Capítulo 6

1319 Words
¿Por qué se había enfadado así, de repente? Cuando dijo que todas éramos iguales sonó a que estaba cansado de que cayeran a sus pies con sólo una mirada. Pero yo no había caído a sus pies, y si lo hubiera hecho, no se podía haber dado cuenta en la oscuridad. No dejaba de mirar el reloj, y Yoongi no aparecía. Ya estaba harta de la bromita, así que me metí las manos en los bolsillos y emprendí el camino de vuelta a casa. ¡Si pensaba que iba a esperarlo toda la noche estaba muy equivocado! Estaba muy oscuro. Tropecé varias veces con agujeros o piedras y casi me tuerzo el tobillo. A cada paso me ponía más nerviosa, ya medida que me iba acercando a la carretera esperaba oír la moto, pero sólo se oía el viento, las hojas secas y alguna lechuza de vez en cuando. Tampoco lo vi en la carretera. En cualquier momento escucharía el bramido de la moto y me miraría con su sonrisa cínica y burlona, eso pensaba, pero no ocurrió nada, ¡nada! El muy imbécil me había dejado tirada de veras. Saqué mi móvil, pero no sabía a quién decirle que me viniera a buscar, y me quedé pensativa. ¿Namjoon? Si mi tío se enteraba no me dejaría dar ni un paso más sin escolta. Marqué el número de Tae, pero me acordé de que Jennie todavía estaría con ellos, y era la última que debía enterarse, se burlaría de mí y al día siguiente lo sabría todo el instituto. ¡Ni loca! No, si podía evitarlo. Llamé a Namjoon, ya lo convencería de alguna manera para que no le dijera nada a mi tío. Me respondió de inmediato. Me pareció oír un ruido de motor. ¿Por qué no me sorprendió que ya estaba en el coche? Le expliqué rápidamente lo que había pasado y dónde podía pasar a por mí. Colgué, y me imaginé su sonrisa. Metí las manos en los bolsillos y seguí caminando. Sonó mi móvil y vi el número de Taehyung en la pantalla; rechacé la llamada. No tenía ganas de responder a sus preguntas, ni aunque Jennie no se enterara. Se me había olvidado lo tozudo que podía ser Tae; al final acabé por apagar el móvil. Al poco rato me iluminaron los focos del Mercedes. Namjoon venía de algún lugar cercano. Probablemente me había visto salir con Min Yoongi y nos había seguido hasta perdernos de vista. No hubiera sido nada raro, con lo rápido que había ido el loco de Min. Me senté en el asiento del copiloto y me puse el cinturón. Sin mediar palabra, Namjoon subió la calefacción. Se limitó a asentir cuando le pedí que no le dijera nada a mi tío, aunque no dejó de mirarme con el rabillo del ojo durante toda la vuelta a casa. Me hice pequeña en el asiento e hice como que no me daba cuenta. ¿Por qué me sentí tan mal? ¡Hasta ese día no había tenido nada que ver con ese desgraciado! Miraba por la ventana, enfadada conmigo misma por haber accedido a su ridícula invitación. Dios me librara de volver a ver al idiota de Min Yoongi. **** El joven rubio vestido de cuero n***o se estremeció ante la mirada del cazador. -  Me preguntaste lo mismo hace cuatro semanas, tío - se quejó el joven armándose de valor. -  Entonces ¿por qué te cuesta tanto responder? - dijo el cazador, también conocido como yudraj, cruzándose de brazos y mirándolo, con dureza -. Quizá hayas visto algo desde entonces. - El otro no le aguantó la mirada y echó un vistazo a su alrededor como buscando una escapatoria. La semana no había comenzado con buen pie para el yudraj, estaba frustrado y cansado después de buscar en vano durante semanas, sobre todo cuando tenía que lidiar con personajes como ese chaval. Le soltó un puñetazo sin previo aviso. -  Pero ¿Qué haces? -  El próximo te dolerá de verdad. Venga, habla. -  Son los rumores de siempre: un creado poderoso con progenie propia al que no le importa lo que digan los príncipes. -  ¿Qué edad? -  Ni idea, bastante vieja diría yo. -  ¿Sabes dónde está su guarida? - El cazador mostró los dientes cuando el muchacho hizo un gesto de no saber -. Déjame adivinar: no tienes ni idea. -  Ya te lo dije la última vez, yudraj, como también te dije que casi nunca está en la ciudad. -  ¿Cuánto estuvo aquí por última vez? -  Justo después de que me hicieras estas mismas preguntas ridículas, tío. El cazador lo agarró del cuello y lo empotró contra el contenedor del callejón antes de que pudiera reaccionar. -  ¿Cuándo exactamente? - dijo, y le brillaron los dientes en la oscuridad. El joven se ahogaba, y de nada le serviría tirar de su mano gimiendo. -  ¿Cuándo exactamente? - repitió el yudraj reduciendo la presión. -  Mierda, tío, ¿quieres matarme o qué? - jadeó el muchacho. -  ¿Cuándo exactamente? -  Dos días después de que habláramos, tío. Tuvo que ser el nueve o el diez. -  ¿Cómo lo sabes? - el cazador redujo aún más la presión permitiendo que los pies del chico tocaran el suelo. Al ver que no respondía volvió a apretarle el cuello mostrándole los dientes. -  Estuviste con ese creado y le dijiste que lo buscaba. -  No, escucha, no es cierto ... El yudraj no alcanzó a escuchar la respuesta del joven, ciego como estaba de rabia y dolor. -  Cría cuervos ... - maldijo, y golpeó al muchacho contra el contenedor con tanta fuerza que oyó cómo se le rompieron varios huesos. -  Tú lo traicionaste - le respondió el chico, que no tuvo tiempo de gritar cuando le rompió el pescuezo con un rápido movimiento. El cazador le dejó caer y dio un paso atrás. La satisfacción por la venganza duró poco pues volvió a embargarlo la pena. Observó el cuerpo semidesconocido de su víctima y salió del callejón. Iba contra las normas dejarlo ahí, pero ya había roto tantas, que poco importaba una más. Miró el cuelo cerrado de la noche; estaba lloviznando. El fresco y la humedad lo tranquilizaron. Cegado por la rabia, había descuidado la misión del príncipe. Debía controlarse, o mancharía aún más el honor de su familia. Rió amargamente. Controlarse no suponía ningún problema, pero el honor de su familia ... Dejó de sonreír. El miedo de que hubieran acabado con ella aumentaba día tras día. No quería ni pensarlo. "Quien pierde la esperanza, pierde el sentido de la vida", pensó. No se rendiría. Unas frías gotas de lluvia arrastradas por una ráfaga de viento golpearon su cara. Se subió el cuello de la chaqueta y se puso de camino. Cada vez llovía con más fuerza. La noche iba a empeorar, y aquellos de quienes podían obtener información buscarían un lugar seco y caliente donde resguardarse, como todos. No le quedaba mucho tiempo. Frustrado y lleno de rabia salió de su cobijo y se apresuró bajo la lluvia hasta el coche, un Corvette Sting Ray aparcado a unas manzanas en una bocacalle. Lo metió en el garaje y entró en la vieja casa que había enfrente. Abrió la puerta sin hacer ruido y puso atención; no había nadie. Sin encender la luz cruzó la cocina hasta la despensa, haciendo crujir el suelo de madera a cada paso, y bajó la escalera del sótano, donde dormía. Como siempre, aseguró con una tranca la puerta, se apoyó en ella y miró en la oscuridad. Un ratón se abalanzó a su agujero. No había más que una silla, una vieja caja de madera, un colchón y unas pocas cosas que había traído en su gastado petate de marinero. Se dejó caer sobre las mantas y se quedó mirando el agrietado suelo de madera. Cuando por fin se tumbó, de cara a la pared, cerró los ojos y esperó el sueño sin sueños. ¡Hasta aquí el capítulo! Espero que lo disfrutéis muchísimo. Instagram - letras_de_marisabel   Youtube - Suichi Lyna (+11.100) TikTok - suichilyna (+35.500) Muchas gracias por el apoyo. Historia adaptada. Original: El beso del vampiro, por Lynn Raven Alemania.  (España en 2008)
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