Despertando por el molesto e insistente sonido de su teléfono, Zac emitió un gruñido irritado e intentó escapar de dicho ruido tomando una de las almohadas para apoyarla sobre su cabeza. Por supuesto, eso no ayudó tanto como uno esperaría.
Una vez el ruido molesto se detuvo, el humano quitó la almohada de su cabeza y se enderezó en un codo. Estirando su otro brazo, cogió su teléfono de la pequeña mesita de noche al costado de su cama y lo desbloqueó. Tan pronto como sus ojos verde jade captaron la hora, chasqueó su lengua por haber sido despertado antes de medio día. Considerando que había llegado en la madrugada al estar persiguiendo a alguien famoso, era obvio que tendría que dormir hasta tarde para recuperar toda esa energía gastada.
No muy feliz, observó al culpable de que hubiera despertado. Por supuesto, como el día anterior no se dignó a contestar ninguna de las llamadas de su estúpido padre, este siguió insistiendo incluso en ese momento, reuniendo un gran número de llamadas perdidas. Y, aun así, cuando la pantalla se volvió a iluminar mostrando el nombre de "Maximo Di Montelroso" brillando, Zac solo resopló y le quitó el sonido.
Dejando el aparato en la cama, giró con una almohada entre sus brazos y la abrazó con fuerza, cerrando sus ojos nuevamente. Pero con su cerebro ya trabajando correctamente tras ser despertado, era imposible para Zac seguir durmiendo, sin importar cuánto quisiera intentarlo.
Soltando un suspiro, el humano giró sobre su espalda y contempló el techo de su habitación. Tirando las mantas hacia atrás, se sentó en la cama y empujó sus desnudos pies en sus pantuflas. Levantándose, estiró su cuerpo haciendo sonar algunos huesos con su movimiento.
Cogiendo el control remoto de la televisión, Zac se acercó al borde de la habitación, justo hasta las barandas de protección que llegaban un poco más arriba de su cintura y apuntó directamente hacia el primer piso, encendiendo la tv gracias al departamento con un completo estilo abierto. En sí, lo único que tenía una habitación cerrada en aquel lugar, era su baño.
Dejándolo en un canal de noticias, bajó las escaleras directo en el pequeño comedor para cuatro. Pasando a la cocina que se encontraba al costado, lo primero que hizo Zac, fue colocar su cafetera, y ya después se dirigió al refrigerador para sacar las cosas que necesitaría para trabajar en su desayuno.
Aunque considerando la hora que era, tal vez era una mejor idea trabar en su almuerzo. Observando sus opciones, Zac decidió por un desayuno simple, necesitaba su café para poder trabajar correctamente ese día por las pocas horas que había dormido.
A la espera de que los huevos junto al tomate y champiñones estuvieran listos, Zac se sirvió su café cargado en una taza y sopló suavemente antes de beber un sorbo. El amargo sabor quedó impregnado en su paladar y el humano soltó un suspiro de puro gusto con ello.
Sintiéndose solo un poco mejor que antes, dejó su taza en el mesón de la isla que salía de la misma pared de ladrillos y terminó de freír el resto de su desayuno. Corriendo un banquillo, tomó asiento y comenzó a comer con su mirada fija en la televisión y el programa que estaban pasando.
Por supuesto, el programa se trataba de los chismes más jugosos de los famosos hasta el momento. Zac había esperado que hablaran sobre las fotografías que había tomado de Katherin con sus hijos el día anterior, sobre el caos de los dos bandos que su jefa quería crear, pero en cambio, siguieron insistiendo con el tema de "reconocido juez Di Montelroso amenazado a muerte".
Soltando un resoplido para nada interesado en escuchar al respecto, Zac buscó el control remoto para cambiar de canal, por lo que una maldición se le escapó al recordar que lo dejó en su cama arriba.
No muy contento, siguió escuchando sin mucho interés la noticia de la cual estaban hablando ambos presentadores.
"Muchos creyeron que la amenaza que el infame Courtney Wade hizo a las cámaras hace un par de días no fue real, pero hoy tenemos pruebas de que cada palabra que dijo, parece querer cumplirla.
En el siguiente vídeo, observarán claramente al juez Di Montelroso llegar a su trabajo y unos segundos antes de llegar, fue brutalmente atacado por un desconocido"
En seguida, un video de una cámara de seguridad fue transmitido, donde claramente se podía apreciar al padre de Zac apareciendo en la calle camino al edificio en el cual trabajaba. El ángulo fue cambiado, y entonces se apreció un hombre encapuchado aparecer de la nada y atacar al juez en una brutal golpiza justo antes de que pudiera ingresar.
La grabación se cortó luego de ello, y aquella persona en ningún momento observó en dirección a alguna cámara para poder observar su rostro.
"Esto ocurrió el día anterior en la mañana, aún no estamos al tanto de la salud del juez Di Montelroso, pero esperamos de corazón que no esté demasiado grave"
Con el presentador despidiéndose en una pauta para comerciales, Zac observó la pantalla de su teléfono, la cual se volvía a iluminar en una llamada de su padre. Pensando si ya era un momento de contestarle para que dejara de molestar, su atención se desvió hacia la puerta de su departamento.
—Ya van —gritó ante el insistente golpeteo.
Levantándose del banquillo, Zac se tomó su tiempo dejando los trastos sucios en el lavavajillas antes ir a la entrada. Abriendo la puerta, alzó una ceja al contemplar a su padre del otro lado. Desde la última vez que lo había visto, su cabello parecía estar más blanquecino que antes, o tal vez era aquella venda que rodeaba su cabeza lo que hacía que este destacara más.
En su gruesa ceja derecha, había un pequeño corte unido con un par de puntos. Uno de sus ojos se encontraba moreteado y su pómulo izquierdo ligeramente hinchado. Otro tono violeta decoraba cerca de su mentón, quijada y nariz, lo que le hacía suponer que incluso debajo de esa ropa, se encontraban muchos más hematomas.
—Te ves lamentable.
—¿Eso es todo lo que tienes que decirme? —cuestionó con sus cejas fruncidas.
—¿Qué más se supone que debería de decirte?
—Te he estado llamando hace días, Zachariah.
El rostro de Zac se arrugó más por escuchar su nombre completo, que por el tono indignado y enojado de su padre.
—No me llames así, sabes que no me gusta —ordenó.
—Ese es tu nombre.
—Zac suena mucho mejor —argumentó—. Menos largo y no tan de chico pijo millonario.
—¿Pijo? —repitió y agitó su cabeza como si no quisiera saber al respecto—. ¿Por qué no has contestado ninguna de mis llamadas?
—Obviamente porque no deseaba hablar contigo —respondió directo.
—Soy tu padre, si te llamo estás en la obligación de responderme para saber cómo estás. ¿O acaso no pensaste en que podría morir de la preocupación al no tener ninguna noticia tuya? —cuestionó.
Zac estalló en una ruidosa carcajada, que no dejaba más que un sentimiento burlesco y frío. Fingiendo limpiarse unas lágrimas de sus ojos, observó a su padre y suspiro.
—Buen chiste, no sabía que dejaste tu carrera como juez y te volviste un comediante.
—Esto no es un maldito chiste, Zachariah —gruñó molesto.
—¿Significa que no te vas a ir ahora?
El gruñido molesto que emitió Maximo le dio toda la respuesta a Zac. Soltando un muy sonoro suspiro, el joven fotógrafo se alejó de la puerta y volvió a su cocina sin siquiera invitar a su padre a entrar en su departamento, de todas formas este de igual le seguiría.
Deteniéndose frente a la isla, tomó su taza de café y bebió un sorbo. Observando a su padre que le había seguido, recargó su cadera en el mesón y esperó.
—Solo di por lo que has venido y por lo que tanto has llamado para que te largues otra vez —ordenó ante el silencio de Maximo.
—Tienes que dejar esa actitud tan desagradable, hijo. No es momento para que seas así, tu vida está en peligro —informó.
—Uhm, realmente nop. Hasta donde tengo entendido, tú y tu familia es quien está en supuesto peligro —le recordó.
—Courtney Wade me amenazó públicamente a mí y a toda mi familia por haberle condenado. Tú eres parte de mi familia.
—¿En serio? ¿Y desde cuándo? —exclamó con grandes ojos—. Te juro que hasta hace unos cinco segundos no tenía realmente idea de ello.
—Zachariah Di Montelroso, esto no es un maldito juego —gritó.
Enderezándose, Zac observó a su padre con sus cejas profundamente fruncidas en molestia.
—Será mejor que regules el tono con el cual te estás dirigiendo a mí, estás en mi casa, son mis reglas y yo no soy ninguno de tus empleados para que me grites así. En realidad, no tienes ningún derecho sobre mí o de nadie para tratar así —reprochó con molestia.
Maximo le observó con cierta irritación, pero asintió como si le estuviera dando la razón a Zac.
—Tal vez no me crees y sientes que estoy exagerando, pero la amenaza de ese tipo fue muy real. Persiguieron a tu madre y hermana por el centro comercial e intentaron secuestrar a tu hermano a la salida de la universidad. Ayer mismo, al llegar a mi trabajo fui brutalmente atacado —contó—. No estoy jugando y Courtney Wade tampoco, él realmente está dispuesto a utilizar todas las personas que conoce para dañarnos.
—Pero de nuevo, ¿por qué me estás incluyendo a mí en esa amenaza? —cuestionó y se bebió tranquilamente el resto de su café.
—Obviamente porque también eres mi hijo, eres parte de la familia.
Zac resopló con burla y cierta diversión. Al contemplar la expresión severa en su padre, inclinó su cabeza ligeramente hacia un costado.
—Oh, estás hablando en serio.
—Por supuesto que estoy hablando en serio aquí, Zachariah. Tu vida corre peligro.
—No, no lo hace.
—Maldición, tú...
Sin poder terminar, Maximo tomó una profunda respiración observó a su alrededor, prestando atención a cualquier cosa menos a Zac, intentando tranquilizarse. Y, aunque en cierta forma era bastante entretenido molestar a su padre, el joven fotógrafo decidió que ya era momento de colocarle un alto, después de todo, no deseaba que este estuviera encerrado en su departamento todo el día.
—Mira, comprendo que te estás preocupando, cosa que me sigue sorprendiendo, pero es algo innecesario —aclaró—. A diferencia de lo que tú crees, nadie en este mundo sabe que tú eres mi padre. Lo que dignifica que no soy parte de tu familia y que no estoy en peligro.
—Pero eres mi hijo. Eres parte de mi familia. Y estás en peligro —insistió Maximo.
—¿Según quién?
—Courtney Wade.
—¿Y cómo sabe él que soy tu hijo cuando nadie más en el mundo lo sabe? —argumentó y sonrió cuando su padre no pudo responder a ello—. Ves, solo estás exagerando la situación.
Maximo se señaló a sí mismo, prestando especial atención a su rostro.
—¿Crees que algo de esto dice que estoy exagerando? —gruñó.
—En realidad, dice que te dieron una buena paliza, y que si no te cuidas habrá otra y lo mismo sucederá con tu amada esposa, hija e hijo —respondió sin mucho interés.
—No intentes fingir que no eres parte de la familia Di Montelroso.
—Y tú no intentes fingir que soy parte de esa familia, porque ambos aquí sabemos la verdad —sentenció.
Alejándose, Zac dejó su taza en el lavavajillas junto a las demás cosas y luego volteó para enfrentarle.
—Solo hay que seguir como hasta ahora —anunció repentinamente.
—¿Me quieres decir de qué estás hablando ahora? —cuestionó con una expresión cansada.
—Exactamente lo que acabo de decir. Cada uno debe de seguir con sus vidas como si nada. Tú y tu familia se irán por un camino y yo me iré por el otro, sin cruzarnos como hasta ahora. De esa forma, mi existencia seguirá sin existir dentro de los Di Montelroso y nadie atentará contra mi vida —explicó y asintió satisfecho con su plan.
—Eso es una completa estupidez, son personas peligrosas con las que estamos tratando aquí. Courtney Wade no solo era un secuestrador, violador y asesino de pequeñas, el imbécil de alguna forma estaba conectado con tipos muy malos. No estarás a salvo simplemente porque finjas que no eres un Di Montelroso —expresó molesto.
—La cosa es, que yo aquí no estoy fingiendo nada, es la verdad.
Observando curioso la expresión dolida de su padre, Zac soltó un resoplido.
—Por favor, no me vengas ahora con esa mierda de que nosotros siempre hemos sido familia. Hace años que deje esa casa y que tú tampoco intentaste contactar conmigo y todo fue por una razón —le recordó—. No vengas ahora a mí porque recordaste mágicamente mi existencia, solo sigue fingiendo que no existo como siempre he hecho.
—Yo nunca me olvidé de ti. Que te diera el espacio que me estabas exigiendo a gritos no significa que te haya olvidado —argumentó.
Zac rodó sus ojos y se dirigió a la entrada antes de que Maximo comenzara con un discurso que, francamente, no deseaba escuchar ni ahora ni nunca. Deteniéndose frente a la puerta, la abrió y e hizo un gesto con su mano.
—Por favor, creo que nuestra conversación ha terminado.
—No, no lo ha hecho.
—Para mí sí.
—Aún tenemos cosas que discutir, estoy pensando en contratar seguridad para todos y-...
—Pero qué buena idea —exclamó Zac.
Su padre parpadeó ante su entusiasmo y le observó extrañado.
—¿En serio?
Asintiendo, Zac se acercó y le rodeó los hombros para guiarlo sutilmente hacia la puerta.
—Creo que es una muy buena idea, y una perfecta que deberías de estar discutiendo con los miembros de tu familia —indicó y se detuvo tras sacarlo de su departamento—. Cuando hables con ellos, no me avises, no me interesa saber la decisión a la cual llegaron.
Antes de que Maximo lo viera venir, Zac cerró su puerta y le colocó el seguro. Ignorando los gritos de su padre, el joven fotógrafo subió para cambiar su vestimenta y comenzar otro día de acosar a famosos.