El intercambio de palabras se prolongaba más de lo deseado, Anabel miraba para los lados sin seguir entendiendo nada, llegando a un punto de exasperación que se tradujo en ataque de nervios que hizo que arrojase una copa que se encontraba sobre la mesa lateral del escritorio contra un espejo que Valentín tenía colgado en su despacho. Ambos hombres hicieron un gesto de asombro que por un momento los obligó a dejar de discutir. —Estoy cansada de escucharlos discutir, creo que olvidan que sigo aqui. Si ninguno tiene nada que decir me voy —llevándose la mano a la sien — Valentín, se que llevo poco tiempo trabajando, pero te pido por favor que me otorgues una licencia de trabajo, estoy agobiada y en este momento no eres alguien de mi agrado — para luego volcar los ojos en dirección a Roberto —