— Escucha atentamente —dije mientras me tiraba al suelo— estas pueden ser mis últimas palabras y no exagero.
— Mujer deja de ser tan dramática — me regaña Yohana.
— ¡¿Dramática?! —digo mientras levanto ligeramente mi cabeza para mirarla a los ojos— llevo ocho días levantándome a las cuatro de la mañana para alistarme e ir a trotar con Charles por hora y media.
>> Debido a que mi cuerpo no se ha adaptado a todo esto, Charles me obliga a seguir su ritmo, aunque me esté muriendo. Y sabiendo que lo estoy, solo puedo hacer que regresemos de trotar a las seis de la mañana.
— Pero, eso es bueno, ¿no? — pregunta Yohana sin entender mi punto.
— Pero, solo lo hace, cuando: primero, Charles ya se cansó de mis suplicas pidiendo clemencia para parar esa tortura; o dos, que a pesar de miles d
