Capítulo II
Manipulador, manipulado.
Para cuando André volvió a la casa despreocupado, con más de una copa bebida y seguro de que su esposa estaba esperándolo, desvelada, en un mar de lágrimas y reproches, eran ya las 03:00a.m. y en las calles solo se vieron algunos perros vagabundos y uno o dos transeúntes que volvían de sus jergas tan mareados como él.
Al ingresar comprobó que Corina no estaba, bajó al sótano llevándose por delante los muebles a su paso debido al alcohol que había bebido junto a una de sus tantas amigas con la que engañaba a su esposa. Mientras guardaba la secreta esperanza de que le estuviera jugando la infantil broma de hacerle creer que no estaba, como había sucedido en otras ocasiones, en las que ella utilizaba estas niñerías, para llamar su atención, luego seguía la disculpa, que por cierto (ya venía hilvanado en su mente con lujo de detalle y repitiendo como un loro para no olvidarla) y así llegaba el fin de la historia y las cosas continuaban como siempre.
Aunque el motor más importante que le llevaba a buscarla especialmente hoy era el interés que tenía porque ella firmara el divorcio y hacer el reparto de bienes.
Tenía todo arreglado con su abogado que lo había asesorado muy bien a su favor, ambos planearon sacar lo que más se pudiera a Corina.
André, además de no contar con un empleo estable, se creía con todo el derecho a quitarle a su esposa la mitad de lo que ella había conseguido con el esfuerzo de toda su vida. Y lo peor de todo era que la ley lo amparaba por estar unido a ella en matrimonio.
Si Corina firmaba el divorcio, él se quedaría con la mitad de su casa, de su negocio y hasta con la mitad de su corazón que no dudó en destrozar y engañar durante diez años.¡ Era inaudito!
¿Cómo puede existir una ley que proteja a un m*****o narcisista, miserable y todo calificativo despectivo del que era merecedor?.
Sin embargo, si analizamos bien su actitud, era la de un niño incapaz de distinguir lo bueno de lo malo, lo que hacía muy difícil la tarea de comprender su proceder, por supuesto solo visto desde un punto de vista psicológico, lo que no significa que pueda justificarse.
Al cabo de un rato, viendo que Corina no estaba por ningún rincón de la casa, tomó su móvil y marcó su número.
Del otro lado de la línea un contestador automático le respondió que el número al que deseaba llamar se hallaba fuera de servicio.
No hubo manera de localizarla, así que resignado olvidó el discurso que se había inventado para disculparse cuando estuviera frente a ella.
Luego decidió tomar una ducha para relajarse y más tarde se preparó una taza de café que le hizo pasar su borrachera y no paró de pensar dónde estaría su esposa. Era la primera vez que Corina no estaba en la casa cuando él volvía de sus parrandas y se encontraba absolutamente desconcertado.
Sabía muy bien que no podría preguntar a ninguno de sus contactos, incluída Delia porque nadie le diría la verdad.
Le causó tanta rabia que las cosas no salieran como las había planeado, que tomó su móvil y lo estrelló furiosamente contra el suelo haciendo saltar cada una de sus partes en diferentes direcciones además de quedar la pantalla totalmente destrozada.
Pero al instante recordó, con desesperación que era el medio por el que podía comunicarse más rápido con su abogado y casi lloró por la impotencia de no haber sabido controlarse.
Ahora tendría que llamarlo a su oficina donde rara vez se encontraba y tampoco conocía su domicilio particular porque era el mismo abogado quien nunca le brindó aquella información.
Luego, se sentó un momento en el sillón de la sala con la luz apagada tratando de calmarse y en silencio.
Comprendió entonces, dolorosamente, que se hallaba solo en el mundo y que como todos sabían que era en realidad, un patán interesado y manipulador, era bastante odiado por las personas que rodeaban a su esposa, excepto ella claro, al menos hasta hoy ...y se quedó dormido.
Al día siguiente su abogado afortunadamente lo llamó al teléfono de línea debido a no oír respuesta en su móvil y le aconsejó no salir del domicilio ni siquiera para ir a la despensa por alimentos, así que tuvo que arreglarse con las sobras del día anterior ya que se hallaba solo en la casa; pues la mucama también parecía haber sido tragada por la tierra junto con su esposa.
Una semana pasó encerrado en la casa esperando tener alguna novedad de Corina pero nada sucedió. Lo único que sí sucedió fue que se acabaron los alimentos y no sabía qué hacer.
Confiado en las palabras de su abogado, se quedó tranquilo esperando que se encargara de todo aquel asunto, pero éste por alguna extraña razón no volvió a comunicarse más y al cabo de dos semanas de espera, cuando el encerrado André se decidió a llamarlo para saber cuál sería el siguiente paso, el teléfono del abogado indicaba que se encontraba fuera de línea.
¡También desapareció en acción! ¿Qué haría entonces? (pensó desesperado), lo primero que deseaba era hallar una solución a su estómago que le pedía comida a gritos, pero sin un solo centavo en su bolsillo, porque su fuente de dinero había desaparecido, las cosas se ponían de mal en peor.
Solo le quedaba la única opción de ir a la despensa en la que Corina tenía crédito. Él podría ir y traer cuanto necesitara con la extensión de la tarjeta que ella le había facilitado.
Así que tomó una ducha, se vistió, tomó sus llaves y se fue con el auto hasta el almacén que se hallaba a bastante distancia de la casa.
Cuando llegó tomó uno de los carros que esperaban ser ocupados por algún cliente e ingresó al amplio negocio de comestibles.
Le tomó un buen rato encontrar en las góndolas todo lo que necesitaba. Pues este trabajo lo realizaba siempre la mucama y él no tenía idea de cómo realizar compras para el hogar. Además para su forma de entender el mundo, ésta era tarea de las mujeres.
Cuando por fin creyó tener en el carro todo lo que necesitaba se dirigió hasta una de las cajas donde le cobrarían aquellos artículos.
Con bastante desilusión comprobó que todas las cajas tenían cerca de cinco personas con carros repletos esperando su turno de cobro, lo que significaba que se colocara en la fila que se colocara, tendría que esperar más de una hora hasta lograr ser atendido ya que la lentitud de los cajeros era extrema.
Así que se armó de paciencia y se dispuso a esperar de pie junto al carro y detrás de las cinco personas.
Una a una y con la lentitud de una tortuga fueron despachadas aquellas personas y muy feliz notó que por fin llegaba su turno.
Comenzó a colocar los artículos sobre el mostrador y el encargado de la caja los tomaba uno a uno para luego pasarlos por el lector de códigos y así la suma aparecía en un monitor.
Al finalizar el muchacho observó el monitor y le anunció el total de lo que debía abonar.
André enseguida extrajo de su billetera la tarjeta y se la entregó junto con su identificación.
Pero muy pronto, vió como el chico pasaba una y otra vez la tarjeta por el posnet y él pensó que aquel cajero no sabía cómo utilizar el aparato o que tal vez era nuevo en su puesto y carecía de experiencia suficiente en el cobro con tarjetas.
Luego de un momento, se sorprendió al ver que se acercaba el encargado hasta la caja, notando que había algún problema.
Ambos probaron una vez más la tarjeta en el posnet hasta que el mismo encargado, alzando la vista le anunció que la tarjeta había sido bloqueada, sugiriendo la alternativa de otro medio de p**o, con el que André por supuesto no contaba.
Verdaderamente ésta fue la primera vez en toda su vida que sintió el profundo d***o de ser tragado por la tierra en un solo bocado para así desaparecer mágicamente y sin dejar rastros de la mirada indiscreta de aquellos dos individuos.
No sabía qué hacer y comprendió en ese mismo momento que la paciencia de Corina para con él, había terminado.