Brenda me miró a través de las largas pestañas postizas. Buscaba que le dijera lo mismo que le comenté a Winter cuando salió de la habitación. La diferencia era que Winter era mi esposa, la mujer que amaba, no cualquier persona que encontré en la calle después de muchos años. De igual forma le dije que luía hermosa, con una sonrisa que no consideré fingida. —Sé que luzco fabulosa —afirmó al batir su cabello. Winter le aseguró que sí se veía increíble. Verlas juntas, vestidas como para una premier de película y con las enormes sonrisas, borró aquel iluminado recuerdo de la noche en la playa; esa noche conocí a Brenda y Jesse. Parecía que el tiempo no transcurría, sin embargo, éramos dos años más viejos. Miré a las personas comenzar a entrar al teatro. Busqué a Jesse con la mirada, debía