Me removía entre los brazos de Alex, mientras que él me apretaba más, su cálida respiración sobre mi cuello me hacía erizar la piel, no entendía muy bien lo que él pretendía hacer, quizás desviar mi atención sobre lo que decían las dos mujeres al otro lado de la cabina, cosa que resultó imposible.
— Ah, sí, gracias a eso, al menos no se muere virgen. El dinero y las influencias de su familia la salvaron.
— No, virgen no se quedará. Aunque quien sabe si soltera, sí.
— ¿Qué dices? Si ella es la novia de Mike, te apuesto que ese se casa con ella para asegurarse la buena vida.
— Pues estás muy equivocada.
— ¿Por qué?.
— Escucha, nadie lo sabe. — Bajaron un poco el tono de voz, aunque desde donde estábamos, era muy audible. — Pero Lisa me dijo esta mañana que finalmente logró que Mike terminara con Ava.
— ¡¿Qué?! ¡No te creo!.
— ¡Sí! Eso fue ayer y Lisa me lo contó hoy, incluso, ella estuvo presente y contempló toda la escena.
— ¿Cómo puede ser?.
— Fue una de las condiciones que le puso a Mike.
— Pero cuando el viejo Golf se entere…
— Según Lisa, Mike ya tiene varias propuestas de trabajo, mucho mejores que su trabajo actual.
— No me jodas.
— ¡Sí! Y lo peor, es que le han ofrecido esos puestos gracias a las alabanzas de Ava.
— ¡Qué brutal!. Pobre jefa.
— ¿Ves? A la final no vale de tanto tener todo ese dinero…
Se escucharon las risas al alejarse, el sonido de los tacones cada vez más distantes, las mujeres se fueron. Pegué mi cabeza contra la pared de la cabina, completamente abatida, sintiendo como las palabras de unas desconocidas, me rompieron por dentro.
No sabía quiénes eran, seguramente eran un par de secretarias a las que apenas había notado, sin embargo, cuánta razón tenían, parecían saber más de mí y de mi vida, que yo misma.
— ¿Ava?.
La voz de Alex me hizo reaccionar, me levanté de un salto y salí de inmediato del baño, tratando de controlar los espasmos que comenzaban a producirse en mi pecho y el nudo en mi garganta.
Me sentía tan humillada y que Alex escuchará todo eso, era la cereza que adornaba el pastel.
— ¿Estás bien?.
Alex trató de acercarse a mí, de tomar mis manos, sin embargo, lo esquivé, comencé a caminar como loca de un lado para otro, inspirando y expirando, contando internamente, tratando de controlarme. Hasta que, luego de unos segundos observándome, Alex me tomó por los hombros para detenerme frente a él.
— ¿Ava?. — Preguntó mirándome a los ojos.
— Estoy bien. — Respondí, finalmente, con la mirada cristalina, sintiendo como la rabia y la impotencia me invadían. — ¿Qué es lo que quieres? ¿Para qué viniste a buscarme?. — Pregunté recordando en dónde estábamos.
— Ya te lo dije, necesito hablar contigo. — Aclaró, hablando suavemente. Quizás no fuese así, pero su tono amable y su dulce mirada, me hizo pensar que, después de todo lo que escuchamos, él sentía lastima por mí, y eso me comenzaba a molestar.
— Bien, pues habla. — Respondí sintiéndome ahogada.
— Escucha, yo… Con respecto a lo que sucedió en la junta… — Empezó a explicar, haciéndome recordar la dichosa junta, lo que aumentó mi rabia, no lo dejé terminar.
— Ah, eso. Pues, felicidades por tu nombramiento. — Sisee con sarcasmo, sintiendo como la furia comenzaba a hacer piquiña en mi garganta. — Debió ser satisfactorio acostarse con la nieta del CEO de una empresa, para luego tomar su lugar. — Expulsé el comentario sin pensarlo.
— ¡No! Eso no es así, pensé que te podrías imaginar algo así y te quería aclarar que… — Sus ojos se abrieron muy grande. — Quedé muy sorprendido cuando te vi. — Bajó la vista y comenzó a deslizar sus manos por mis hombros con suavidad. — De hecho, pensaba en ti mientras estaba en la junta, esperaba con ansias tu llamada y luego te vi entrar allí…
— Entonces, fue pura casualidad… — Musite con ironía.
— Sí, y me alegró mucho verte allí, pero luego tu abuelo dijo que estabas por casarte y yo pensé…
— ¿Qué? ¿Qué soy una zorra?.
— ¡No! Escucha, sobre lo que dijeron esas mujeres hace un momento, ¿Eso es cierto?. — Preguntó mesurado.
— ¿Qué soy una tonta mujer gorda con dinero? Parece que es obvio ¿No?. — Murmuré sintiendo la presión en mi pecho, muy enojada.
— No, eso no es verdad. Obviamente, no. — Aseguró solemne, con amabilidad. Luego deslizó una de sus manos hasta mi barbilla para levantar mi rostro con delicadeza. — Ava, ¿Tu novio terminó contigo? ¿Eso es cierto?.
Después de todo lo que yo había escuchado, después de todo lo dicho por mi abuelo, después de tratar de contenerme por tanto tiempo, al escuchar esa simple y estúpida pregunta de Alex, sentí como si él me restregara mi realidad.
Cómo una explosión, la rabia y la ira que bullía en mi interior, salió.
— ¡Creo que mis asuntos personales no son de tu incumbencia!. — Grité exasperada, retirando sus manos de mí con un manotazo. — ¡Y te agradecería que no mencionaras nada al respecto!. — Antes de que él pudiera responder, salí corriendo de los baños, sintiendo como mis lágrimas finalmente caían.
Corrí directamente hacia mi oficina, ignorando al entrar a mi asistente, Taylor, que me saludaba. Entre tan rápido como pude y cerré la puerta con seguro.
Comencé a caminar de un lado para otro, dando vueltas por todo el espacio, llorando como una desesperada, preguntándome qué hacer, tenía tanto en la cabeza para asimilar que no sabía por dónde empezar.
¿Qué pretendía Alex? Quizás no pensé lo que le dije, quizás fui muy dura con él, podría haberlo juzgado mal, pero podría ser cierto, él pudo haberse acostado conmigo a sabiendas de quién era yo. ¿Por qué otra razón ese hombre tan atractivo y sensual se acostaría conmigo, siendo yo como soy?.
Yo supuse que el primer día de mi nueva vida sería genial, pero resultó, que mi nueva vida era un asco. Lo único bueno que había sucedido en las últimas veinticuatro horas, fue mi desliz con Alex y ahora que me enteraba de que era mi nuevo socio, estaba tan arrepentida de ese polvo.
Un segundo después, recordé que mi abuelo me llamaría en cualquier momento, traté de sacar a Alex de mi cabeza, intenten concentrarme en mi problema inmediato, empecé a meditar sobre lo que debía decirle a mi abuelo.
Para empezar, fue una mentira la que metió en todo este lío, ¿Podría seguir mintiendo? O ¿Le diría la verdad? Lo dudé.
Si le decía la verdad a mi abuelo, primero se enojaría mucho, ya me lo imaginaba, la humillación, tener que rectificar frente a todos sus socios, sobre todo lo que dijo sobre mí. Luego vendría la decepción, no solo por haberle mentido, sino por otra esperanza rota por una relación que terminaba.
Y yo sabía cuánto deseaba verme casada, con hijos, formando una familia. Suponía que, por ese motivo, no se había retirado y estaba siempre tan intranquilo. Ahora que parecía más tranquilo por mi futuro, yo le causaría este disgusto.
Aunque era cierto que mi abuelo tendría que resignarse a verme soltera, no tenía por qué enterarse de esta manera, no podía soltarle que ya había terminado con Mike y que tendríamos que anunciar a todos sus socios, que sus palabras estuvieron mal infundadas.
Necesitaba tiempo, solo necesitaba eso. Si tan solo pudiera mantener mi rompimiento en secreto por un par de semanas y luego anunciar que Mike y yo terminamos por alguna estupidez, eso sería perfecto, así mi abuelo no sería mencionado y no tendría que retractarse frente a todos.
Claro, esa situación igualmente lo decepcionaría, sin embargo, yo consideraba que era la salida menos humillante. Entonces, ¿Qué debía hacer? Debía hablar con Mike lo más pronto posible, debía pedirle que simulara nuestro noviazgo por algún tiempo, para luego romper públicamente, no era cosa de otro mundo.
¡Sí! Eso era perfecto. Aunque sería algo humillante tener que pedirle este favor a Mike un día después de romper.
Lo sopesé, había posibilidad de que él se niege en ayudarme a efectuar este loco plan, sin embargo, él me dejó por otra, me fue infiel, él fue quien me lastimó y por lo tanto, me debía este favor.