Cuando Arthur, abrió sus ojos. Se encontró de pie, en una habitación; completamente blanca. Era un cubículo inmaculado, de blancura absoluta. Además de él, a su alrededor había otras 10 personas. Todos estaban confundidos, y desconcertados; ante la situación. Nadie comprendía, como habían terminado en ese lugar. Especialmente el; quien, hacía unos segundos se había quitado la vida. Por lo que pudo ver Arthur. El grupo, estaba compuesta por 3 mujeres, y 7 hombres. Con edades, de entre 17 a los 30. Para su sorpresa. Entre todas las personas. Pudo ver dos rostros, que se le hicieron bastante conocidos. Haciendo, que por un instante ardiera en colera. No obstante, no hiso nada. El reflejo del lugar, era tan brillante. Que no podía con claridad sus rostros. Por lo que no estaba seguro, si realmente era ellos. Al menos, no por el momento. Tendría que esperar, y no ser imprudente; hasta averiguar, que era lo que estaba pasando.
Después, de dar un ligero vistazo a los demás. Pudo notar aversión a su presencia, por parte de los otros. No paso mucho tiempo, antes de que entendiera la razón. Todos vestían decentemente, e incluso algunos; utilizaban ropa de marca. Mientras que el seguía, con su atuendo de vagabundo; desentonando bastante con el lugar. Lo que provocó, que fuera juzgado; con miradas frías. Por su precaria, apariencia. Por suerte para él. Las dos personas que miraba con recelo, y molestia; en su corazón. Parecían no reconocerlo, en su estado actual. Por lo que se relajó, esperando una oportunidad para vengarse. Ya que finalmente, los había reconocido. No podía dejar pasar esa oportunidad. Los dos, le habían quitado todo. Los haría pagar. En su bolsillo derecho, había un tenedor. Que usaría para arrancarle los ojos, a uno de ellos. En el momento, que tuviera la oportunidad.
De la nada. Se escucho una voz.
-Elegidos, no teman. Los he convocado este lugar, con un propósito- Una sombra se materializo, en el centro de la habitación. Tomando una forma humanoide, similar a la de un maniquí; sin boca, y sin ojos.
- ¿Quién eres? - pregunto un de los jóvenes. Aunque Arthur, no pudo verlo bien. Quien hablo, parecía ser un joven con rasgos asiáticos.
-Pueden llamarme Atrofus. Soy lo que ustedes definirían, como un dios-
-Dios…- susurraron todos, aun mas confundidos. Sin entender, si aquel ser; hablaba con la verdad, o decía mentiras.
-Entiendo, que no puedan creer con facilidad en mis palabras. Pero los he traído aquí, poque otro mundo los necesita-
Sin dejarlos hablar. La extraña sombre, comenzó a explicar la situación. Tal como lo había dicho, su nombre era Atrofus. Él era un dios antiguo, de otro mundo. El dios del tiempo, y el espacio; siendo más específico. En un principio, era uno de los dioses principales. Pero con el paso del tiempo, su posición fue degrada un dios menor. No obstante, jamás dejo su deber como dios protector de la humanidad; en ese mundo. Y utilizando sus habilidades para prever el futuro, evito terribles desgracias. Aun así, nada pudo hacer para evitar ser olvidado. Perdiendo su estatus, entre los dioses.
La razón, por lo que los había invocado. Se debía a que recientemente, tuvo una visión. A través de esta, pudo ver. Como el mundo que juro proteger, era destruido por fuerzas malignas. Por lo que temeroso, del destino de la humanidad. Trato de comunicarse con los otros dioses, con el fin de evitar la catástrofe. Pero ninguno de ellos creyó su palabra, debido a que ya no era considerado un dios principal. Sino todo lo contrario. Pensaron que su advertencia. Era una estrategia desesperada, para volver al panteón principal. Por tal motivo, desesperado tuvo que tomar medidas drásticas. Y utilizando su poder, tomo nota; previendo todos los eventos, que causarían la destrucción del mundo. Luego, quemando parte de su energía vital. Rompió las reglas del mundo. Y usando sus poderes espaciales. Trajo a ese lugar, las almas de diez campeones. Diez personas, que debido a su naturaleza peculiar. Fueron seleccionadas, para salvar su mundo.
Cuando Atrofus, dijo el número diez. Una incongruencia, se hiso más que evidente.
- ¿Dijiste 10? Pero en este lugar, además de ti. Hay 11 personas- señalo un chico pelirrojo.
- ¿11…? - cuestiono la sombra; estupefacto
-Si. Somos 11- replico, el chico a******o. -El último en llegar, fue ese vagabundo de ahí- Sin pensarlo dos veces, levantó un dedo señalando a Arthur.
- ¿Quién eres, y que haces aquí? - el dios, se puso a la defensiva. No recordaba, el haber convocado a esa persona.
-Mi nombré es Arthur. Y como los demás, fui traído aquí-
- ¿Arthur…? - una chica, volteo al instante; reconociendo la voz del vagabundo. Era Callie, la exnovia de Arthur. La chica que lo había traiciona. La causa de su desgracia, y la razón principal de su s******o. ¡La maldita, había sido convocada al igual que los demás! Al ver la apariencia andrajosa de Arthur. Callie, sonrió con malicia; al entender, que ella era la responsable de su estado. La verdad, no sentía ningún remordimiento por lo que había hecho. Traicionar a Arthur, le había traído demasiados veneficios. No haber hecho, lo que le hizo a él. Habría sido desperdiciar una gran oportunidad.
-Espera une segundo Callie ¿Ese vagabundo es Athur? - Quien hablo fue Mathew. Quien ya había reconocido antes Callie, desde su llegada al lugar. Pero no esperaba que Arthur, también estuviera ahí. Mathew, era el rival que gano el torneo; cuando Arthur, fue drogado por Callie. También fue la segunda persona, que se aprovecho de la inminente caída de Arthur. Poniéndose de parte de Callie, cuando esta demandó a Arthur. Convirtiéndose en su nuevo novio, mientras ambos subían a la cima; destruyendo a Arthur, para lograrlo.
- ¿Lo conocen? - Pregunto Atrofus. Al ver como dos convocados, hablaban del extraño.
-Solo es un pobre diablos- explico ella, sin darle la menor importancia a su presencia.
-Es alguien, que pertenece al pasado. Un tonto, que no supo proteger lo que tenía- al igual, que Callie. Mathew, sintió algo de felicidad; al ver el estado tan deplorable de Arthur. Entendiendo, que él también había sido responsable de ese resultado. Sin embargo, tampoco sentía ningún remordimiento. La vida, le había enseñado. Que abecés para que una persona triunfara, otros tenían que pagar el precio.
Molesto, ante los comentarios. Arthur, no pudo soportarlo más. Y sin pensarlo un segundo ¡Se abalanzó sobre Callie, con el tenedor en la mano! Listo para desgarrarle el rostro, y vengarse de todo lo que ella le había hecho. Sorprendiendo a todos los presentes. Que no esperaban el desarrollo, de tan impactante escena. Pero justo cuando Arthur, estaba a punto de apuñar el rostro de Callie ¡Se congelo en el acto! Sintiendo como una fuerza desconocida, impedía completamente sus movimientos; a milímetros, de conseguir su venganza.
-No debiste actuar, tan precípitemente. Estos los diez campeones, que seleccione ¡¿Qué te da el derecho, de lastimarlos en mi presencia?! ¡Mortal insignificante! – El tono de Atrofus, era bastante severo; en respuesta a las acciones de Arthur. -Por lo que entiendo. Al parecer, ustedes lo conocen ¿No es así? –
-Lo conocemos- respondieron ambos, al mismo tiempo-
-Entonces, ya entiendo que fue lo que sucedió. Como sus suertes, y destinos están ligadas a él. Cuando use mis poderes, para traer a ambos a este lugar. La causa y efecto de su mundo, lo arrastró con ustedes. Como un efecto secundario, de romper las reglas entre ambos mundo-
-Si no es uno de los elegidos, debería deshacerse de el- señalo Mathew-
-Es cierto. Tenerlo aquí, solo traerá problemas – replico, Callie. Al entender lo que Mathew, quería hacer.
-En efecto. Su presencia, solo será una molestia para nuestros planes. Sin embargo, destruir su alma. Genera una causa y efecto, que atraerá la atención de demasiados dioses.
- ¿Qué hará con él? - pregunto el joven a******o.
-Ya lo decidí. Lo enviare al mismo mundo, al que los mandare a ustedes. No obstante. En comparación de ustedes diez. No le daré ninguna ayuda o, habilidades especiales. Lo colocare en el cuerpo de una persona débil, y de bajo nivel. Alguien con un destino pobre, y de vida corta; para que no pueda interferir con mis planes. Pero si se encuentra con él, en el futuro. No lo piensen, solo mátenlo. No podemos dejar cabos sueltos- su voz fue dura, y directa. Causando temor en los presentes.
De la nada, una burbuja cubrió el cuerpo de Arthur. Reduciendo lentamente su tamaño, hasta comprimir su cuerpo; causándole un gran dolor. Aun así, la burbuja no detuvo su reducción. Aplastando su carne, hueso, y sangre. Para luego aumentar su temperatura, convirtiéndose en una bola de fuego. A pesar de esto. Arthur, no estaba muerte. El estuvo consciente, durante todo el doloroso proceso. Atrofus, levantó su mano. Y frente a él, se abrió una fisura espacial. Con otro ademán, la bola de fuego se acercó a él. Esa era el alma de Arthur. Para luego arrojarla a través del vórtice, hacia su nuevo destino.