Alizeé se levantó a las siete de la mañana, sintió un aroma delicioso venir de afuera y al salir vio a Eliot en la cocina, él estaba batiendo en un bol algunos ingredientes mientras que en el sartén estaba al fuego de la estufa, Alizeé se quedó a media sala observando los movimientos de Eliot, la forma en que movía sus manos mientras usaba cada recipiente, esa tranquilidad y neutralidad que transmitía, las mangas de su jersey dobladas hasta los codos y como se movía de un lado otro, era hipnotizante. Eliot sintió la mirada de Alizeé y se detuvo dejando el omelet en el plato, al ver que ella no dijo nada fue él quien saludó. –Buenos días. –Ah… Buenos días señor Brander –saludó ella regresando a la realidad –. Disculpe qué… bueno… es que acabo de levantarme y olía muy bien. –Debe ser