Los retorcijones en su estómago, acompañado de un enorme vacío la hacen caer .
—¿Esta todo bien? ─pregunta la doncella la escuchar el estruendo al caer desmayada Falú.
Insiste un par de veces, pero al no tener respuesta empieza a correr por el pasillo por el guardia real para que ayude abrir la puerta.
Los escoltas reales corren para abrir la puerta, la cocinera corre a preparar algún te, uno por uno los escoltas corren para avisarle lo sucedido al rey, llamar al médico, y preparar el auto en caso de tener que ir al hospital.
─¿Porque hay tanto escándalo? ─sale Ana de su habitación con un libro a medio leer.
─¡¡Princesa!! ─se inclinan enseguida todos a su paso.
─La princesa...
─¿Le sucede algo a mi hermana? ─ pregunta Dante, quien movido por el escándalo, busca respuestas.
─La Princesa Amara se desmayó . ─se lamenta.
Con una mueca de desagrado Ana se voltea y regresa a su habitación, mientras Dante sun curioso, va por los pasillos siguiendo el caos a su paso .
─Insistí, pero no abrió ─.apenada, casi al borde de las lágrimas insiste una y otra vez la doncella .
El médico revisando su pulso, Anet, dejando el té en la mesita de noche, El rey de pie ante sus su hija con notoria preocupación, aguarda en silencio el resultado del medico.
Con un semblante pálido, el cabello despeinado, sus ojos cerrados dejan apreciar aun mas sus pestañas, ya que el color de sus ojos es tan intenso que las opacan.
Dante, con aquella minuciosa observación llega a una controversial conclusión, ella no se parece en nada a sus hermanas, No se parecen en nada .
─Alteza. Ella estará bien, está un poco débil, pero es pasajero. Reposo y buena alimentación, y estará como nueva,
El Rey asiente ya un poco más aliviado, ante aquella reacción el personal se retira tras una reverencia.
Poco a poco empieza a reaccionar, abriendo así sus ojos.
Dante deja escapar un suspiro de alivio, algo que además de sorprender a su padre, lo hace así mismo. No se sabía tan preocupado .
Despertar y ver al señor que dice ser mi padre de pie frente a mi es un poco aterrador, pero ver al tipo que me ha llamado "cenicienta" es macabro.
No entiendo nada, mi cabeza me duele, mi visión está algo borrosa, pero se regula rápidamente.
Estaba camino a tomar el vestido y ahora que abro los ojos estoy en la cama,
─No es su culpa ─.digo al escuchar la incesante disculpa de la doncella.
─No te preocupes, te daré una mejor. ─dice. La cara de la chica da lastima, esta por llorar. Todo por mi culpa.
─Ella me agrada. No quiero a nadie más que ella. ─digo como si mi voz tuviera algún peso.
Al parecer eso molesta al rufián, ya que se va en silencio sin que su padre lo note.
─Si eso deseas, así será. ─dice y se voltea. ─no habrá una segunda vez. ─enfatiza con rigidez. Es tanta que puedo notarlo aun aturdida. No saldrás de aquí hasta que tu lo desees.
Asiento y me giro en dirección opuesta al señor, mi padre.
─¿No deseas hablar conmigo? ─pregunta el. Escucho pasos alejarse y por su torpeza diría que son de la doncella.
─Eres igual a tu madre . Callada, silenciosa... me recuerdas demasiado a ella.
Quiero pregunta, quiero saber, pero siento que no dirá nada. Mi abuela pudo guardar silencio toda mi vida y ahora el me ofrece la opción de respuestas pero no garantiza sinceridad.
Escuchó un suspiro con nostalgia, y luego pasos lentos, pero firmes.
Apenas unos segundos que se marcha el señor rey, y vuelvo a escuchar pasos algo torpes. Es la doncella.
─Princesa... su cena. ─dice y me quedo en el mismo lugar.
─Disculpe. Sé que no soy nadie, pero quería agradecerle por lo que hizo por mi.
Me volteo despacio y la vi. De pie junto a mi cama con la cabeza inclinada.
─cierra la puerta. ─dije y ella obedece enseguida.
─Siéntate aquí. ─palmeo el costado junto a mi en la cama.
─Princesa no... no podría. ─se avergüenza, como si hubiese dicho alguna grosería.
─Solo toma asiento. ─insisto. ─no se lo diré a nadie. ─le aseguro y ella sede, aún con recelo.
A Veces es curioso el inmenso mundo de respuestas que recibes, haciendo únicamente la pregunta correcta a la persona correcta.
O en mi caso, a la doncella correcta. Y todo mientras ceno un extraño platillo.
─¿Cual es la historia realmente de la familia Lancasther?
En un principio actuó con recelo, sentía su miedo de hablar, pero yo quiero saber y eso definitivamente no me detendría, le conté una pequeña parte de como era mi vida en la granja, con mi abuela y su constante manía de controlarlo todo aun por encima de lo que yo pudiera pensar o sentir. Entonces poco a poco, su postura al estar sentada junto ami cambio y entonces lo supe, ella me diría todo lo que necesitaba saber, la historia del lugar en donde estoy.
—Pus verá.... Hace muchos años atrás, un hombre muy adinerado, hijo de la realeza llegó a esta isla. Misma que desapareció en el mundo exterior. Fuera de esta isla, no hay nadie que tenga los apellidos que usted, sus hermanos y demás ocupantes de esta isla tengan.
—¿Isla?
La mira con inusual curiosidad, como si acaba de meter la pata y ciertamente lo ha hecho, todo el tiempo he pensado en huir de aquí, que sería fácil y que no costaría tanto, ahora sé que será un poco más difícil.
—Así es...
Asiento con una sonrisa, tocando ligeramente su mano que está apoyada sobre su rodilla. —continúa. —digo y así lo hace.
—Aquel fundador de la isla, son sus antepasados más antiguos. Tuvo 12 hijos, de los cuales murieron 6 y 2 renunciaron a su legado además de ser mujeres.