(1 día antes del cumpleaños de Catalina…)
Emilio estaba trabajando como de costumbre en su despacho, su cuerpo estaba sentado frente al escritorio, pero su mente divagaba entre los rizos color fuego de Catalina, estaba planeando una fiesta hermosa, ya que en al día siguiente ella cumpliría la mayoría de edad, tenía casi todo planeado, el banquete, la música, e incluso la decoración, había contrato a la mejor planeadora de eventos del país, la misma que organizó la boda de Nora. No estaba nervioso porque la fiesta saliera bien, si no que lo que lo mantenía pensando era cuál debía ser el momento exacto en que el pediría matrimonio a Catalina, por la mente se le pasaron miles de ideas, ¿en el balcón, en las escaleras, o durante el baile?, pero Como si fuera una gran ampolleta, su cabeza se le iluminó.
-¡Durante la presentación!- dijo sonriendo.
-¿Don Emilio?- dijo Gómez que ingresaba con rapidez al despacho- ¿Puedo hablar con usted?- Emilio levantó una ceja, y miró con curiosidad la cara pálida de su asistente.
-Está bien, dime…
-Acaba de llegar su hijo- Emilio se quedó helado en su puesto, ni siquiera fue capaz de tragar saliva.
-¿Qué dices?, eso no puede ser…-logró gesticular
-Si puede ser, he vuelto padre, y he vuelto para quedarme- Vicente, el único hijo de Beltrán apareció caminando por detrás de Gómez
-¡Vicente!- se levantó Emilio de su silla y se aproximó a él- ¿¡Qué haces aquí!?
-¿A caso no te alegra verme?
-Claro que si hijo, es que no te esperaba en Barranquilla, tantos años viviendo en Europa
-Padre ya fue suficiente, vivo desde los 10 años en Europa, estudié, aprendí, me profesionalicé, ahora que ya me he graduado de la universidad, no encuentro motivo para seguir lejos de mi tierra.
-Pero Vicente debiste habérmelo dicho
-Padre si te lo decía te opondrías
-Sabes que lo hice por tu seguridad, después de la muerte de tu madre…yo…
-Esta bien padre, lo entiendo- dijo Vicente y se acercó para abrazar a su padre- fue la mejor decisión que pudiste haber tomado, ahora que soy mayor la entiendo- Emilio sonrió
-Tenía tanto miedo que te hicieran algo a ti también, tengo mucho enemigos hijo, ellos iban a venir tras de ti para hacerme daño. En Europa te pude esconder y proteger.
-Padre eso ya es pasado, ahora yo soy un hombre y quiero trabajar junto a ti, en nuestro legado, en el futuro de los Beltrán- Vicente sonrió
-¿Estas seguro que te quieres ensuciar las manos en este negocio?, yo quiero una vida mejor para ti, una vida honrada y lejos de los problemas- Vicente negó con la cabeza
-Padre lo llevo en la sangre, por favor no me niegues la posibilidad- Emilio acarició la cabeza de tu hijo, y lo miró fijo a los ojos, él se había convertido en todo un hombre, estaba orgulloso de Vicente.
-Esta bien, pero lo haremos de a poco, nadie debe enterarse aún que eres mi hijo, hasta que aprendas bien el negocio, y cuando asciendas y tengas poder a anunciaremos tu llegada
-¿Y que haré por mientras?
-Vivirás en la mansión, pero tendrás que hacerte pasar por un empleado, serás mi chofer personal, y desde ese puesto te enseñaré todo- Vicente lo miró tocándose el mentón.
-Lo que tu digas padre- Ambos se juntaron y se abrazaron
-Bienvenido a casa hijo
En la actualidad…
Cuando Nora se marchó a su casa, Catalina se quedó pensando en su pieza, pensó en cuanto le gustaría visitar otra vez el mar, ellos no habían vuelto a ir desde aquella vez en que ella cumplió 16 años. Se sentía ahogada y tuvo una gran idea.
Bajó las escaleras cuidando de que nadie la viera y comenzó a buscar a Vicente, lo encontró contemplando el hermoso jardín de rosas que poseía la mansión.
-Señor Vicente- Vicente dio un pequeño saltó y se volteó
-Señorita Catalina, que bueno que salió de su habitación ¿desea algo?- Catalina se mordió el labio inferior, y su cara se sonrojó. No sabía por que ella tenía esa sensación cálida cuando Vicente la miraba a los ojos.
-s-si, me gustaría salir a dar un paseo. ¿Puede usted…
-Claro, suba al coche, yo la llevaré- Catalina sonrió y se dio media vuelta y corrió hacia el Garage, eligió uno de los 5 autos que poseía Beltrán y abordó en la parte trasera. Vicente la miró subir y no demoró en hacerlo él también.
-Bien señorita ¿dónde quiere ir?- dijo mientras se abrochaba el cinturón de seguridad- Catalina miró por la ventanilla nerviosa.
-A la playa
-¿A la playa?, ¿está segura? queda a una hora de aquí
-Muy segura- Vicente asintió y comenzó a manejar rumbo a la costa
En el camino ambos iban callados, pero de vez en cuando Vicente miraba a Catalina por el espejo retrovisor, por alguna razón ella llamaba su atención, quizás los rizos color fuego o talvez lo blanca y pecosa de su piel, tenía unos ojos angelicales y un aura llena de dulzura. Pero ella era la mujer de su padre, y aunque él no entendía por qué él la había escogido, siendo ella tan joven, no le cuestionó la decisión. Su padre le había pedido que cuidara de ella en su ausencia, y eso era precisamente lo que haría.
-¿Usted conoce la playa?- Vicente hice una pausa
-Si, con mi mamá solíamos ir cada verano
-Que hermoso debió ser
-Muy hermoso
-¿Y su mamá donde está ahora?- se atrevió a preguntar
-Ella falleció- Catalina se tensó, jamás se espero escuchar aquella respuesta, se sintió incómoda y no supo bien que más decir
-Disculpe, no quise ser impertinente- Vicente le sonrió a través del espejo retrovisor
-No se preocupe, fue hace muchos años- Catalina sonrió nerviosa y ya no habló más durante todo el viaje
El coche se estacionó a la orilla de la playa, era otoño entonces la costanera estaba vacía. Hacía algo de frío, por que corría un viento helado, pero aquello no fue impedimento para que Catalina saliera feliz del coche hacia la playa.
-Señorita Catalina tenga cuidado, por favor manténgase en la orilla- dijo Vicente mientras que ella se alejaba del coche
-Si Vicente- levantó su mano y lo saludó desde la arena, su pelo se mecía con el viento, y su sonrisa iluminaba todo el lugar, Vicente le sonrió con afecto y se quedó mirando desde la vereda como Catalina jugueteaba en la orilla.
-¡Ven Vicente!- Vicente negó con la cabeza
-Ven a mojarte los pies- siguió insistiendo Catalina, finalmente Vicente la miró y comenzó a caminar sobre la arena con los zapatos aún puestos. Catalina se río.
-Debes quitarte los zapatos, ¿si no como sentirás la arena en tus pies?
-Estoy trabajando señorita Catalina, no debería- Vicente no quería volverse tan cercano a ella, ni hacerla sospechar que él no era un real empleado de Beltrán, pero de pronto sintió un calor recorrer su piel cuando Catalina le tomó la mano y lo quedó mirando fijo, sus ojos color miel eran envolvente, y dejaban ver con facilidad la calidez de su alma, el corazón de Vicente se encogió. Pero inmediatamente negó con la cabeza.
-Lo siento señorita Catalina, no puedo hacer lo que me pide durante mi horario de trabajo-se zafó del agarre de Catalina y se giró para volver caminando hacia la acera.
Catalina lo quedó mirando y algo en su interior se removió, se sintió rechazada y esa sensación no le gustó para nada. Se volteó hacia el mar y se cruzó de brazos. Durante los últimos años ella había sido consentida en todo por Emilio Beltrán, y ahora por primera vez que alguien no hacía lo que ella pedía, ¿por qué aquello se sentía tan mal?. Suspiró y se perdió en la profundidad del océano.