando lo hago, siento la estática recorrer mi cuerpo, una muy intensa que me eriza la piel y pone a mi corazón a palpitar como si hubiera tenido una descarga eléctrica de muchos voltios. Aparto la mano rápidamente mirándole y por todos los demonios, Hades es un Dios griego, con una belleza que pone a mi centro a sufrir queriendo que la lujuria de su ser se desborde sobre mí…y estoy atascada en el inframundo con Hades; el mismísimo demonio de la lujuria.
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