Oferta laboral

3341 Words
Había aprendido que el trato hacia un cliente y un paciente eran como dos polos opuestos y a la vez tan similares. La clase alta ni te notaba a menos que quisieran algo de ti, pero en general no reparaban en tu presencia. Dos semanas habían sido una eternidad. Extrañaba los pasillos silenciosos del asilo, a mis tiernos abuelitos que necesitaban de mí y mi presencia era un alivio. Parecía que todos esos personajes engalanados se creían de mejor especie, pretendían que adivináramos lo que querían sin hablar y cuando lo hacían te trataban como su servicio privado. Me mordía la lengua para no mandarlos hasta un rincón inexistente del mundo. En muchas ocasiones llegaba a casa vociferando lo idiotas que son o juzgando su trato despectivo y concluía que era muy fácil todo para ellos, no tenían los problemas de la gente común. Los míos eran exclusivamente por dinero a ellos les sobraba. Habían caballeros que me miraban de forma discretamente indecente y me daban propinas enormes las cuales tenía que agradecer con una sonrisa nada tierna, pero en la vida obtendrían más de lo que insinuaban. La idea era realmente repugnante, jámas me vendería por dinero. Cada noche se me hacia mas difícil sonreír y servir tragos en el fondo lo odiaba. Sí señor, sí señora, como guste y ordene, o me quedaba de pie a su lado esperando a que le viniera en gana responderme. Era terrible preparando los tragos. A veces ponía más agua y azúcar que bebida, cosa que sus exquisitos paldares notaban. Dormía muy poco, estudiaba hasta la tarde y luego me iba a trabajar. La única noche libre era el lunes, tenía casi el mismo ritmo del hospital y estaba más agotada. Juntaba los billetes y relativamente había ganado algo mas la primera semana como novedad, puse los ojos en blanco exhalando mi frustración. Ese martes en la noche había poca gente en el hotel y una lluvia descomunal inundaba las calles. Se escuchaba como se caía el cielo y se veía muy bien desde allí, ni en la calle ni en el bar había un alma. Lion se fue a acomodar la bodega y Don Diego se había ido temprano a casa diciéndonos que dejáramos todo listo porque nos tenía regalos, dijo que era nuestro bono. Aunque yo esperaba dinero vi como mi compañero sonrió y comentaba que llamaría a su novia. Se trataba de cerrar temprano y disfrutar de una habitación hasta la mañana. Pensé en el enorme jacuzzi que tendría a disposición y me pareció excelente, merecía una noche de descanso quizá más que eso, necesitaba sentirme libre por un momento. Limpie la barra, ordené los vasos de la vitrina mientras le sacaba un poco de polvo. La suave música sonaba de fondo casi tenue al ritmo de la lluvia y sonó una tonada de una canción conocida. Aprovechando que no había nadie más que yo comencé a cantarla mientras bailaba y limpiaba al mismo tiempo, Ann tenía razón me hacía falta un poco de diversión fue uno de esos momentos liberadores de estrés en el trabajo. - ¿Sirven tragos aquí?. Porque no puedo disfrutar un espectáculo sin un buen whisky - me detuve en el acto y cerré los ojos con una mueca, se suponía que no había nadie y seguramente inmersa en mi momento no escuché entrar a el cliente. Cuando giré un hombre con cara de pocos amigos, rubio, de traje oscuro con unos ojos azules de mirada penetrante repetía un movimiento con su mano sobre la mesa evidentemente indicando que quería su trago. Me mordí la lengua una vez más para no decirle que su comportamiento era demasiado infantil para un hombre evidentemente maduro y serví lo que pidió colocándolo justo donde lo quería. Sin dejar de mirarme lo bebió de un trago y lo arrastro hacia mí, ya sabía que quería otro con ese simple gesto odioso, obedecí. - ¿Qué hay del baile? - alzo una ceja sin sonreír, toda su actitud era extraña y demandante. - Pensé que no había nadie, lo siento mucho señor. - Ahora estoy yo puedes seguir haciendo tu show - la forma irónica como lo dijo hizo que me hirviera la sangre, además se le notaban los tragos demás los que le serví no eran los primeros. - Ya dije que lo sentía y usted con esta lluvia debería irse a casa o a una habitación. Disculpe pero no se ve nada bien - me extendió nuevamente el vaso vació mientras se tambaleaba solo un poco y tiraba de su corbata de seda para aflojar la presión. - ¿Por qué te preocupa la lluvia? - Es muy temprano para haber bebido tanto, todos están en sus casas con sus familias - trate de ser amable y él solo resopló - si algo tenía era una increíble paciencia tal vez por mi profesión, pero últimamente se había reducido a nada por mis niveles de estrés. - ¿Te llevo a algún lado? - preguntó mirándome fijamente y me explotó la cabeza. ¿Quién creía que era? - No necesito que me lleve y debería irse o llamare a el encargado para que lo saque, no me parecen graciosas las insinuaciones aborrecibles y menos de un hombre tan antipático. - De pronto, sin mas después de no haberme dirigido ni una palabra amable soltó una carcajada yo estaba encegueciendo de la rabia - ¿Antipático?. Solo quise ser un caballero, soy un caballero distinguidísimo - no paraba de reír - Y un déspota pensé - ya vamos a cerrar señor- trate de exprimir la poca paciencia que me quedaba y volví a insistir - Discúlpeme señor, pero es mejor que vuelva a su habitación si es un huésped. - No soy ciego veo que va a cerrar y no quería interrumpir su baile señorita - miro con dificultad mi gafete dorado - Diane... tengo un auto, por su seguridad también un chofer y mi chofer un paraguas. No me preocupa como a usted un poco de agua y si cree que voy a propasarme puede estar tranquila, no es mi tipo de mujer, sin ofender. - Eso hizo el efecto contrario, al parecer lo hacía con toda la intención de fastidiarme. Era mi límite - le quite el vaso casi lleno y frente a sus ojos lo derramé por completo en el desagüe, guardé la botella - no mas bebida para usted, señor... lo mire con los ojos entrecerrados como leyendo su rostro y susurré - Imbécil... estoy obligada a servirle, pero irá a su cuenta cada que elija un trago mas para el desagüe, está ebrio. Me miró atónito sin dejar de sonreírme con sus ojos alcoholizados. Probablemente eso me costaría mi empleo, pero me dio un gusto que me relajo bastante despues de días soportando a los ricachones y sus desplantes. No pidió otro trago y no se iba, su presencia seguía siendo incomoda. Las puertas se abrieron y una mujer hermosa con un vestido n***o ue dejaba poco a la imaginación cruzo modelando directamente hacia el hombre que tenía en frente, lo rodeo con sus brazos besando su cuello. Se había puesto más que incomodo para mí, era obvio que hacían ambos en el hotel y me aleje como si no existieran. Ella beso su boca un rato, murmuraron cosas y luego noté como él le dio un fajo de dinero cuando se despidió. Estaba asqueada deseando con todas mis ganas que ese hombre también saliera del lugar. No era difícil imaginar la clase de servicio que habrá ofrecido la modelo a cambio. - ¿Puedes servirme agua? - estaba de acuerdo con ello y que terminaría con su tediosa visita al bar - tendré que dormir aquí hoy. Ella se ha llevado mi chofer y mi paraguas ya que me rechazaste - se encogió de hombros. - De por hecho que hay muchas habitaciones disponibles para soportarlo y ahora entiendo también su tipo de mujeres - dije sin mirarlo después de colocar el vaso frente a él. No pensé que me había escuchado, pero lo hizo porque rió. Mi teléfono sonó insistentemente y al ver que era Ann a esas horas de la noche me asusté. Cuando lo conteste ella estaba en un sitio muy ruidoso. Trate de escuchar mientras mi corazón se aceleraba, hacia dos días enteros que no la veía, me alejé al otro extremo de la barra y eché un vistazo rápido al individuo que se levantaba paara irse. - Ann... hola... ¿pasa algo? ¿en donde estas?... ¿Ann? - No voy a llegar, saldré de viaje a primera hora con Christopher - ... ¿Quién demonios es Christopher...? ¿en donde estas...? - No te preocupes.. - estaba al borde, ya antes había desaparecido al punto que pensé que le había sucedido algo - ¿Que no me preocupe..? ¡por Dios Ann! hasta cuando tendrás esta vida que aunque parezca buena sabes que es miserable. Ya no tienes 20 años madura, ve a casa consigue un empleo, ¡lee un libro que se yo!. Sé una adulta, enfrenta la vida y deja de salir con cuanto idiota te pase por el frente. Nunca conseguirás a alguien que te ame de verdad así.... ¿¡Que dices!? me parto la espalda trabajando, hay un millonario imbécil aquí y tu me llamas a estas horas borracha, ¡está lloviendo a cantaros ve a casa ahora! - colgué pateando el suelo y fui consciente que me había excedido en el lugar incorrecto... ese hombre era un cliente y probablemente por quien me despedirían y Ann... creo que fui muy dura, pero era mi amiga y me preocupaba. Las horas que le debía a mi cuerpo cargaban mi mente, necesitaba ese jacuzzi. - Creo que tienes unos pequeños problemas. Hace un rato estabas bailaindo, luego te enfadaste, fuiste sarcástica y volviste a rabiar - mencionó y yo suspire avergonzada - Mis problemas un hombre como usted no los entendería - me miro unos largos segundos entre sus pestañas cobrizas y sus pequeñas arrugas en la comisura de sus ojos claros - ¿Por qué no? - Porque son de dinero y eso no es un problema para ninguno de los que está del otro lado de esta barra. Sin embargo les hace fácil minimizarlos tomándonos como sirvientes personales - Mire la barra y el billete con la propina y suspiré - llévese su billete no me he ganado esa propina, lo he tratado con el servicio mas deplorable y poco ético de mi vida. - ¿Cuánto te pagan aquí?. Creo que el baile estuvo bien y te la mereces, aunque si tratas a todos con ese carácter... - Dije que lo sentía, de verdad lo lamento. - ¿Trabajarías para mí? - fue mi turno de reír - Por qué no va a dormir lo necesita - Usted también al parecer. ¿Tiene novio señorita? - Alcé las cejas - No es de su incumbencia - Entonces eso es un NO... Si trabaja para mi triplicare su salario más propinas del mes en este lugar - Me hizo pensar, ¿porque siquiera lo pensaba? era muy raro - ¿qué clase de trabajo? - me ganó la curiosidad y la incredulidad - De acompañante - Usted sí es un verdadero imbécil. No soy ninguna mujerzuela como esas a las que acostumbra. Ni lo sueñe, ¡no lo besare ni me acostare con usted está claro!. Mejor váyase. - No involucra sexo, ni siquiera tiene que besarme señorita Diane solo aparentar que salimos, acompañarme a algunos cocteles y pasearse de mi brazo. También de día y en casa. Simplemente tendrá que hacerme compañía simulando ser mi novia. Si no le parece justo el p**o usted ponga el precio - ¿Ahora me trata de usted? - Soy un hombre de negocios, esto es serio - volví a reír - ¿Por qué quiere mi compañía?. ¿Es que acaso contrata diario a una diferente para hacer creer que todas caen a sus pies?. Puede tener a la mujer que quiera, lástima que le cueste - aquella conversación era descabellada, pero de alguna manera parecía tener sentido. Ese hombre era joven, aunque no tanto y bien parecido, además de poseer evidentemente mucho dinero. - Corrección, no puedo tener a la mujer que quiero. Puedo tener a cualquier mujer incluso a usted con una buena oferta laboral. - Me volvió a hervir la sangre, que facilidad tenia para alterarme con su juego de palabras. Su soberbia me subía la bilis a la garganta no nos llevaríamos bien ¿y aun así quería mi compañía?. Los millonarios estaban todos locos - ¿Por qué cree que aceptaría algo como eso si usted no me cae ni remotamente bien?. No sé quién es, ni por que querría que fingiera si claramente como dice puede conseguir a todas. Incluso con su arrogancia. - Fácil, una mujer como usted sincera y transparente que está bajo un contrato es mejor que una interesada que me haga creer que me quiere no necesito que me convenzan a mi sino a los demás, es allí donde ellas fallan y usted puede que lo supere. Tómelo como un juego o capricho da igual, todas quieren mi dinero. - Yo no quiero "SU" dinero, esto me está pareciendo muy inusual y puede que ofensivo - me cruce de brazos. Sacó un bolígrafo de su chaqueta y anoto algo en la servilleta, luego la extendió hacia mi Abrí los ojos y parpadee. Con eso podría pagar la matrícula y los aranceles era lo único en lo que podía pensar. Lo inusual y extraño parecía posible, podría considerarlo y jugar su juego así que si aquello era una broma podía ser igual de graciosa. - De hacerlo, aceptar fingir estar con usted con un contrato de trabajo si supongo que es por más de un día y solo podría por un mes, así probaríamos si funciona. No dos años como parece cubrir esa cantidad y habrán normas, nada físico entre nosotros ni por aparentar no soy una actriz y usted tampoco es mi tipo - reí con ironía incrédula - Necesito alguien que me acompañe y que aparente ante todos, incluso mi familia que es mi novia. Haremos reglas y un contrato estructurado y legal con un abogado. Será parte de la nómina de mi empresa - parpadee - a mi si me cae muy bien a pesar de su carácter cambiante - guardo su bolígrafo y sacó una tarjeta negra con letras doradas - llámeme mañana en horario de oficina - se termino su agua y salió del lugar como si nada mientras yo aun sostenía su tarjeta en mi mano. - ¡Lista para cerrar! - Lion me saco de pronto de mi embeleso debatiéndome entre si aquello había pasado o no. Fue extraño y después de un rato no lo tome en serio. El hombre estaba ebrio. Esa habitación y ese Jacuzzi parecían la gloria. Tener dinero debía sentirse así literalmente, estar en una nube relajada todo el tiempo sin problemas que oprimen tus sueños. Había champagne en un pequeño refrigerador, por unas horas me sentí tranquila dejando que el agua perfumada y tibia desvaneciera la tensión. Le di varias vueltas a aquella tarjeta, tome mi teléfono y active el buscador... Bruno Evans CEO Industrial IEM. Había escuchado antes de esa compañía, era la base de otras nacionales e internacionales basadas en implementos tecnológicos. No podía creer que ese hombre que no era tan viejo era su dueño, medite demasiado lo que había pasado, sus palabras, pero lo único que mi mente no apartaba era la posibilidad de pagar por completo mi matricula. Solo por acompañarlo y fingir, era raro, quizá me eligió precisamente por no ser su tipo, pero al fin y al cabo era un empleo. No era indecente y tampoco parecía real, quizá estaba casado y tenía problemas con su esposa y yo me metería en un lío. Hablo de un contrato y no pasaría nada por probar. Parecía interesante la idea de ser una novia contratada más que el de servir tragos. Chasquee la lengua era una locura siquiera pensar en hacer algo así A la mañana siguiente desperté entre plumas. Que distinto despertar entre tanta comodidad descansada, aunque afuera era un día gris y húmedo. Llegue a casa sonriente y a pesar de que no lo esperaba Ann estaba allí. Recordé de pronto todo lo que le había dicho en la madrugada, me sentí muy mal. - Hola.. Siento mucho lo que te dije, estaba... tenia... - Si ya lo sé.. y Diane.. lo que me dijiste sé que tienes razón. Soy un desastre, tengo 28 y aún sigo actuando como una tonta, te miro y eres increíble. Con todo lo que te ha costado sacar tus estudios más tu trabajo, no ha sido fácil para ti y quisiera ser un poco como tú. De hecho voy a empezar por enderezar todo esto. Buscare un empleo ya basta de pedir dinero a mis padres, además nunca conseguiré a alguien de verdad en un bar con tragos encima, dejare de salir los fines de semana y seré un adulto, te lo prometo - se levanto del sillón y me abrazo fuerte - ahora me voy que duermas bien Me dejo sola y pensativa. Que ironía. Quizá no fue tan mala esa descarga y hacer cosas de manera impulsiva podría resultar ser a veces una solución. Recordé al hombre y me di a la tarea de investigarlo un poco mas. Con su simple nombre aparecieron reportajes y fotos de toda clase, era el hijo del que convirtió una gran empresa de tecnología en un imperio y ahora se encargaba él. ¿Quién no la conocía?. Además del enorme edificio en el centro que era un atractivo arquitectónico de la ciudad, estuvo casado con una actriz y comprometido con una modelo, le conocieron infinidades de mujeres y entonces me pregunte si no sería gay. Quizá les p**o a todas y al vencer su contrato solo las reemplazaba, pero lo había visto con esa mujer en la noche y no me parecía que le gustaran los hombres. Tal vez era un enfermo que le gustaba comprar personas, de todas maneras no averiguaría nada de eso por la red. Me quedé mirando su foto y había que ser ciega o estúpida para sólo querer a un hombre como ese por dinero, aunque visto lo visto no me extrañaba. Debía ser pésimo en la cama, era alcoholico y dictatorial. Podría estar muy bien en fotos, pero personalmente era una persona horrible. Sería un jefe insoportable con lo que estaba mas que justificada la cantidad que ofrecía. Esa tarde tampoco me concentre en estudiar. Miraba la tarjeta constantemente desafiándome a probar la veracidad de ese asunto. En situaciones desesperadas, medidas desesperadas. No dejaba de pensar en la posibilidad y al ver mis saldos bancarios sumados en mis deudas la tentación era enorme. No sabía si era más mi curiosidad o el hecho de que con aquel empleo, solo por fingir un mes a su lado pagaría todo un año de mi carrera y me permitiría avanzar para al fin convertirme en lo que había deseado por años. Aspiré aire profundamente, tome su tarjeta y marqué... sin anestesia al segundo timbre contestó. - Hola Diane, sabía que llamarías - eso me aceleró el corazón, pensé que me contestaría una secretaria o tendría que recordarle que me había dado su tarjeta y en lugar de eso... - ¿Como sabe quién es? - Escuché su risa al otro lado del teléfono - no le doy mi tarjeta a nadie que no tenga ya registrado en mi teléfono, ¿puedes venir en un par de horas? - ¿ir a donde? - A mi oficina, tendré todo listo - ¿Cómo cree que sé donde está su oficina si no le conozco..? - Te di mi tarjeta, te espero - sin más colgó - Imbécil - murmuré
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