Así fue como los jóvenes partieron rumbo hacia la casa de la muchacha, pero, antes pasaron por un restaurante de comida rápida y compraron de todo un poco. Crearon su propio ambiente bastante alegre para el momento, de hecho, Camila y Neyret no dejaban de “cantar” en el auto. —¡Ya, cállense! —pidió Eliana. Todo iba muy bien, de hecho, demasiado bien para ser verdad. Llegaron a gran casa (qué sorprendió mucho a Laura) y Neyret hizo que la joven pasara directo a su cuarto junto con Eliana y Camila. —Voy a llamar a Sandrid para que le diga a los demás que ya llegamos —dijo Camila a las chicas. —Bueno —aceptó Neyret mientras caminaba hasta una puerta estilo francesa de color blanco que abrió y en su interior se encontraba un gran vestidor. —¿Quiénes más vendrán? —preguntó Laura. —A