Capítulo 41

2365 Words
Observando a su encantador elegido ignorar a todo el mundo en lo que tomaba el sol en una de las cómodas sillas frente a la piscina, Luther no podía dejar de admirar tremenda belleza que el destino eligió para él. Y le importaba un carajo que estuviera demostrando todo el interés que tenía por ese hermoso chico al observarlo libremente, si fuera por él, le diría a todo el mundo que deseaba y quería a ese chico, pero como aún no lograba que Zac admitiera que había algo entre ellos, es que se estaba conteniendo en ese aspecto. Porque, sí, a consideración de como actuaba los primeros días tras conocerse, hubo un gran cambio significativo tras lograr acercarse. Zac podría seguir emitiendo esos dulces gruñidos de vez en cuando, su mal humor iba y venía junto a uno que otro comentario o respuesta sarcástica, pero ahora al menos era un poco más abierto con Luther. Si tenía suerte, conseguía una sonrisita y cuando estaba de buen humor y tranquilo, hasta le seguía en sus bromas. Lo malo, es que esa era una hermosa fase que el hombre lobo comúnmente apreciaba cuando estaban a solas en la habitación, ya que estando afuera rodeado de personas interesadas que no eran del agrado de Zac, era bastante obvio que seguiría mostrando aquellas murallas bien altas. Y considerando todo lo que su chico le contó y lo que apreciaba en torno a esos cuatro alrededor de Zac, se preguntaba seriamente cómo es que, hasta el momento, su elegido no había estallado proporcionando un buen golpe. Claro, siempre lograba cerrarles las bocas y alejarlos con sus respuestas ingeniosas y comentarios mordaces, pero... Cada uno de ellos era tan molestosamente irritante. En cada oportunidad que tenía, el juez iba detrás de Zac para intentar convencerle de que ahora era un buen padre y que realmente había cambiado. Cuando él no lo hacía, Paxton aprovechaba cada encuentro para abogar por Maximo. Y si esas dos personas no estaban molestando a su chico con eso, la madrastra aparecía para hacer comentarios de "madre preocupada" o su mimada hija iba con su elegido para odiar porque sí, porque no, y porque podía. El hombre lobo ya hasta comprendía por qué Zachariah se negó tanto a ir a aquella casa, los malos recuerdos parecía que ni siquiera tenían mucho tiempo para atacar a su chico cuando los otros no le dejaban tranquilo. Y lo peor de todo, es que con cada encuentro, siempre, de alguna forma, lograban que Zac quedara como un idiota bastardo frío y desalmado ante sus comentarios. Claro, como los demás no estaban al tanto de toda la mierda que ocultaban los Di Montelroso, simplemente asumían que Zachariah era el malo ante sus palabras tan frías. Hasta el momento, Luther ya hasta había perdido la cuenta de cuántas veces hizo callar a sus hombres tras escucharle murmurar entre ellos sobre la pésima actitud de Zac, hasta el punto en que cada uno de ellos observaba sobre sus hombros antes de hacer cualquier comentario. Pobres ilusos, sin importar que tan bajo intentaran hablar mierda de su chico, él junto a su lobo podrían captarlo gracias a su sensible oído. Y era precisamente por eso, que tan pronto la misión terminara, volvería a mandar a todos para que hicieran su entrenamiento como guardaespaldas otra vez. Después de todo, estaban ahí para proteger, no para hablar mierda y dejarse llevar por sus opiniones personales. Las orejas del lobo de Luther se alzaron al escuchar ruido y se movieron en dirección de donde provenía. Enderezándose, Luther observó en dicha dirección y se encontró con dos guardias haciendo su ronda, pasando por al lado de la piscina por ello. Por un momento, tanto su lobo como Luther observaron con atención como ambos hombres se detenían unos minutos para observar en la piscina, obviamente para apreciar la belleza de su chico. Más que sentirse enojado de que lo estuvieran observando, el hombre lobo estaba todo lleno de orgullo de que, a pesar de que hablaran mierda de él, no podían negar que era toda una belleza. Sin la necesidad de acercarse para ordenarles seguir con su ronda, Luther observó complacido como, con una simple mirada, Zac logró que ambos guardias se movieran inmediatamente. Ah, su perfecto y encantador elegido. Realmente, quería hacer algo más por él para poder cruzar ese pequeño paso que estaba justo frente a él y así capturar por completo a su pareja. Pero ciertamente sabía que apresurando las cosas no iba a lograr nada y, por el contrario, podría ser contraproducente y retroceder todos los pasos que había logrado avanzar ya. Realmente, era una suerte de que fuera un lobo beta, porque si su chico le hubiese tocado alguien como Caden, Theron o incluso Alaric, ambos habrían tenido un gran problema con toda esa mierda intensa, dominante y demandante que poseían los lobos alfas. Relajándose una vez contempló a ambos guardias perderse tras doblar, Luther sacó su teléfono y decidió llamar a Caden, lo más que podía hacer por su encantador elegido en ese momento, era trabajar en el caso para sacarlo lo más pronto de esa odiosa casa. —Habla Asher, mi lobito está en una importante reunión con mi polla en este momento y no te puede atender. —Si realmente fuera así, ni siquiera te habría permitido contestar esta llamada —indicó divertido. —¿Tú crees? Caden puede tener un lado realmente perverso. —Sí, pero dudo que ese lado salga con otros hombres que tienen cierta similitud a él con lo posesivo que es. —Touche. Pero lo de la reunión es real, solo que está hablando con los detectives y todo eso —explicó con un suspiro—. Estoy aburrido de esperar, pero me prometió sexo caliente. —Por supuesto —sonrió y observó a su chico girar para exponer ese perfecto trasero y su marcada espalda. —Hey, ¿me escuchas? —No. ¿Qué me dijiste? —Que si quieres dejarle un mensaje —indicó—. Y me ignoras otra vez y te corto. —Siento eso, me distraje admirando a mi chico tomar el sol. Tiene un cuerpo digno de ser mordido —explicó y el cantante rió. —Está bien, te lo dejo pasar solamente porque entiendo ese sentimiento —expresó divertido—. ¿Realmente tiene buen cuerpo? —Es como el de un nadador, firme en todos lados, sin músculos exagerados, pero marcados en los lugares correctos—describió y suspiró. —Bueno, considerando que se gana la vida acosando a famosos, debe de tener un buen cuerpo para huir y perseguir. Luther resopló ante esas palabras. Si tan solo Asher supiera que su chico probablemente más dinero de lo que él y Caden eran juntos, chillaría sin comprender por qué seguía trabajando. —Pero bueno, cuéntame, ¿cómo vas con él? Ya puedo visitarle y hablar sobre nuestras parejas y quejarme en el proceso como hago con Rhory y Maison? —No, aún no. He logrado acercarme lo suficiente como para que ya no se comunique conmigo solo a través de gruñidos, pero no como para dar aquel salto —explicó. —Uhm. Será interesante saber cómo será su reacción. ¿Se asustará y correrá como Rhory? —Con Zac... Es difícil de saber —reconoció. —Cierto, hasta el momento cada encuentro que hemos tenido con él, ha demostrado que es un tipo inteligente y astuto —indicó—. Bueno, tengo que irme. Caden ya tardó demasiado y tengo una presentación en un programa que no me puedo perder. Y debo salir para que me preparen con todo eso del vestuario y maquillaje —comentó. El interés despertó en el hombre lobo con aquellas palabras. —¿Te maquillas? —Sí, pero no me gusta exagerar mucho, solo algo leve —explicó—. ¿No me digas que también eres uno de esos idiotas que piensan que por ser hombre no debería de maquillarme? —gruñó. —No, pero me gustaría probarlo en Zac. —Oh. Pero no a todos los tipos gays les gusta maquillarse. Yo me maquillo solo para presentaciones y es algo leve —contó—. Deberías de averiguar primero si a tu chico le gustaría. —Sé que cuando era pequeño le llamaba la atención, pero su padre le dio mierda por ello porque no era lo que a un chico debería de gustarle —contó con desagrado. —Ahg, típico padre idiota machista —resopló Asher—. Bien, si tienes tiempo deberías de darte una vuelta por aquí. No solo te conseguiré maquillaje, sino que le hablaré a mi estilista y maquilladora para que te den algunos consejos. —Lo tomo. Tan pronto como me haga un tiempo, te aviso —prometió. —Hecho. Me voy, si Caden pregunta, dile que me vengaré por esto —pidió y cortó la llamada. Riendo, Luther bajó su teléfono y se encontró con aquellos atrapantes ojos verde jade observándole sobre los lentes de sol. Sonriente, guardó su celular y se movió para ir con él. —Pensé que te estabas bronceando la espalda. —Lo estaba, hasta que recordé que no mi mano no alcanzó para echarme bloqueador —explicó, colocándose sus lentes correctamente. —Podría hacerlo por ti, si quieres —ofreció. Alzando una mano, Zac bajó los lentes levemente y le observó por encima de estos. —Podría considerarlo, mientras no intentes nada pervertido. —Lo dices como si siempre estuviera pensando cosas morbosas, encanto. —He estado sintiendo tu mirada desde el mismo instante en que salí de la casa con mi traje de baño, tus ojos reflejan todo lo que pasa por esa cabeza tuya —indicó. —Solo soy un hombre sincero —se excusó encogiéndose de hombros—. Entonces, ¿lo tomo como un no? Zac observó hacia la casa y una malvada sonrisa ladina se estiró en esos perfectos labios de cereza. —¿Y perderme la oportunidad de restregarle en la cara a la princesita Anika que me quieres a mí y no a ella? Rodando sobre su estómago con cuidado por su pierna, Zac se acomodó y luego señaló la silla de al lado, en donde estaba una toalla y el bloqueador. —Ah, y tienes todo el permiso de ser tan sensual como puedas. Riendo ante la vena perversa de su chico, Luther tomó el protector solar y se sentó al lado de su chico. Echando la suficiente cantidad en su espalda, deslizó sus manos por esa perfecta piel. Esparciendo la crema en lo que simulaba un masaje, los esfuerzos del hombre lobo se vieron recompensado tan pronto como obtuvo unos dulces soniditos de su elegido. —¿Cruzaría alguna línea si me siento sobre ti, montándote para estar más cómodo? —indagó probando las aguas. —Uhm, supongo que no importa mientras sigas moviendo esas manos —aceptó Zac en un suspiro. Una gran sonrisa lobuna y depredadora surcó en el rostro del lobo beta, de la cual Zac no pudo percatarse. Levantándose, se subió a horcajadas sobre el regazo de su chico, apoyando directamente su entrepierna en ese perfecto trasero de burbuja. Zac jadeó y maldijo tan pronto como reconoció aquella dureza presionarse en su trasero, sintiéndose condenadamente bien. —Estás jugando sucio —gruñó. Inclinándose hacia adelante sin recargar todo su peso en su chico, Luther acercó sus labios a su oído. —Solo te estoy dando un masaje, bebé —ronroneó simulando una pequeña embestida que hizo gemir a Zac. —El masaje es con tus manos, no tu cadera —se quejó. —Solo me acomodaba —se excusó y se enderezó—. No me gustaría pasar a llevar la herida en tu muslo —explicó. Aunque por supuesto que ya había tenido cuidado de ello en el momento en que se sentó al lado de su encantador elegido. Aprovechando su oportunidad, Luther siguió esparciendo el bloqueador sobre la espalda de su chico, de vez en cuando moviendo sus caderas con la excusa de acomodarse para restregarse en ese perfecto trasero, lo cual no provocaba más que su bulto creciera en una obscena curva ante los dulces ruiditos sexys que emitía su pareja. —La próxima vez que pueda darte un masaje, compraré un aceite especial para ello —prometió. —Eso... Suena bien. —Y los dos estaremos desnudos. —Por supuesto —resopló Zac, entretenido. Aunque dicho sonidito se vio interrumpido por otro gemido que siguió a otro ante esa exquisita presión en su trasero, si tan solo esta pudiera estar presionando directamente en su agujero, se sentiría mucho mejor para Zac. —Oh, j***r, bebé... No me tortures así —gimió Luther. —Tú eres el que se está restregando en mí —le recordó. —Pero puedo oler tu excitación. Dulce y almizclado, tan perfecto como tú —se deleitó. Curioso, Zac giró su rostro e intentó observar a Luther, encontrándose con una extraña expresión entre el placer y el deseo. Ante un molesto carraspeo, ambos observaron hacia la derecha y contemplaron a Anika vistiendo un pequeñísimo traje de baño cubriendo su cuerpo. Y por la dirección en donde estaban observando aquellos ojos verdes, era bastante obvio que se había dado cuenta de lo que hacían. Aun así, Zac no se avergonzó ni alejó a Luther, así como este no hizo ni el intento por alejarse de su elegido y siguió esparciendo el protector solar sobre su espalda. —¿Necesitas algo o pasarás todo el día ahí parada observando como una idiota? —cuestionó Zac. —Este es un lugar decente, no un prostíbulo —anunció tan pronto como se recuperó. —Por supuesto que no, para eso está tu habitación. Anika le observó con odio y luego desvió su atención a Luther. —Necesito ayuda con el protector solar. —Luther, respóndele a la puberta hormonal para que se pierda —ordenó Zac. —Lo siento, mis manos, ojos y cuerpo solo está disponible para Zac —anunció Luther, sin darle una mirada. Con una sonrisa satisfecha, Zac ignoró a la princesita que ya había comenzado con su berrinche.
Free reading for new users
Scan code to download app
Facebookexpand_more
  • author-avatar
    Writer
  • chap_listContents
  • likeADD