Reapareció con su uniforme. Saludó a Patrick con la cabeza, con expresión seria, miró a Janice, luego corrió hacia la puerta y se fue. —Ay dios mío.— Janice se tapó la boca con la mano. —Eso es en lo que se está metiendo—. Por la ventana del oeste, una densa columna de humo flotaba sobre el horizonte. Mortal, peligroso y fuera de control. No pudo contener un sollozo. —Oye, está bien—. Patrick la envolvió en sus brazos y enterró su rostro en el hueco de su cuello. —Está bien entrenado y tiene experiencia, y tiene todo el equipo adecuado y un equipo excelente—. Otro sollozo quedó atrapado en su garganta apretada. —Pero está corriendo hacia el peligro. Y si…?— —Bebé bebé.— La levantó en sus brazos y caminó hacia el sofá donde se sentó con ella en su regazo. —Ni lo pienses.— —Es difícil
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