Cuenca- Ecuador. María Paz parpadeó y abrió con lentitud sus ojos, giró para tomar su móvil de la mesita de noche y mirar si tenía alguna llamada o un mensaje de Joaquín, sin embargo, no, por lo que entristeció y todo su ser se estremeció. —¿Por qué no me hablas? —susurró pensativa. —¿Te habrá pasado algo? —cuestionó con preocupación. Miró el móvil, dubitativa, estuvo a punto de marcar el número de él, pero no lo hizo, desistió, porque no quería parecer desesperada. Enseguida se fue a bañar y a cambiarse de ropa para posterior a eso bajar a desayunar con sus abuelos. Minutos más tarde mientras la jovencita avanzaba hacia la cocina escuchó sin querer la conversación de los señores Vidal. —Esa muchachita salió igual de insolente que su madre —expresó Rosaura—. Si mi Rodrigo se hubie