Del asilo a la barra
Nunca sabia como peinar mi cabello. Desde hace mucho que me resigne a pensar que tenia vida propia, y es que para Ann era siempre tan fácil mirarse al espejo viéndose siempre como una reina, pues el suyo era liso y brillantemente azabache que contrastaba con su tés blanca y perfecta, en cambio yo estaba llena de pecas y mi cabello era un enorme signo de interrogación. Resoplé por enésima vez tratando de acomodarlo de algún modo, era tan rubio que me hacía parecer aun mas pálida. Mis ojos parecían hundidos entre mis ojeras, acompañadas de un par de aceitunas oscuras que ponía en blanco al tratar de hacerme una coleta para verme quizá un poco mas femenina y humana.
- Diane deja de insistir tu cabello es hermoso - gritó mi flatmates desde el pasillo del departamento que compartíamos hacia dos años.
- Dame un minuto Ann
Y así fue como igual que siempre me arregle el uniforme azul claro con una mueca desistiendo haciéndome un moño despeinado a lo alto, al fin y al cabo los pacientes no notarían mi cabello en la madrugada.
Cuando salí dispuesta a mi turno esa noche ella estaba impresionante con un vestido ceñido y la boca pintada como una fresa, iría con sus amigas de fiesta. A pesar de sus innumerables invitaciones nunca podía ir, si no tenia turno estaba agotada durmiendo algunas horas para continuar con mi demandante rutina. Siempre decia que trabajaba demasiado y que me haría vieja pronto si no disfrutaba aunque sea un poco de mi juventud, pero para mí lo más importante era conservar mi beca. Otorgaban diez cada año a los mejores promedios y cubría buena parte de mi vida económica.
Hacia poco más de cinco años que estudiaba medicina y aun no había podido terminarla, era una enfermera cuidadora de adultos mayores aspirante a médico que trabajaba turnos dobles para poder cubrir muchos gastos. A decir verdad la matricula era tan costosa que ni con media beca podía sustentarla, mis créditos universitarios estaban agotados y si no lo lograba este mismo año no lo haría más adelante. Hacía más de dos años que debí terminarla, mi beca podría ser de cualquier otro ingreso, así que la redujeron considerablemente hacía ya dos años y medio dejándome la mitad de la carga. Trabaje muy duro para salir apenas de mis compromisos, estaba convencida que ese año no tendría nunguna oportunidad si la retiraban poer completo. Por suerte pude optar por los turnos extras.
De cualquier forma me esforcé y gracias a mi promedio no la habían retirado por completo. El rector de la facultad me había advertido que de no matricularme cancelando los aranceles pendientes ese año perdería la beca y con ella un año más de estudio. Mis posibilidades de terminar mi carrera eran cuesta arriba y se volverían imposibles sin esa gran ayuda. Enfermera de día, cuidadora por la tarde, estudiante de madrugada.
Mis problemas no acababan allí, estaba trabajando demás físicamente estaba llegando a mi limite y lo sabía. Mentalmente era un desastre estudiando de a ratos en la hora de mi almuerzo, o en mi poco tiempo libre generalmente un libro se quedaba durmiendo en mi pecho y a mis abuelitos no les gustaba que les leyera de enfermedades. Era lógico y no podía más. No lograría ni una cosa ni otra, pero tampoco veía solución.
Era mi segundo turno cuando me avisaron que el director del recinto, el jefe médico del hospital y la jefe de cuidadoras querían verme, eso solo significaba una cosa nada podía ir peor. Cerré los ojos antes de entrar a la oficina y respire profundamente tratando en ano de recomponer mi cabello. Mirarlos allí tan serios no ayudaba a calmar mis nervios, aunque no dejaba jamás que se me notaran. Tomé asiento ante el jurado para escuchar prácticamente lo que sospechaba, me echarían.
- Diane, te hemos citado aquí por una razón ya conversamos y barajeamos posibilidades. Eres una excelente enfermera, un gran futuro en medicina interna - aquí viene - pero has tomado turnos dobles por más de un año y tienes tres años y medio sin solicitar tus vacaciones. Sin embargo se nota a simple vista que debes descansar, no permitiremos que un profesional tan capacitado se nos marchite en nuestras propias narices y requieres el doble de fuerza para atender a nuestros pacientes especiales. Eres consciente de cuanto debemos estar atentos, tenemos estas vidas en nuestras manos - movió hacia mí un documento sobre la mesa - dos meses de vacaciones pagadas para que descanses, tomes tu matricula en la universidad y regreses dispuesta. En un año más tendremos que resignarnos a perderte del área de cuidados cuando te titules y te queremos aquí con toda tu energía, esto no es debatible.
- Pero... director Jones necesito los turnos extra, descansare una semana y volveré como nueva - trate de mediar
- Lo lamento mucho Diane es una decisión tomada, si quieres permanecer trabajando en este sitio - lanzó la última advertencia.
Puse mi mejor cara y me despedí derrotada física y mentalmente. Llegue a casa y literalmente caí sin ningún pensamiento sobre el sofá, ni siquiera llegue a mi cama. Debí admitir que tenían razón. La buena noticia era que no me habían despedido, la mala que dos meses de vacaciones mas mis ahorros no pagarían la matrícula de todo un año. Necesitaba mis horas extras.
Cuando desperté estaba todo oscuro y tenía una manta encima, debió haber sido Ann. El reloj de la pared marcaban las (23:35) y ella no estaba, por supuesto era sábado estaría de fiesta en algún lugar con sus amigas. No quería pensar demasiado tome una larga ducha, me puse mi simpática pijama de ositos y me volví a dormir.
Por la mañana me prepare un café bien cargado de los que mi cuerpo ya estaba tan habituado y me senté a ordenar mis posibilidades, pero no se me ocurría nada. Simplemente me quede mirando un punto fijo. Necesitaba dinero y pronto.
- ¿Y tú? ¿que haces aquí hoy no tienes que trabajar? - pregunto Ann bostezando sirviéndose un poco de café
- Me echaron
- ¿¡Qué!? - se sentó como un rayo a mi lado y me miro con preocupación - ¿por qué? ¿inyectaste a a un abuelo en una costilla en lugar de su trasero? - rió, pero al ver mi cara comprendió que no me parecía chistoso
- Me dieron dos meses de vacaciones forzadas
- Que exagerada eres yo estaría feliz de vacaciones, creo que eres a única persona en el planeta que se deprime por estar libre
- No estoy libre estoy en problemas monetarios. Sabes bien que tengo que pagar esa matricula, tengo que titularme o perderé lo que me queda de la beca y allí si nunca sucederá - estaba alterada y ella parecía no ver la dificultad de aquello - no puedo solicitar mas créditos estudiantiles, no puedo pedir un crédito al banco pues tengo uno en rojo, no tengo más dinero y lo necesito - enterré la cabeza en mis manos y lloriquee para finalizar mi drama.
- Sé lo importante que esto es para ti Diane y lo siento mucho, siento no poder ayudarte. Ni si quiera tengo ahorros.
- No te estoy pidiendo esa ayuda sólo comprensión, si no trabajo no generare dinero extra - hubo un pequeño silencio en el que ambas parecíamos pensar con la velocidad de la luz.
- Consigue un empleo, toma las vacaciones como algo bueno. Te las pagaron y te dieron carta abierta para conseguir un empleo estos dos meses que te genere mas, así podrás completar para pagar la matrícula - ella parecía haber solucionado mi problema con aquella sonrisa enorme
- ¿Que empleo?. No me pagaran más de que lo que gano, tiene que ser uno que diariamente me de ganancias muy altas...
- Mi amiga Romina ¿la recuerdas? - no tenía idea, pero asentí - su tío trabaja en el Millenials Hill y nos contó que buscaba a una chica para atender la barra de noche. Me lo ofreció a mí, pero sabes que no se me da lo de trabajar de noche y fines de semana - o trabajar en general pensé
Puse los ojos en blanco. Ese hotel era no de cinco estrellas, era algo así como de diez. Solo pasar frente a él te hacía sentir pobre, la gente que iba allí de todo el país y el mundo no pisaban el suelo levitaban en el mármol romano pulido. Quizá exageraba, pero aquella era mi impresión.
- Es perfecto Diane, ¿sabes cuánto dinero harías en propinas?. Dan el billete de 100 como limosna, por las mañanas puedes estudiar mientras tanto, además estas acostumbrada a esos turnos - se levanto como un resorte sin esperar mi respuesta y buscó su teléfono - le marcare en seguida quizá siga disponible.
La verdad no tenía otra idea, no podía ser tan difícil y necesitaba esas propinas limosna por montones. Me deje caer con la cabeza colgando del sofá y mi pensamiento más recurrente era el mismo, haría lo que fuera por matricular mi último año. Probablemente era bueno, aun así dos meses para reunir una cantidad como esa ¿siendo solo bartender?. Quizá debería buscarme otro empleo por las mañanas, repetí en mi mente.. ¿lo que sea? es algo extremo... ¿cuál sería el límite?. ¿Venderme?.
- ¡Lista! está arreglado, esta noche veras al tío de mi amiga - me extendió el papelito en donde anotó los datos - aquí está todo.. la dirección, su nombre y la hora en la que te espera - cruzó los dedos - tengo el presentimiento que esta es la oportunidad perfecta para arreglar todo lo de tu matricula. Cuando empieces a ganar como médico me lo agradeces - beso mi mejilla sonriente - ahora voy a arreglarme, saldré con John esta tarde.
- ¿Quien es John? ¿no salías con un tipo llamado Vicent?
- Eso es historia, a John lo conocí anoche
- ... ¿cómo puedes salir con un tipo que conociste una noche en un bar?. En esos sitios no se consiguen hombres decentes con quien tener una relación normal
- Lo hago cuando lo paso bien con ellos no quiero una relación formal Diane. Es evidente que si no me llega a gustar sin la adrenalina de la noche no lo veré mas, pero habré pasado un buen rato - alzó las cejas repetidamente - ese es el punto, tu deberías salir con alguien. Esa cara de muerta viviente te la quitaría un buen...
- ¡Ann..! Esto... - señalé mi rosto entero - solo se me quitará cuando reafirme mi beca para mi último año, pase la prueba y entre al hospital finalmente como residente. Ningún trozo de carne reemplazara esa satisfacción.
- ¡Como digas! - se dio la vuelta contoneándose mientras yo mire el papel, esperaba poder conseguir ese empleo.
Llegue puntual. Ese hotel era realmente impresionante. Tenía mi mejor traje, muy ejecutivo como si el empleo fuera de gerente quería causar la mejor impresión. Recogí mi cabello rebelde como siempre y cruce las puertas de cristal giratorias. Apenas eran las seis de la tarde, todo parecía chapado en oro y cristal, los muebles aterciopelados, la hermosa araña con montones de brillantes girando. Para mí era el lugar mas extravagantemente lujoso que habia pisado en la vida. Las recepcionistas eran jóvenes y agradables, muy bonitas, de hecho daba la impresión de que eran actrices de televisión hablando de forma educada y correcta con un tono de voz perfecto.
Me indicaron una puerta a la izquierda que daba al bar, ¿cómo describir ese lugar sin exclamar ¡wow!?. Todo de cristal con un mostrador de un caoba brillante y detrás cientos de copas y vasos hermosos con las mejores bebidas del mundo en exhibición. El salón era enorme, con butacas y sofás de cuero, algunos apartados para privacidad, otros en el centro con vista hacia la calle ninguno hacia la barra. De fondo sonaba el jazz en vivo con un elegante trio musical que tocaba con esmero, a pesar de que solo habían dos personas bebiendo una copa sin prestarles la minima atención mientras conversaban. Gire a la barra y un hombre limpiaba cuidadosamente una hilera de vasos, no era tan mayor así que no estaba segura de que fuera el tío de la amiga de Ann, de lo que si me di cuenta es que era exageradamente guapo, me acerque.
- ¿En que puedo servirle señorita? ¿un Gin Tonic o quiza Martini, Chardonnay, Champagne, Cheval-Blanc o algún coctel de la casa? - tenía toda su atención en mis ojos, era tan intimidante como halagador de cierta forma. Como si yo fuera una joya y él un admirador con una sonrisa imperceptible entre la amabilidad y el respeto, con un toque de picardía que además no estaba nada mal. Vestía de corbata color vino y una impoluta camisa blanca que no escondía ni un poco sus brazos bien trabajados en un gimnasio. No recordaba la última vez que un hombre me vio de esa forma, simplemente era encantador.
- ¡No!.No bebo - respondí nerviosa - nunca los he probado para ser sincera - sonreí tontamente y me regaló una de esas sonrisas que acalorarían hasta la mujer más fría - solo busco a Don Diego
- Eres Diane supongo - cambio de pronto su tono de voz y su mirada, asentí - te espera en la oficina pequeña del fondo - dijo finalmente haciendo su trabajo sin mirarme como si hubiese perdido el valor, ese hombre solo estaba haciendo su trabajo, ¿así tendría entonces que procurar hacerlo con los caballeros?. Hice una mueca mental saliendo de la burbuja.
El hombre que encontré en la pequeña, pero elegante oficina si parecía ser Don Diego. Regordete de traje y sonriente, lo primero que note fue su mirada entera sobre mí, luego hablo de lo que debería hacer justo como lo hizo el maniquí de la barra. Me hizo varias preguntas personales que en el momento no le encontré relación con el trabajo que desempeñaría, pareció complacido de mi negativa a la mayoría de ellas. Sin mas fue a un pequeño deposito detrás de la pared y me entrego un traje perchado.
- Comienzas ya Diane me urgía una chica como tú educada, inteligente y linda para la barra. Vienen mas caballeros que damas por aquí así que ponte esto y ven a verme enseguida - estaba atónita. Me indico donde quedaba el baño y donde podría dejar mis cosas.
¡No lo podía creer!. Repase en mi mente el p**o por noche y el aproximado en propinas generales que compartía a mitad con Lion, el hombre hermoso de la barra. Mas las que conseguiría personalmente con los caballeros solo por una "excelente atención". De esta última supe claramente de que se trataba fui atendida así por Lion. Según Don Diego eran muy generosas, comencé a sacar cuentas y trabajando durante dos meses así aun me faltaría dinero. Ya lo sospechaba y aunque pagaban muy bien la matrícula parecía siempre inalcanzable ahogándome en deudas.
Me mire al espejo puse mi mejor cara de guerrera y me dispuse a alcanzar mi meta. Estaba dispuesta a lograrlo a como diera lugar. Llevaba una camisa abotonada hasta el cuello con un lazo del color de la corbata de Lion. Burdeos. Y una falda del mismo tono, muy corta. Quizá Don Diego se equivoco en la talla que ni siquiera me preguntó, a propósito. Trate de bajarla, pero seguía siendo corta. Parece que no solo vendería tragos sino algo visual solo si me desplazaba por las mesas ya que desde la barra estaba resguardada. ¿Como había cambiado de uniforme de un extremo a otro por dinero?. Sonreí para darme ánimos, era temporal y daría lo mejor de mí como siempre. El lado positivo, sería una historia que contar. Estaba a punto de llegar a mi meta, podía verla y correría hacía ella.
- Estas casi perfecta - sonrió Don Diego al verme - solo una cosa más, suéltate el cabello por favor - dijo mientras me miraba de arriba a abajo y me sentía más que incomoda por quinta vez
- Mi cabello es algo salvaje, no debería estar suelto - traté en vano de insistir dejarlo como estaba. Me había costado mucho recogerlo dignamente, aun así chasqueo la lengua y me pidió que lo hiciera. Lo deje caer hasta la espalda y lo agite para darle cierta forma
- ¡Excelente! - te quedaras así, pareces una tierna leoncita. Así que ya tengo a mi León y mi Leona - rió y aunque trate de reír con él parecieron quejidos.