Capítulo 36

2302 Words
Con su mandíbula tan apretada que se llegaba a ver incluso doloroso y sus músculos tan tensos que parecían estar a punto de romperse, Luther estaba luchando consigo mismo por mantener el autocontrol, lo cual, resultaba algo extremadamente difícil de hacer luego de la conversación que había escuchado entre Zac y Paxton. En serio. ¿Cómo se suponía que se iba a mantener tranquilo cuándo acaba de escuchar sin intención parte de los horrores por los cuales había sufrido su elegido? Y lo peor de todo, es que Luther sabía que lo que escuchó, solo era la punta del iceberg de todo lo que había sufrido Zachariah a manos de toda esa familia, actuaran o no directamente, el que no hicieran más que observar cómo es que su pareja sufría en silencio, lo volvían tan malvados como el agresor. "Ir. Golpear" Exigió su lobo, el cual por supuesto que estaba tan enfurecido e indignado como él. Desde que Zac le había contado de la muerte de su madre tras salir del hospital, el hombre lobo sospechó que su pareja se estaba guardando algo más, solo que nunca imaginó que se trataría de algo como ello. Y ¡j***r! Ahora muchas más cosas tenían sentido respecto al comportamiento de su chico hacia esa familia. No se trataba solamente de lo que le habían hecho a la madre, sino de lo que le siguieron haciendo a él incluso después de la muerte de ella. "Mátalo" Gruñó su lobo y Luther volvió sus manos en puños hasta sentir como las uñas se enterraban en su piel. Cuando su lobo empujó en su mente, deseando forzar el cambio al ver que no estaba haciendo nada para vengar a su elegido, Luther gruñó y lo forzó a mantenerse tranquilo en su mente. Tan pronto como percibió los pasos de su pareja alejándose, el lobo beta salió hacia el pasillo. Paxton le observó y su rostro se volvió totalmente pálido, ya fuera porque supo que había escuchado todo o por la expresión que Luther tenía en ese momento, no importaba. Pasando por su lado sin siquiera dedicarle una palabra u otra mirada, Luther siguió a su pareja hasta su habitación. Antes de que la puerta fuera cerrada, la empujó y entró. —Hey, ¿qué te pasa? —cuestionó Zac observándole con el ceño fruncido—. ¿No me digas que también estás preocupado porque me largue tan pronto como atrapen a todos esos idiotas? —Quiero saber todos los detalles. Por un momento, el humano observó confundido al contrario, sin comprender de qué estaba hablando, pero entendiendo de que era algo realmente grave ante la expresión de Luther. —¿De qué estás hablando? —Lo que te hizo tu padre y toda esta estúpida familia. Quiero saberlo —explicó. Inmediatamente, la expresión del fotógrafo se cerró y observó con molestia a Luther. —¿Otra vez estuviste escuchando a escondidas? —gruñó. Enojado, Zac intentó alejarse, pero Luther no lo permitió. Abordando a su pareja, el hombre lobo lo empujó contra la puerta cerrada, colocando su mano bajo su cabeza para que no se golpeara con fuerza. Acercando su cuerpo para que no hubiera ni un solo centímetro de separación, alzó su brazo izquierdo y apoyó el antebrazo al costado del rostro de su elegido. —No estoy bromeando, Zac. Necesito saber toda la mierda que te hicieron en este maldito lugar —gruñó, pero en su tono había un claro deje de súplica. Aquellos ojos verde jade le observaron con cierta desconfianza. —¿Por qué quieres saber todos los detalles? —interrogó. —Debido a que malditamente necesito saber hasta qué grado sacarle la mierda a tu estúpido padre por todo lo que te hizo sufrir —contestó—. Porque necesito saberlo para alejarte de este maldito lugar con estas estúpidas personas que tanto te lastimaron y buscar otro lugar seguro en el cual pueda protegerte. Y porque jodidamente quiero saber todo de ti, ya sea pasado, presente o en un futuro. Zac le observó fijamente, y al no encontrar nada más que la verdad en esos tormentosos ojos azul mar, su garganta se apretó en un extraño nudo. —Podrías meterte en grandes problemas por golpear a mi padre, él tiene contactos que te pueden j***r la vida. Y si eso no es suficiente, podrías tener problemas en tu propio trabajo por lastimar a tu cliente —argumentó. —j***r, bebé, todo eso me importa una mierda —exclamó Luther—. Esos idiotas se atrevieron a lastimarte y tienen el descaro de fingir que no te hicieron nada y traerte hasta esta casa, ¿para qué? ¿Para jugar contigo? ¿Para volver a joderte la vida? ¿Para lastimarte? Pues se jederán en sus culos porque no permitiré que toquen un cabello de tu preciosa cabeza —declaró. Alzando una mano, Zac la apoyó sobre el pecho de Luther, el cual se movía agitadamente y sintió como su corazón corría. Observando fijamente esos ojos profundos, alzó su otra mano y la llevó hacia la nuca del contrario. Atrayéndolo, juntó sus labios en un beso que tomó desprevenido al hombre lobo, dejándole confuso. Pero solo basto un dulce gemido por parte de Zac y un suave lamido provocativo de su lengua en los labios de Luther, y este respondió aquella clara invitación cubriendo con su boca la de su pareja, para devorar toda esa boquita. Gimiendo, el humano movió su lengua con entusiasmo, dejándose llevar por el intenso ritmo del hombre lobo. Necesitando más de Luther, más contacto, más calor, más de él, Zac alzó una pierna y la enganchó en el cuerpo del contrario. Empujando más cerca su cuerpo, ambos gimieron cuando sus entrepiernas se presionaron juntas. Sacando su mano de la nuca de su pareja, Luther la bajo para sostener su muslo y reclamó esa perfecta boca como suya. Sintiendo la falta de oxígeno en sus pulmones, Zac arrastró sus manos hacia la espalda de Luther y se aferró a él mientras sus labios siguieron moviéndose, besándole hasta lo que más pudo resistir. —Luther~... —gimoteó, tirando de su camiseta. Dejándole ir brevemente, Luther se mantuvo lo suficientemente cerca para seguir disfrutando de esos exquisitos labios de cereza, prestándole especial atención aquel superior que era más relleno, suave y perfecto. Cuando finalmente se detuvo, Luther dejó escapar una larga exhalación y empujó su rostro en la curvatura del cuello de su pareja. Sintiendo como poco a poco su lobo se calmaba ante el tacto de su elegido, se mantuvo en ese lugar y disfrutó de la forma en que Zac pasó sus dedos por su nuca, acariciando su rubio cabello corto. —Maximo nunca fue un buen padre conmigo, de hecho, no tengo absolutamente ningún recuerdo en el cual él haya sido bueno con mi madre y conmigo —contó—. Ante mí, siempre se ha presentado como un monstruo deseoso por lastimar. Cuando Zac guardó silencio, Luther se quedó donde mismo y esperó pacientemente a que su elegido ordenara sus palabras, tomándose su tiempo para ello. —Te conté que mi padre fue malvado con mi madre, un pésimo esposo que abusó de ella y la engañó con Sloane. Que solo se casó con mi mamá para obtener el dinero de su familia... Pero no te dije de todos los horrores que nos hizo vivir a los dos, porque para Maximo no era suficiente con lastimar a mi madre, por más que ella intentaba resistir, siempre habría algún momento en que se terminaría desmayando, y entonces él vendría por mí. —¿Te golpeó? —preguntó Luther en un tono bajo. —Qué no me hizo —resopló. De pronto, necesitando más contacto, Zac inclinó su cabeza y la apoyó en el hombro de Luther. —Hubo un tiempo, cuando era un niño, en que las cosas de las niñas me llamaban mucho más la atención que los juguetes de niño. A mi madre realmente no le interesaba y jugaba conmigo con su maquillaje o hacíamos fiestas de té con mis peluches. Pero a Maximo no le pareció que su hijo fuera un marica afeminado, por lo que dejó de solo prestar atención a mi madre, y comenzó a golpearme a mí también para hacerme un hombre hecho y derecho —resopló. —Eso es una estupidez, eras solo un niño. —Eso le dijo mi madre. Pero a mi padre no le interesó, dijo que tenía que comenzar a enderezarme desde un principio, por lo que comenzó a incluirme en el infierno en el que hacía pasar a mi madre. Si no me estaba insultando y degradando por todo y nada, me estaba dando mis "castigos para volverme un hombre" —contó—. Algunas veces me golpearía y me encerraría si terminaba llorando, otras me haría presenciar como golpeaba a mi madre. Tomando una pausa, Zac tomó una profunda respiración y cerró los ojos. —Cuando los castigos se volvieron realmente malos, mi madre comenzó a esconderme en mi habitación, contándome un cuento para encerrarme. Solo una vez dejaba de escuchar los gritos de mi madre, es que sabía que finalmente todo había terminado, y entonces tenía que esperar a que ella estuviera lo suficientemente bien para poder sacarme del lugar en el cual me dejó para ir con ella —suspiró—. Esa es la clase de monstruo con el cual viví hasta que mi madre se suicidó sin poder soportar más de ese infierno. Y lamentablemente, no cambió mucho con la llegada de Sloane y su hijo en casa. Las palizas pudieron ir desapareciendo de a poco a medida que deje de ser tan "afeminado" Pero los insultos y comparaciones siguieron hasta que nació Anika y mi existencia dejó de ser importante por él. Bajando su pierna, Zac simplemente permaneció abrazado a Luther, y dejó que esa pesadez que se había arraigado a su corazón fuera liberada de a poco con cada palabra que expresaba. —A veces me pregunté por qué mi madre simplemente no se separó y nos alejó de él, pero... Cuando quedé solo con ese monstruo y esa familia, comprendí que el miedo puede nublar nuestras mentes hasta el punto de hacerte pensar que no puedes hacer nada, no fue hasta que me dejo de prestar atención que pude organizarme y alejarme de toda esa mierda tan pronto como pude hacerlo —expresó, con sus dedos aferrándose a la espalda del hombre lobo—. A veces pienso, que si Anika no hubiera nacido y mi padre hubiese seguido prestándome atención, tal vez... Habría tomado la misma decisión de mi madre para escapar de ese infierno —reveló. —No. —gruñó Luther, abrazándole con más fuerza—. Tú no... —Shh... Te dije que solo fue un pensamiento pasajero —calló y besó su cuello—. Pero ahora, ya sabes porque no creo ni una mierda en mi padre y en su supuesto cambio. Pude haber superado ya toda la mierda que me hizo, pero para mí sigue siendo el mismo monstruo de siempre. Y la razón por la que sigo resentido con todos ellos, es por esto mismo, porque me recuerda que a pesar de lo que dicen, ellos nunca serán realmente mi familia, me ayuda a no tener falsas esperanzas tontas como mi madre, de que algún día Maximo iba a cambiar. Permaneciendo unos minutos así, solo abrazados en silencio, Luther fue el primero en moverse y capturó el rostro de su elegido entre sus manos para besarle dulce y lento. —Lo siento, pero tengo que ir a darle un golpe a tu padre —anunció con tal tranquilidad y ternura, que Zac no reaccionó inmediatamente. No fue sino que, hasta que Luther lo apartó suavemente de la puerta y salió por esta, que su cerebro registró sus palabras y entonces salió detrás de él. Lamentablemente, para el momento en que Zac llegó a la sala de estar en donde solo quedaba los integrantes de la familia Di Montelroso, fue para presenciar justo el instante en que Luther le daba un perfecto derechazo a Maximo en todo su rostro. —No te quiero ver cerca de Zac otra vez. A diferencia del pasado, ahora él no está solo y no permitiré que lo jodas otra vez, ¿comprendido? El caos estalló con ello. Sloane arrodillada al lado de su esposo, intentaba detener el sangrado de su nariz, en lo que Anika gritaba como una loca. Paxton por otro lado, solo se mantenía observando en silencio. —Silencio. —ordenó Maximo y observó directamente a Luther—. Será la primera y última vez que permito esto, pero no habrá segunda oportunidad aquí. Furiosa, Anika colocó su frustrada mirada en Zac y fue directo al ataque hacia él. —Todo esto es tu culpa. Tú le ordenaste que golpeara a papá —acusó apuntándole con su dedo. Antes de que Zac pudiera apartarlo, Luther estaba a su lado bajando esa mano. —Lo hice por mi cuenta, Zac no tiene nada que ver en esto, por lo que me gustaría que no lo culpes sin pruebas —expresó fríamente—. Ustedes mejor que nadie debe de comprender por qué lo hice, ¿no? Por eso no me quiso despedir. Cuando los tres restantes se quedaron en silencio, Anika observó confundida a su familia. —¿De qué habla? —Subamos, ya me aburrí de estar aquí —pidió Zac y se retiró con su sombra siguiéndole de cerca. Subiendo las escaleras, Zac dejó que Luther rodeara su cintura para ayudarle a caminar y no le apartó incluso cuando llegaron a su habitación. Por primera vez, no sentía el instinto de apartarlo, y por el contrario, solo deseaba que lo abrazara.
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