El labio inferior de María Paz tembló, inhaló profundo intentando contener las lágrimas que pugnaban por salir de sus ojos, no expresó nada, entonces Matt ayudó al joven a acomodarse en su auto. —No es necesario que me acompañes, solo lo dije para que Santiago se quedara tranquilo —mencionó Paz—, ve a clases y no te dejes ver de mi hermano, yo me hago cargo de Joaquín. —¿Estarás bien? —investigó Matt al mirar los cristalinos ojos de su amiga. —Creo que sí —respondió e inhaló profundo—. Si algo malo sucede, te llamaré. —Estaré atento —comentó Matt y besó la mejilla de Paz. Joaquín no observó esa escena porque se estaba quedando dormido. Enseguida Paz encendió el auto y él balbuceando habló: —Te amo, mi reina. Esa frase estremeció por completo a la joven, sus orbes se llenaron