Los parpados no pueden impedir que penetre en los ojos cierta parte de la luz que a ellos llega; que son en cierto grado transparentes; por eso despierta a los pájaros la luz del sol naciente, aunque tengan los ojos cerrados. Cuando miramos a la ventana con los ojos cerrados, vemos cierto resplandor encarnado. Anabel, percibía así su realidad como si sólo los rayos rojos pasaran por el efecto del sol y el resto de los colores y sensaciones se perdían en el horizonte. Particularmente esa mañana, le costaba abrir los ojos, el despertador sonó varias veces y el último sonido hizo que por fin despertara. Extendió su mano para jalar el reloj que se hallaba en su mesita de noche y con los ojos entre abiertos se fijo que el reloj marcaba las seis de la mañana, pensó que era más temprano, pero e