“… Tú me cambiaste la vida. Desde que llegaste a mí. Eres el sol que ilumina todo mi existir…” Río Roma. *** María Paz bajaba los escalones de la biblioteca de la universidad, al finalizar la última grada se colocó sus lentes para el sol, y sobre sus stilletos de tacón de aguja caminaba hacia el estacionamiento. Alguien tomó su brazo y detuvo su andar. La chica se sobresaltó y giró. —Casi me matas de un susto —recriminó a Santiago, su hermano. El joven sonrió, y Paz enseguida notó que la mano de Santy sostenía la de la chica que lo acompañaba, la jovencita ladeó los labios y se acercó a ella. —Hola, cuñada —saludó. Las mejillas de Alba se tiñeron de carmín, inclinó la cabeza avergonzada. —Buenos días —susurró, y Santiago notó como la mano de su tímida novia tembló. —Mi her