—Bien, vamos a dejar claro lo obvio… Tu presencia aquí en la empresa, en la mansión… en la familia, me genera un conflicto emocional muy fuerte, eso no es un secreto para nadie, menos para ti —soltó Irina sin ningún tipo de anestesia. —Lo lamento, yo no… —¿No pretendes hacerlo? ¿No es tu culpa? ¿No sabes cómo evitarlo? Lo sé… Créeme que lo sé, pero yo tampoco puedo controlarlo, lo intento, pero soy consciente de que el resultado no es el mejor —Hizo una pausa y respiró profundo—. El parecido que tienes con tu madre es… —otra respiración—. Me da escalofríos, y un color de cabello distinto no me lo hace más llevadero. —Lo siento —murmuré otra vez. —No es tu culpa. Y comprendo que pasara lo que pasara en el con tus padres… Tú no eres culpable de nada. —Me removí incómoda en mi asiento, e