—Ven —dije mientras tomaba la mano de Claudine y abría la primera puerta que se cruzó en mi camino… El antiguo despacho de mi padre y que ahora era de Emmett. Cerré la puerta y apoyé a la mujer contra la pared para poder moverme a mis anchas; tomé su rostro con una de mis manos, casi hundiendo mis dedos en su cabello rizado, y me incliné para besarla. No fui lento ni tierno, mi boca buscó ansioso la suya y ella respondió de inmediato metiendo su lengua hasta mi garganta y tomando mi rostro al mismo tiempo. El beso era húmedo y… ardiente, no iba a negarlo, la mujer me besaba con hambre, como si hubiese esperado aquello por años y si había algo que alimentaba mi libido era saberme deseado de una forma tan carnal como quizás ya no volvería a sentir con Nadine. Claudine respondía a mi beso