El día de la cena llegó y Alizeé tenía que arreglarse para ir, Eliot le había dicho que tenía que estar lista a las seis treinta, él llegaría a las cinco como cada día y al arreglarse saldrían a la cena que comenzaba a las ocho de la noche, Eliot no planeaba estar ahí mucho tiempo, casi que solo iba por obligación. Esa mañana cuando Eliot salió, Alizeé recibió la primera llamada de su padre, seguramente Mónica ya había ido con el chisme de lo que había sucedido en la tienda, al menos se sentía segura al no estar en casa o en su apartamento donde su padre se podía presentar de inmediato. –Hola. –Alizeé, ¿por qué no he recibido ninguna llamada de Eliot Brander? –le preguntó molesto –. No me digas que estás perdiendo el tiempo. –Eliot es mi esposo –respondió ella –. Vivó con él y hago