Era de mañana y Camila se encontraba rebuscando en los cajones de su mesita de noche cuando encontró su antiguo diario que dejó abandonado hace un año. Desplegó una sonrisa mientras hojeaba el interior de este, le trajo un mar de recuerdos de aquella chica inocente que fantaseaba con lo que creía un amor platónico.
“Luis Ángel, si tan solo llegara a besarlo sería la mujer más feliz del mundo” leyó. Quedó pensativa con aquellas palabras, en aquel tiempo añoraba tener cerca a aquel joven, besarlo, pero lo sentía muy lejano.
Aquella chica que escribió esas palabras nunca pensó que algún día todos sus deseos se harían realidad, que Luis Ángel se fijó en ella y a su lado hicieron muchas locuras, con él experimentó lo que era amanecer en una cabaña frente a la playa mientras se comían a besos. Si estuviera frente a su yo del pasado seguramente aquella chica nunca creería que cambiaría tanto en el futuro.
Abrazó el diario en su pecho, no lo volvería a abandonar, terminaría de escribir hasta la última hoja para que en un futuro pudiera notar qué tanto había cambiado.
“Faltan pocos días para que vea a Luis Ángel en persona nuevamente. La última vez que lo tuve frente a mí fue en la fiesta de Elián y nos besamos, me di cuenta que sigo enamorada de él, por más tiempo que pase aquel sentimiento de apego me consume, no quiere separarse de mí; además, Luis Ángel está empeñado en que volvamos a ser novios, me lo confirmó en la carta, pero aún no la he leído, me da miedo, aunque, Cristian y Neyret ya me explicaron lo que me encontraría en ella.
Francamente no sé lo que Luis Ángel vio en mí, yo era gorda, fea, pero a él nada de eso le importó y aquella noche que me besó me demostró que sus sentimientos hacia mí siguen intactos. No fui capaz de verlo al día siguiente, no me despedí y siento un debate interno ahora que mi mente sabe la gran lucha que tendrá al verlo todos los días de ahora en adelante.
No sé si pueda controlarme en estas vacaciones, cada vez que él me habla siento todo mi interior estremecerse, se rinde a sus pies. Sus abrazos hacen que me derritan y quiera besarlo. En momentos como estos me cuestiono el por qué tengo tanto miedo de estar a su lado si él no me ha hecho nada malo. Nuestro problema fue habernos enamorado en el momento menos oportuno, Luis Ángel tenía ese gran problema con su padre y nuestra relación terminó de empeorar las cosas.
Pero todo ya ha cambiado, la paz ha vuelto a nuestras vidas y si nos convirtiéramos en novios, creo que nuestras familias lo aceptarían.”
Camila dejó de escribir y soltó un suspiro mientras caía de espaldas a su cama. El silencio se apoderó de la habitación mientras la mente de la joven se consumía en un mar de sentimientos revueltos.
Pensaba que escribir en su diario le ayudaría desahogarse, pero fue todo lo contario; sus sentimientos se apoderaron de ella e hicieron que añorara estar con Luis Ángel en aquel momento.
Sacó de la mesita de noche la carta que tanto miedo le dio leer. Vio el papel lleno de letras dirigidas a ella, lo contempló por unos instantes mientras su corazón latía rápidamente.
“Querida Camila.
Espero que al recibir esta carta te encuentres bien de salud, solo te escribo porque deseo que me perdones, sé que no es fácil lo que estoy pidiendo; además, te he tratado mal al jugar con tus sentimientos. Seguramente me odias y acepto el que lo hagas, pero, antes de que rompas esta carta, quiero contarte lo que pasó y cuáles fueron mis razones para terminar contigo de aquella manera tan horrible.
Nuestros padres estaban preocupados por todo lo que estábamos haciendo, te estaba yendo pésimo en el colegio y yo parecía no tener salida a mi rebeldía. Así fue como tomaron la decisión de separarnos, tú volverías a ser la misma chica y a mí me enviarían lejos para recapacitar y les diera salida a mis problemas.
Me amenazaron con enviarte a un internado y alejarte de todo lo que más quieres, no me pareció justo, así que acepté el terminarte. Perdóname, tal vez no fue la mejor opción, ahora que escribo esta carta me doy cuenta que tuve muchas opciones, como la de ayudarte con tus notas, dejar de discutir con mi padre y tratar de hablarle de manera civilizada. Pude demostrarles a tus padres que no era una mala persona para ti y así hacer que aceptaran nuestra relación. Soy un completo idiota.
Me enfrasqué tanto en la idea bruta de enseñarle a mi padre que no me manejaba y dañé toda la vida tranquila y feliz que tenía a tu lado. Camila, todo lo que te dije es cierto, estoy enamorado de ti y te acepto tal y como eres, nunca me ha importado si estás subida de peso o tienes un cuerpo perfecto. Lo único que me interesaba hacerte feliz, pasar tardes a tu lado y verte sonreír.
Espero que algún día llegues a perdonarme, en algún momento volveré con mis padres y, aunque es una idea egoísta, me encantaría volver a tenerte a mi lado, poder hacer realidad todas aquellas promesas que nos hicimos. No te estoy pidiendo que me esperes, eres libre de realizar tu vida y si eres feliz al lado de otra persona yo me alegraré de eso.
Te deseo la mejor de las vidas.
Con amor, Luis Ángel.”
Camila terminó de leer la carta y sus lágrimas emergieron de sus ojos empezando a correr por sus mejillas con rapidez. Llevó la hoja hasta su pecho y la abrazó con fuerza, cerró los ojos mientras los sollozos comenzaban a escucharse en la habitación.
La brisa que entraba por la ventana abierta hizo que las cortinas blancas del cuarto juguetearan por un momento, los pájaros cantaban creando una orquesta que llenaba el cuerpo de tranquilidad, aunque, Camila no podía encontrarse más inquieta; aquella carta la puso a temblar. Luis Ángel todavía tenía la esperanza de volver con ella, siempre la estuvo esperando.
Eliana inclinó la mirada mientras estaba frente a la casa de su mejor amigo Eduar, quería hablar con él acerca de lo sucedido la noche anterior, pero había heredado el orgullo de su padre y esto complicaba aún más las cosas.
—¿Qué haces? —escuchó que le preguntaron.
Rodó la mirada rápidamente a su derecha y encontró a Eduar acompañado por Elián y Cristian. Se veían sudados y Cristian tenía en sus manos un balón de fútbol bastante sucio.
—Hola Eliana —saludó Cristian sonriente.
—Hola… —soltó la joven un poco nerviosa.
Reparó de pies a cabeza a Elián quien se encontraba serio tratando de no mirarla. Mientras, Eduar se acercó a ella un tanto animado.
—¿Qué tienes? Te ves rara —le dijo.
—Ah… Es que… —trató de hablar.
—¿Ya no estás enojada por lo de anoche? —inquirió el muchacho.
Eduar no pudo ser más imprudente en aquel momento. Eliana se ruborizó en gran manera y su piel se erizó por completo, ¡Elián estaba presente y Eduar hablaba sobre aquel tema tan incómodo!
—Entremos, hace mucho calor y quiero bañarme —pidió Cristian.
—Ay sí —aceptó Elián.
Tocaron el timbre y después una empleada salió para abrir el portón, mientras, los chicos conversaban de todo un poco. Eduar notó que su amiga estaba muy rara, extremadamente tímida, cuando ella era alguien que hablaba hasta por los codos y más si se encontraba Cristian presente.
El grupo de jóvenes pasaron directo al cuarto de Eduar para darse una ducha fría después de estar corriendo detrás de una cancha de fútbol por más de dos horas.
—Ya quiero que sea la otra semana, no espero la hora para poder ir a la finca y poder bañarme en esa cascada —expresó Cristian—. En los videos se veía muy genial.
—Oigan, ¿se dan cuenta que ya falta un año para graduarnos? —inquirió Elián.
—¡Sí…! —soltó Eduar emocionado—, tenemos que planear la mejor fiesta de graduación.
—No hemos terminado décimo y ya estás planeando la fiesta de graduación —se burló Elián.
Los jóvenes soltaron una carcajada mientras Eliana observaba en silencio. Elián se quitó la camiseta ya que planeaba irse a duchar, al parecer se le estaba olvidando que había una dama en la habitación.
—¡Oye Elián, tienes el abdomen marcado! —soltó Cristian impresionado— ¿cuánto llevas en el gimnasio?
El joven inclinó la mirada para poder verse el abdomen, después la rodó a un espejo, al parecer ni él se había dado cuenta de sus cambios.
—Ay sí —dijo con un rostro engreído.
Los tres jóvenes soltaron una carcajada. Eliana quedó reparando a Elián sorprendida al notar el buen cuerpo del muchacho, se veía muy varonil y, había que aceptarlo, él era bastante bello de rostro y ahora con el cuerpo tonificado… quedó aún mejor.
Elián notó la presencia de Eliana en la habitación y tornó su rostro serio mientras pasaba una mirada por la joven sentada a un borde de la cama.
—Voy a bañarme —informó a sus amigos.
Elián entró al baño dejando la habitación en completo silencio. Cristian notó el momento incómodo que se estaba viviendo y como buen chismoso que era, debía saber qué pasó entre aquellos jovencitos.
—¿Volvieron a discutir? —le preguntó a Eliana.
—Anoche Elián le dijo sus verdades en la cara —se burló Eduar.
—Anda… ¿cómo así? —Cristian desplegó una sonrisa animada.
Necesitaba saber a detalle lo que había pasado, por lo mismo se sentó al lado de Eliana.
—Cuenta, cuenta —pidió.
—Ah… —Eliana se sentía incómoda— bueno, Elián me dijo que no fuera hipócrita con él, que, si yo no quería hablarle, simplemente no lo hiciera. Decidió ignorarme para así no tener más problemas y que no me sintiera en la obligación de dirigirle la palabra.
—Ay Eliana… —refunfuñó Cristian.
—Sí… Horrible… —soltó Eduar cruzándose de brazos.
—¿No le pediste disculpas? —inquirió Cristian.
—Ni eso quiso hacer —dijo Eduar con un poco de enojo.
—¡Eliana! —regañó Cristian— ¿por qué eres así? ¿Acaso lo odias tanto?
—No… —trató de aclarar la joven— si él se fue y no me dejó decir nada. Yo no lo odio ni nada, pero… Ay, saben que nosotros nunca nos hemos llevado bien.
—No, no, no, aquí el problema eres tú; —aclaró Eduar— Elián en estos meses trató de llevarse bien contigo, todos somos testigos que él puso de su parte, en cambio tú, siempre tratándolo mal.
—¡Sí, es cierto! —aceptó Cristian.
Eliana ya no podía soportar el cargo de conciencia, se sentía terrible al saber que había hecho todo mal.
—Habla con él —aconsejó Cristian—, pídele disculpas y has las paces con Elián.
—Nosotros te ayudaremos, los dejaremos por un momento solos y tú le pides disculpas —sugirió Eduar desplegando su típica sonrisa amorosa.
La joven hizo silencio mientras acentuaba con la cabeza, Cristian se levantó de la cama y miró a Eduar.
—Dejémoslos solos, —le dijo al joven y rodó la mirada a Eliana— cuando salga del baño hablas con él.
—¡Esperen! ¡¿Ahora?! —se asustó Eliana.
—Sí… la idea es esa ¿no? Que resuelvan sus problemas lo más pronto posible, déjeme decirle señorita —Cristian se cruzó de brazos— usted no nos va a llevar ese problema a nuestras vacaciones.
—Ay sí Eliana, acaben con eso ya… —pidió Eduar.
—Tranquila, Elián va a aceptar tus disculpas, él no es rencoroso —dijo Cristian.
Eliana sintió un beso en su frente, era Cristian quien le hacía cariñitos para que ella se tranquilizara. Después los jóvenes salieron de la habitación dejándola resumida en una soledad llena de incertidumbre.
Eliana se levantó de la cama y empezó a caminar en círculos por la habitación, sus manos jugaban entre sí y los nervios estaban que la hacían colapsar. Encontró en una esquina una pelota pequeña anti estrés que agarró con rapidez y respiró hondo.
—Necesito que me disculpes, no, si le digo así se va a enojar conmigo —musitaba Eliana—. Elián, lo que me dijiste anoche, no dejaste que te diera mis razones, por lo mismo necesito que me escuches hoy.
Eliana arrugó su rostro al darse cuenta que no sabía ni qué decirle al joven. Respiró hondo para así calmarse. Se asustó al escuchar la puerta del baño abrirse, Elián salió a la vista con su cabello húmedo, descamisado y tenía puesta una bermuda gris.
Al muchacho le extrañó verla a ella sola en la habitación, pero trató de ignorarla. Caminó hasta una esquina donde se encontraba lo que Eliana le pareció ser su bolso, sacó de este una camisa negra que se puso rápidamente.
—Ah… —trató de hablar la joven.
Elián se enfocó en ella un tanto extrañado. Eliana apretaba la pelota anti estrés con fuerza y su respiración se encontraba agitada.
—Elián, este… Los chicos salieron del cuarto —dijo, después se arrepintió—. No, espera, no era lo que quería decir.
El joven quedó muy confuso con el comportamiento de Eliana, ¿qué le sucedía?
—Necesito hablar contigo, ¿po-podrías darme un momento? —la voz de la muchacha se quebró.
—Claro, ¿qué quieres decirme? —aceptó Elián.
—Es que yo… lo que sucedió anoche… Lo siento Elián, mi intención nunca fue tratarte mal —se disculpó, hubo un momento de silencio—. No me gustaría que quedáramos así, ignorándonos, yo quiero que seamos amigos.
Elián sumergió sus manos en los bolsillos delanteros de su bermuda mientras escuchaba a la joven, estaba sorprendido por todo lo que Eliana decía, nunca imaginó verla pedirle disculpas.
—Por favor, no sigamos así —pidió Eliana—. Ah… no sé qué más decirte, esto es muy difícil.
Eliana tenía ganas de llorar, sus sentimientos se encontraban revueltos y ver a Elián tan serio la llenaba de miedo. Cavaría un hueco y se enterraría si él no la perdonaba en ese momento, no soportaría un rechazo de semejante magnitud.
Soltó un pequeño sollozo e inclinó la mirada, se sentía como un soldado caído, Elián no decía ni una maldición y eso la estaba haciendo miserable.
—¿Estás llorando? —inquirió Elián.
Se acercó a la joven y vio que sí era cierto, Eliana intentaba no llorar, pero se notaba que no podía soportarlo.
—Oye, tranquila, no llores —pidió el joven—. Está bien, olvidemos lo que pasó y hagamos la paz.
Elián no sabía qué hacer, tenía miedo de abrazarla y que ella lo rechazara. Con un poco de incomodidad intentó hacerlo y al darse cuenta que no lo rechazó, la estrechó con confianza.
Eduar y Cristian se encontraban sentados en la sala principal comiendo unos pocillos de helado para calmar su calor.
—¿Te cuento algo? —inquirió Cristian.
—¿Qué?
—Pero no puedes contarle a nadie —recalcó Cristian.
—Ombe, cuenta —se fastidió Eduar.
—A Elián le atrae Eliana —confesó el joven.
Los chicos siguieron comiendo su helado, Eduar reflejaba en su rostro lo aburrido que quedó con la noticia.
—¿Cómo que le atrae Eliana? —inquirió.
—¡Sí! Él me lo dijo hace rato. Le fastidia que ella lo ignore, me imagino que su orgullo se hiere por eso. Estoy seguro que ahora, cuando ya arreglen las cosas, esos dos se volverán novios, será cuestión de tiempo —explicó Cristian—. Elián cuando le gusta una chica la trata muy bien, ¿te acuerdas en noveno la chica de lentes? Supo conquistarla y ella quedó loquita por él, lastimosamente se tuvo que mudar, de lo contrario seguirían juntos. Y a Elián le gustan las chicas como Eliana, ella cumple con todo lo que él pide en una mujer.
—Ella no se va a enamorar de él —refunfuñó Eduar.
—Según tú, ¿por qué? —cuestionó Cristian.
—Porque Elián no es el tipo de hombre que a ella le gusta. Además, no es por nada, pero creo que ella aún no ha superado lo que pasó entre nosotros —respondió Eduar.
—¡Eso sería buenísimo para ella! Si se da una oportunidad con Elián podrá olvidar ese rechazo tan feo que tú le hiciste —Cristian quedó un poco pensativo—. Parece como si a ti te molestara que a Elián le gustara Eliana.
—Claro que no… Solo que no creo que entre ellos llegara a funcionar algo —explicó Eduar.
En aquel momento Eduar no entendió el por qué le molestó tanto saber sobre los sentimientos de su primo hacia su mejor amiga. Le fastidiaba el simple hecho de pensar que ellos dos podrían volverse novios.
—Uy no… sería tan raro ver a Elián y Eliana juntos —se burló Eduar—. Es como cuando vi a Neyret con Sebastián, no pegan, no lucen, es la cosa más extraña que puede haber.
—¿Cómo que Sebastián con Neyret? —inquirió Cristian muy serio.
Eduar tragó en seco, ¿qué había hecho?
—Nada, nada —soltó Eduar.
—¡Habla Eduar! —ordenó el joven.
—Ay, tú también los viste, ellos se iban juntos —intentó mentir.
—Sé que no se trata de eso, habla ya… —pidió Cristian estresado.
—Ellos son novios ¿ya?
—¿Cómo que novios? —Cristian frunció el ceño con un poco de repudio.
—Nosotros los seguimos y los encontramos en el parque cerca del colegio y estaban muy juntitos como típicos novios. Sandrid explicó que ella no quiere que nadie sepa, Sebastián le echó el lance y ella cayó. Además, como tú después de lo que pasó no le prestaste más atención… me imagino que ella se aburrió de estar detrás de ti.
Aquellas palabras cayeron sobre Cristian como un fuerte puño que lo hirió en gran manera. No lo podía creer, ¿cómo podría Neyret juntarse con semejante hombre tan horrible?
—Eso debe ser mentira, Neyret no sería capaz de estar con él —replicó Cristian.
—Nosotros también creíamos que no podía ser posible, por eso los seguimos —explicó Eduar.
Se notaba en el rostro de Cristian lo aburrido que había quedado después de la noticia. Su buen humor se esfumó como el humo al ser tocado por la brisa.
Sandrid estaba acostada en la cama de Neyret, las dos chicas hablaban de todo un poco, poniéndose al día de las cosas que les pasaba.
—¿Entonces intentó besarte? —inquirió Sandrid.
—O sea, no… pero tú viste, me manoseó. Uish… Ese Sebastián —explicó Neyret— no lo soporto.
—Pero amiga, Elián y Eduar se creyeron el cuento, así que fue bueno. Además, es verdad lo que te dijo Sebastián, Cristian no se creerá nada si no se besan.
—Lo sé, pero a mí Sebastián lo único que me inspira es darle dos cachetadas para que aprenda a respetar —renegó Neyret.
—Ay, Neyret, —Sandrid soltó una carcajada— te tocará inspirarte imaginando que es Cristian, porque ya no puedes echarte para atrás, él seguramente ya sabe sobre tu supuesta relación con Sebastián.
—Lo sé… Pero siento que esto va a terminar mal —confesó Neyret.
—Yo también pienso lo mismo, pero bueno…
En aquel momento Camila entró al cuarto con rostro trágico y sus amigas se extrañaron.
—¿Por qué traes esa cara? —inquirió Sandrid.
—Acabé de leer la carta que Luis Ángel me dejó —confesó Camila.
—¿Y qué decía? —indagó Neyret muy curiosa.
—Cuenta, cuenta —pidió Sandrid.
—Él quiere que volvamos, yo no sé… me siento muy confundida —Camila se sentó en la cama muy inquieta—. ¿Ustedes qué me recomiendan?
—Ustedes se aman Camila, vuelvan, nadie les está impidiendo que estén juntos —aconsejó Sandrid.
—Es cierto. Mira lo que me pasó por estar con miedo, perdí a Cristian y estoy muy arrepentida, no dejes que te pase lo mismo —aconsejó Neyret—. No es porque sea mi hermano, pero… él es bueno y te ama.
—¿Qué te parece si hablas con él cuando lleguemos a la finca? Imagínate, —se emocionó Sandrid— ustedes besándose mientras se bañan en esa cascada, lo mejor es que el agua es fría, cristalina y sientes que te exfolia la piel.
Camila se ruborizó por completo y sus amigas se burlaron por este acto.
—¡Ay Camila! —gritó Neyret emocionada—, ¡imagínate, la vas a pasar genial estas vacaciones y lo mejor!
—¡Con novio! —gritaron al unísono Neyret y Sandrid.
Cristian y Eduar escucharon el grito de una joven al igual como los ladridos de un perro. Salieron corriendo hacia la entrada de la casa donde encontraron a una chica intentando apartar a un lobo siberiano con un bolso n***o.
—¡No…! —gritó la joven con mucho miedo.
—¡Logan, no, venga! —ordenó Eduar.
—¿Cómo se salió? —inquirió Cristian.
El perro corrió hacia Eduar y se alzó en dos patas mientras movía la cola. Mientras, la joven respiraba muy agitado con los ojos llorosos.
—¿Te encuentras bien? —preguntó Cristian acercándose a la joven.
—Ah… sí —respondió ella.
—No te mordió ¿verdad? —indagó Eduar— Logan no muerde, como le estabas agitando el bolso creyó que querías jugar con él.
—Ah… pero como me estaba ladrando creí que me atacaría —explicó la joven.
Cristian reparó a la chica de abajo hacia arriba. Era morena, cabello liso bastante largo, le llegaba hasta la cintura, bajita y con un rostro muy tierno. Llevaba puesto un vestido rosado con unas sandalias blancas y su bolso n***o que apretaba con fuerza.
Elián salió de la casa junto con Eliana.
—¡Ay qué perro tan lindo! —gritó Eliana corriendo a abrazar al perro.
El lobo siberiano corrió hacia la chica y mientras ella lo acariciaba él le lamía el rostro.
—¡Qué preciosura…! —gritó Eliana.
—¿Qué pasó con Logan? —inquirió Elián.
—Se salió y le estaba ladrando a la muchacha –respondió Eduar.
—¿Y cómo se salió? —preguntó Elián.
—Ni idea, tenemos que revisar por dónde se sale. Además, ¿con quién se quedará? No creo que mis papás acepten, es muy imperativo —dijo Eduar.
La chica se iba a ir, Cristian quería conversar con ella, pero no sabía cómo hacerlo, era una desconocida que iba pasando por la calle. Aunque, hubo una señal que lo incitó a lanzarse, ella rodó la mirada por un momento hacia él y mostró una sonrisa para después seguir su camino.
La joven en un momento se detuvo reparando a Eliana, ella sintió que la estaban mirando y alzó su rostro, así que las dos chicas se quedaron viendo fijamente.
—¡Laura! —gritó Eliana emocionada.
—¡Eliana! —soltó la joven.
—¡Amiga! —Eliana se levantó y corrió a abrazar a la muchacha.
—¡Cuánto tiempo! ¡Estabas perdida! —Laura abrazó a la joven. Después se apartó para repararla— ¡¿qué te hiciste?! ¡Estás hermosa! Claro, por eso ya ni visitas.
—Ay, no digas eso, lo siento, pero, ¿qué haces por aquí? —dijo Eliana.
—¡Me he metido una perdida buscando una dirección!, llevo horas caminando, por más que pregunto no puedo llegar, estoy buscando una corporación. Pero ya no voy a ir a ningún lado, ahora intento salir de este laberinto para tomar la buseta —explicó Laura.
—¿Una corporación? ¿Y eso para qué? —preguntó Eliana.
—Mi mamá, que me iba a dejar una plata con la secretaria de ese lugar, yo le dije que no sabía dónde era, le dijo a mi tío que me trajera y me dejó fue tirada, supuestamente tenía que hacer unas diligencias y me dijo que estaba a dos cuadras, pero allá no era —Laura soltó una carcajada—. Ay no… me duelen los pies de tanto caminar.
—Ay amiga, a ti te suceden unas cosas —Eliana soltó una carcajada.
—Oye, ni te recocía, por más que te reparaba pensaba “esa no es Eliana” ¿qué te hiciste? —Laura llevó una mano a los hermosos gajos de su amiga— ¡estás hermosa!
—Ah… pues… intenté cambiar un poquito para no verme tan fea —Eliana soltó otra carcajada.
—Ay, sigues riéndote como foca con epilepsia —se burló Laura.
Los chicos se miraron las caras, se notaba que ellas eran muy, pero muy amigas. Cristian debía aprovechar aquella oportunidad, la chica le había llamado la atención de una manera sorprendente.
—Oye, Eliana, qué grosera eres, presenta —le dijo a la joven mientras ponía una mano en su hombro.
—Anda, es cierto —soltó Eliana—. Laura, mira, ellos son mis amigos, él es Cristian— puso una mano en el pecho del joven—. Estoy tomando clases de cocina con él y Camila, a ti que te encanta cocinar, te llevarás muy con ellos dos.
—¿Te gusta la cocina? —inquirió Cristian bastante curioso.
—Ah… sí —respondió ella con un poco de pena.
—No le gusta, le encanta, su mamá tiene un pequeño restaurante cerca al mercado, lo atiende con ¡Laura y otras hermanas mayores de ella! Imagínate, tienes frente a ti a una cocinera experta —contó Eliana.
Cristian desplegó una sonrisa al observar que Laura se había ruborizado por completo, le parecía muy curiosa.
—Él es mi mejor amigo, Eduar —Eliana tomó al muchacho de una mano y lo arrastró hasta ponerlo a su izquierda dejando a Cristian a su derecha.
—Mucho gusto —Eduar le estrechó la mano a la joven.
—¿El perro es tuyo? —inquirió Laura.
—Oye, verdad, ¿de dónde sacaron a ese perro? —inquirió Eliana.
—Ah… Lo trajeron hoy, supuestamente es un regalo para Elián —explicó Eduar—. Pero no sabíamos si comprarlo, tuvimos varios problemas y hasta hoy fue que lo trajeron, se llama Logan.
—Pero yo les dije que no compraran nada, mis papás no me van a dejar tenerlo —replicó Elián al lado de Eduar.
—Y él es Elián —presentó Eliana al muchacho.
Laura se sorprendió al ver lo guapo que era el joven, quedó enamorada de los ojos verdes del chico y se ruborizó cuando le estrechó la mano.
—¡Oh…! ¡Ya se arreglaron! —gritó Eduar al notar lo amable que se trataban Elián y Eliana.
Eliana se ruborizó y se sintió muy incómoda, no soportaba lo imprudente que era su amigo ese día.
—Eduar… —gruñó.
—¿Son novios? —inquirió Eliana.
Cristian y Eduar soltaron una carcajada, Elián tornó su rostro muy rojo y llevó una mano detrás de su nuca. Laura se dio cuenta que había dicho una imprudencia.
—Anda… ¿Qué pasó? —inquirió.
—No, no somos novios, somos amigos, nada más —aclaró Eliana.
—Querrás decir enemigos —se burló Cristian.
—Cállate Cristian —pidió Elián.
—Oye, estás sudando —dijo Eliana a Laura.
—Ah… Es que hace calor —respondió la joven.
—Entremos y te tomas algo. Dijiste que llevas horas caminando ¿no? —ofreció Cristian muy sonriente.
—Sí, así hablamos un rato y nos ponemos al día de todo —sugirió Eliana animada.
Los chicos entraron a la casa. Laura quedó sorprendida al ver lo hermosa y lujosa que era la vivienda. En aquel momento notó que su mejor amiga había cambiado de vida totalmente, ahora estaba rodeada de jóvenes que se notaba en sus rostros la buena vida que llevaban. No sabía qué había pasado con ella, pero se sentía feliz, pudo ver en su rostro que estaba bien y eso la aliviaba.
—Vamos al patio, —pidió Eduar— no quiero que lleguen mis papás y vean a Logan.
—Anda, sí, ¿qué vamos a hacer con él? —preguntó Cristian.
—Elián, se supone que lo compramos para ti —dijo Eduar.
—¿Acaso yo les pedí un perro? —cuestionó el joven bastante serio.
—¿Y ahora qué hacemos con él? —inquirió Eduar.
Los jóvenes pasaron al patio donde había mucha sombra, una enorme piscina y un quiosco donde se encontraban ubicados unos muebles rodeando una mesita de cristal. Ellos se sentaron y la empleada se acercó.
—La señora Gera acabó de llamar —le informó a Eduar.
—¿Y eso para qué? —inquirió él.
—Tienes el celular apagado —le explicó. Sacó del delantal que rodeaba su cintura el celular del joven—. Lo volviste a dejar en el mueble de la sala principal y el perro lo estaba mascando.
Los muchachos soltaron la carcajada y Eduar tomó el celular mientras le agradecía.
—Preparé el postre tres leches que les gusta, ¿les traigo un poco? —dijo la empleada.
—¡Ay sí! Yo quiero —soltó Eliana emocionada.
—Algo para tomar también por favor, hace mucho calor —pidió Elián.
—¿Qué quieren tomar? —inquirió la señora.
Los jóvenes se miraron las caras.
—Ay, no sé, lo que mejor creas que acompañe el postre —dijo Eduar—. Lo dejamos en tus manos.
La empleada salió del patio. Elián estaba sentado al lado de Eduar, sintió el mal olor del joven y frunció el ceño.
—¡Ay… Hueles horrible! —soltó. Se tapó la nariz con una mano.
—Ah… es que no me bañé —respondió Eduar soltando una carcajada.
—Qué asco, puerco —se burló Eliana.
Cristian acercó su rostro a Eduar y después la alejó frunciendo el ceño.
—¡Tú tampoco te has bañado, así que deja de hacer show! —gruñó Eduar.
—Qué pena, Laura se está llevando una mala imagen de ustedes dos, partida de puercos —se burló Eliana entre carajadas.
—Es que estábamos jugando fútbol, pero por hacerle un favor a esos dos no nos bañamos. —Explicó Eduar a Laura— pero mira cómo nos pagan, ¡partida de malagradecidos!