Capítulo 2 La cena

1587 Words
Narra Airys Cuando me calmé y limpie mi rostro, me pare a reflexionar que debo hacer. No puedo dejar que se den cuenta que se sobre su plan, tengo que ser astuta e ir dos pasos más adelante que ellos. Tenía esperanzas de que cambiaran de actitud conmigo, pero esto solo me demuestra que todo lo que he intentado ha sido en vano y nada de lo que haga ahora le gustará. Aunque la realidad es que no es ninguna novedad. Después de tanto pensar, decido ir a la oficina y esta vez sí entrare. Toco la puerta y escucho un pase de mi padre cargado de desprecio. Al pasar me señala una silla, en la cual me siento esperando que empiece a hablar. —    Airys, como sabes pronto cumplirás dieciocho años. Es una edad que conlleva muchos cambios y responsabilidades, ya prácticamente serás una mujer. Ya luego sé que formaras una familia, entre otras cosas. Razón por la cual te pediré que empieces a asistir a las reuniones y eventos que sostendremos, quien sabe y ahí encuentres un pretendiente. — “Ja,  crees que no sé lo que tramas” simplemente lo pensé.   —    Pero creo que casarme a penas con dieciocho años, es muy apresurado o ¿no? Además quiero estudiar y… — me interrumpe.   —    Pero eso son cosas que se pueden hacer casada. Claro, si el esposo así lo decide. — refuta mi postura demostrándome que diga lo que diga se hará lo que él quiere, entonces tendré que hacer le creer que estoy de acuerdo con él.   —    Si lo tengo claro. Tienes razón padre. —digo toda sumisa, pero con la furia quemándome las entrañas. Porque no puedo demostrar mi postura, puesto que de nada serviría, pero de forma discreta armaré mi plan.   —    Qué bueno que pienses así. Muy pronto te presentare a alguien que creo que será un partido excelente para ti. — iba a tomar la palabra cuando me dice — No te estoy preguntando, solo te estoy informando. Ahora puedes retirarte—decreta, mientras toma su periódico y se concentra en él. Cuando estaba saliendo me detuvo con sus palabras— Ah, Airys, espero que no hagas nada estúpido ¿Entendido?   —    Si padre. —asentí a su exigencia. Sin más Salí de la oficina de mi padre, como no me dejarían salir a dar un paseo, decidí ir a dormir y empezar a elaborar un buen plan. A la mañana siguiente. Despierto emocionada porque hoy podré salir de esta mansión, a la  cual no puedo verla como mi hogar. Ya lista bajo a desayunar, me dirijo a la cocina, ya que mis padres no quieren que me siente junto con ellos. Sin embargo, mis hermanos si pueden estar con ellos. A veces quisiera gritarles por su deferencia con mis hermanos, pero después analizo que nada distinto lograría, aunque claro que su desprecio hacia mi crezca.  Al terminar me dirijo al auto donde me espera Theo, el chofer a cargo de llevarme a la Preparatoria Mountain, una de las más prestigiosas y caras de la Ciudad de Los Ángeles. Al llegar soy recibida por mi mejor amiga Ysha. —    ¡Holaaa! No sabes lo que me paso, estoy que muero. — al escucharla solo me rio, puedo apostar que algo tuvo que ver un chico solo por este tema se emociona mucho. — Albert Thompson, me invito a salir, ¿Lo puedes creer?   —    ¿En serio?— pregunte y recibí un asentimiento de parte de ella. — Pero, ¿no estabas saliendo con Mark?   —    Eh sí, pero eso se puede arreglar. No es algo del otro mundo es solo decir que no le veo futuro a lo nuestro y ¿ya?   —    Así tan fácil ¿no? —no me sorprende su respuesta, porque es de las que piensa que nunca se debe creer en un hombre ciegamente.   —    Claro. Ahs, ya dejemos ese tema. Como siempre arruinando momentos, Airys. Vamos a clases mejor. Típico de ella, cuando le digo algo que no quiere escuchar cambia el tema. Después de mi conversación con Ysha, el día pasó muy rápido. Entre tantos trabajos se me olvidó comentarle sobre el plan de mi padre. Por lo que no pude recibir de sus consejos, de modo que regrese a mi casa y veo el movimiento que hay. Saludo a las trabajadoras. —Hola Anny. ¿Por qué tanto movimiento? —Pues su padre nos pidió que arregláramos este lugar, que vendrá el señor Turner a cenar. —Ok, gracias por la información Anny. —De nada, mi niña. Entonces hoy comienza mi plan. No pensé que sería tan rápido, pero claro deben tener una cuartada solida cuando den el anuncio de mi compromiso. Tengo que hacer todo lo que esté a mi alcance para que el mismo Turner desista de esta idiotez. No tengo nada organizado, tendré que improvisar, ya que los planes bien elaborados no son lo mío. Al cabo de unas horas escucho como tocan mi puerta, la abro y que sorpresa me llevo, mi madre vino a mi habitación, nunca en lo que tengo de memoria ha entrado en mi estancia. —    Mira niña, deberías estar lista y esperar las visitas en la sala. Así que tienes media hora para arreglarte y por favor vístete bien.   —    S…— no espero mi respuesta y se fue terminando su orden. De que me sorprendo si siempre ha sido de este modo. Me dispongo a arreglarme, como quieren que me vista bien, creo que una falda de brillo con una blusa de lentejuelas son actas para esta ocasión y, para terminar, mi outfit unas zapatillas hermosas. Considero que a eso se refería mi madre, todos han sido su regalo, que mejor ocasión para utilizarlo que hoy. Obviamente obsequios que mando a comprar para guardar las apariencias. Me acerco a las escaleras y espero en este lugar hasta que veo que un auto se acerca, cuando se estaciona decido bajar, de este modo mi madre no va a tener tiempo de mandarme a cambiar de ropa. Llego a la estancia y mi madre solo me mira y su cara solo demuestra la sorpresa que se ha llevado. —    ¡Airys, vete a cambiar ahora mismo! — me grita enojada mi madre.   —    Pero ¿por qué madre? No te gusta mi ropa, fuiste tú que me la regalaste. ¿qué tiene de malo? — me hago la inocente.   —    Que esa ropa no es para una cena formal. Y esa combinación es fatal.   —    ¿En serio? Yo creía que era una buena elección. — digo con mi expresión de disculpa, mi madre está a punto de explotar. Justo antes de dar un paso, entran los Turner. Todos me observan como si estuviese loca.   —    ¡Bienvenidos queridos! Ya conocen a mis hijos, Joseph, Daven y… y… y... mi prin…ce…sa  Airys. — pude ver la rabia contenida, mientras decía estas palabras, solo cuando está rodeado de sus socios es que me trata un poco mejor y dice cosas que todos los padres le dicen a sus hijos. — Hijos ellos son los Turner, Will y Maida Turner. — los aludidos mostraron una sonrisa. — Ellos son sus hijos Iván y Mairena Turner. Luego de la tediosa presentación, nos dirigimos al comedor y oh ¡sorpresa! Me sentaron junto a Iván, esta es la primera vez que me permiten sentarme a cenar con ellos, mi lugar siempre ha sido la cocina. La cena trascurrió bien, si cabe resaltar que como no tengo muchos modales que digamos, no sabía de qué mano va el tenedor y el cuchillo, pues qué más da, porque tanta finura lo importante es que la comida llegue al estómago. La familia Turner me miraba como si tuviera dos cabezas, y mis padres me miraban suave, mandándome miradas asesinas, y mis hermanos solo se reían. Terminada la cena pasamos a la sala, empezaron a hablar de cosas de negocio. Iván se me acerca y me empieza a platicar, no puedo hacer nada ya que mis padres se darían cuenta, si no fuera por los planes de mi padre me caería bien, se nota que es un chico muy lindo y bueno. Veo como nuestros padres nos miran de reojo, y veo un brillo que nunca antes había visto, y es cuando pienso “Quizás si les sigo la corriente y me caso con Iván me acepten”. Días después… Acabo de llegar del cine, me despido de Iván y cuando entro a mi casa, cosa extraña mis padres me saludan sonriente. Estoy emocionada si por salir con Iván están así de felices, pues aceptare casarme con él para poder forjar una bonita relación con ellos. Ya tengo una semana saliendo con él, y en una semana será mi cumpleaños, ese día mis padres y los de él anunciaran nuestro compromiso. Todos los días que hemos salido  me quedo esperando que me pida ser su novia, prometida o algo pero nunca profiere palabras de compromisos. Yo confió en la decisión que han tomado mis padres, sé que eligieron bien. Pero hay una parte de mí que quiere revelarse, pero no encuentro razón alguna para hacerlo. Sé que mis padres no han sido los mejores pero ellos van a cambiar y serán los mejores padres para mí. Aunque no puedo negar que esa vena rebelde que hay en mí, quiere explotar y resabiar, pero me contengo porque tal vez tengan razón y es lo mejor para todos.
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