Está lleno de ropas que por suerte sí tiene color, aunque debo decir sin sonar malagradecida, que los vestidos tienen colores muy variados y unos más fuertes que otros, pero ninguno de estos vestidos creo que usaré.
Me acerco y empiezo a hurgar en ellos, pero son antiguos, en realidad lo son.
Se ven pesados, gruesos, se ven muy ajustados al cuerpo, de mangas largas marcando la cintura con chaquetas estrechas y ceñidas a la cintura . El amplio vuelo de la falda es muy probable que ni siquiera pueda dejar ver los pies, por el contrario, soy tan bajita que juraría que nado en él, incluso podría perderme.
Me acerco con sumo cuidado, no puedo cometer ningún error y que mi futuro cambie ahora.
Mientras la doncella abre los cajones. Joyas y más joyas fielmente ordenadas se presentan ante mí, como si la vida me debe algún favor .
Asiento porque no se que mas hacer y ella se va. ¿Hice algo mal?
Aún no creo todo lo que estoy pasando, aún no creo todo lo que se me ofrece aquí.
No mentiré, no extraño a mi abuela, no extraño la vida apartada del mundo que llevaba, esto parece ser bueno.
¿Es raro que me sienta demasiado cómoda?
Asumo que no hice nada malo, ya que la doncella al salir toma la de la perilla de la puerta con ambas manos y retrocede con una sonrisa y se inclina.
─Si desea algo, por favor solo, hágamelo saber. ─dice y la puerta puerta se cierra muy despacio, casi como si estuviera hecha de algodón y no de madera.
¡El baño! Corro a la puerta como si de eso dependiera mi vida. Aunque debo admitir que en parte es así.
─¿donde esta el baño? ─pregunto, pero al parecer hago algo mal ya que la doncella se voltea.
─¿que está sucediendo? ─sale de una de las puertas por el elegante pasillo, una chica cuyo cabello cobrizo, me recuerdan a las zanahorias que siempre con mi abuela en la granja, tiene un flequillo muy corto para mi gusto, pero a ella le favorece mucho en realidad.
─¡Princesa Violeta!. ─se exalta mi doncella, inclinándose asustada hacia ella.
Princesa Violeta
Hermosa, cabello risado cobrizo, delgada, mediana, elegante hasta en el caminar, piel de seda con cierto toque rosáceo en sus mejillas.
Perfecta, es como la consideran todos en el reino, a la Princesa Violeta, la menor de las hijas del rey, cuyas obligaciones más que todo son, verse perfecta todo el tiempo, incluso al dormir, aunque eso signifique no tener una vida en realidad.
─Pregunte, ¿qué sucede? ─repica con elegancia y dureza.
─Solo quería saber, donde queda el baño. ─insiste, la ingenua Falú, señalando a su doncella.
─¡Pero cuánta insolencia! ─espetó indignada. ─¿Quien es esta... ─hace un escaneo visual de arriba abajo. ─señorita.
─Es tu hermana ─se escucha una voz de fondo. El rey ha llegado ante el alboroto. Todos se inclinan de inmediato, incluso la princesa violeta. Todos menos Falú.
─Eso es inaceptable. ─dice una vez más Violeta, al ver con el rabillo del ojo como la para ella desconocida no se inclina.
Con solo una mirada del rey, todos los del servicio se van de inmediato con una reverencia.
─No entiendo que sucede, pero solo quería saber donde esta el baño. ─digo ya con pena.
Cada vez que digo o hago algo, parece que lo hago mal porque todo es un alboroto. Primero lo de la doncella y ahora el baño.
─Padre... ─insiste incomoda, pero con mucho respeto al rey. El cual parece ser su padre por lo que ha dicho.
─No entiendo que sucede, pero solo quería saber donde esta el baño. ─digo ya con pena.
Cada vez que digo o hago algo, parece que lo hago mal porque todo es un alboroto. Primero lo de la doncella y ahora el baño.
─Padre... ─insiste incomoda, pero con mucho respeto al rey. El cual parece ser su padre por lo que ha dicho.
─Creí que tendría más tiempo, que podría descansar, recorrer todo antes de la presentación, pero al parecer mi pequeña princesa es inquieta y severa. ─dice acercándose a la princesa. acaricia su mejilla y esta sonríe con una extraña sumisión.
─Ve al salón principal, voy enseguida ─.dice y ella asiente, hace una reverencia y se va, sin mas preguntas o dudas.
Eso ni siquiera es una respuesta. ¿como puede aceptarlo así nada mas?
─Esto es un castillo. ─suspira con obviedad. ─aunque sus cimientos en si son auténticos como en la antigüedad, tenemos ciertas comodidades como a las que estás acostumbrada. El baño, la ducha, el medio de transporte, y ciertos mas son acorde a la actualidad. Debes curiosear un poco más tras las puertas de la habitación.
─Sí, si señor. ─suelta el aire que ha contenido mientras el rey hablaba.
─Aquí soy el rey, y aunque tal vez no sea como esperabas oírlo, yo soy tu padre. Te daré más detalles mañana cuando hayas descansado. Por ahora sígueme, conocerás a tus hermanos. ─dice y me ofrece su brazo muy cortez.
El rey parece ser muy amable, aunque no estoy segura que su hija lo sea, pero... ha dicho que soy su hija. ¿Eso me convierte en princesa, no?
Mi abuela no ha dicho nada de mis padres, más que el hecho de que habían muerto. No hay historia, anécdotas, relato alguno que recuerde de mis padres que haya dicho mi abuela.
De haberse dado estas confesiones en otra circunstancias, podría estar asustada o aterrada, pero, todos han sido amables hasta el momento.
No entiendo bien que sucede, pero creo que podría estar bien aquí. O por lo menos lo estaré hasta que cumpla mi mayoría de edad.
Apenas noto que ya hemos llegado a lo que el rey ha llamado, el gran salón.
Un joven muy apuesto, cabello rubio, algo largo para mi gusto, piel bronceada, alto y decentemente fornido, está junto a una ...