Capítulo 23

2326 Words
En el momento en que se habían encontrado con la esposa de su padre y su mimada hija, Zac debió de haberlo tomado como un mal augurio, ya que después de ello, a pesar de todo el tiempo en que persiguió aquella actriz, no encontró absolutamente nada interesante, digno de mostrar a los demás. Si, la habían perseguido a un par de tiendas, en una sorprendentemente fue de videojuegos y también capturó un encuentro con la madre, pero de ahí a algo más, no. Y el humano había desperdiciado la mayoría de su día siguiéndole por la ciudad solo para tener esa clase de fotos aburridas. —¿Por qué dejas escapar ese suspiro, encanto? No muy contento, Zac le lanzó una mirada a su tonto guardaespaldas, quien por supuesto también había perdido la mayor parte de su día siguiéndole. —Porque esa mujer no me mostró nada interesante y hemos desperdiciado todo el día siguiéndola —refunfuñó y observó su plato medio vacío—. Además, por tu culpa me la he pasado comiendo comida chatarra. —Es comida normal que consumiste a sus horas correspondientes —indicó Luther—. Además, teníamos que aprovechar que algunos de los lugares en que nos ocultamos eran restaurantes —se defendió. —Si hubiera estado por mi cuenta, no habría comido nada. Ante aquel comentario, las cejas de Luther instintivamente se encontraron. Habiendo pasado ya unos días con su chico, el hombre lobo ya había intuido que su encantador elegido tendía a saltarse algunas de sus comidas, todo por el bien de su investigación. Y aunque entendía la pasión de su pareja por tomar fotos y acosar a otras personas hasta encontrar sus secretos, la idea de que se descuidara a sí mismo no eran una que le agradara al lobo beta, para nada. —¿Qué? ¿Por qué pones esa cara? —cuestionó Zac. —Es porque no me agrada la idea de que te descuides a ti mismo por tu trabajo —confesó—. Razón por la cual, he decidido que me haré responsable de recordarte la importancia de las tres comidas al día. Instintivamente, Zac alzó una ceja. —¿Qué? ¿Desde ahora tienes pensado cocinarme? —¿Estás loco? No quiero matarte por envenenamiento —rechazó—. No podría cocinar aunque mi vida dependiera de ello. —Eso es imposible, todo el mundo puede cocinar hasta un simple huevo. —Menos yo, créeme. Nunca en la vida he podido, por más que mi madre me intentó enseñar, se rindió conmigo luego de comprobar que soy un caso perdido —contó. Zac entrecerró sus ojos en el contrario. —¿No me mientes? —¿Por qué crees que miento? —Porque siento que es imposible que alguien como tú no sepa algo tan básico como cocinar —argumentó. —¿Alguien como yo? —cuestionó, interesado. —Sí, como tú. Que se ve... Ya sabes, el típico hombre perfecto —gruñó. —Creí que me veía como un completo playboy. Zac soltó un resoplido irritado. —Lo haces, por eso digo que te ves como el típico hombre perfecto que puede hacer de todo. —Que me vea de esa forma no significa que lo sea, encanto. No coqueteo con todo el mundo, nunca en mi vida lo he hecho, solo soy amable y lo que se conoce como socialmente abierto. No me acuesto con cualquiera que se me ofrezca, solo he tenido dos relaciones duraderas y los demás encuentros terminan mucho antes de comenzar porque se crean de mí un concepto erróneo en el cual no estoy dispuesto a seguir. Y por mi vida que no puedo cocinar nada, te buscaré testigos si quieres —expresó. La expresión de Zac era completamente confusa y un tanto incrédula, como si no pudiera creer del todo sus palabras. —Eso no tiene sentido —rechazó—. Coqueteas conmigo en cada oportunidad que tienes. —Porque me gustas y estoy buscando la forma de conquistarte —declaró—. Y hasta donde tengo entendido, el coqueteo es una clara forma de mostrar mi interés por ti. —No cuando lo haces con todo el mundo. —Solo lo he hecho contigo, mi atención antes de conocerte estuvo cien por ciento en mi trabajo. Pero si quieres pruebas, puedo llamar a Caden para que lo confirme y a Asher para que te diga que mi amabilidad es la que malinterpretan. Zac cruzó sus brazos y le observó con sus ojos entre cerrados. —De acuerdo, haré como que creo que solo has coqueteado conmigo y que tu amabilidad es la que otros malinterpretan, pero eso de que solo has tenido dos relaciones y que hace tiempo que no te acuestas con nadie no me lo creo —declaró. —Es la verdad, no estoy interesado en tríos, relaciones abiertas, en el mundo del b**m, o en la asfixia, ni la dominación. No me interesa lastimar a mi pareja durante las relaciones, y ciertamente, a veces prefiero que tomen el control que el tenerlo siempre yo, es más divertido de esa forma —explicó. El humano parpadeó. —¿Realmente te han ofrecido eso? —Ni siquiera me lo han ofrecido, ellos creen que se lo daré solamente por mi apariencia —aclaró Luther—. Solo ven un tipo grandote, apuesto y perfecto para cumplir sus fantasías. Uno incluso me dijo que era como su Christian grey, y sí, tuve que buscar en internet para entender que se refería a todo eso de la dominación. Y Zac parpadeó otra vez, ahora, sintiendo una espinita culpable por también haber juzgado a Luther por su apariencia para mantener algo de distancia inútil, ya que no sirvió de nada. Nadie mejor que él sabía lo que era ser juzgado sin hacer nada. —Bien, acepto que me equivoque —anunció. —¿Saldrás conmigo? —Acepté que me equivoqué al juzgarte, no el tener una cita contigo —indicó. —Tenía que intentarlo —expresó Luther con una sonrisa. —¿Por qué siempre estás sonriendo? —se quejó. —Es como si te preguntara por qué siempre tienes ese ceño fruncido, encanto, no hay razón, solo es parte de nuestra personalidad —aclaró. —Pero no me gusta cuando sonríes, te ves odiosamente atractivo. Y para el momento en que Zac se dio cuenta de lo que dijo, la sonrisa de Luther solo había aumentado y, de cierta forma, adquirido un aire sexy e interesado. —¿Es así? Estremeciéndose internamente ante el tono bajo y seductor que empleó su guardaespaldas, Zac maldijo y observó hacia otro lado. —Que diga la verdad no significa que nosotros vamos a salir. —Claro. —Lo digo en serio. —Por supuesto. Gruñendo, Zac observó con molestia a su tonta sombra. Apenas resintiendo las ganas de reír ante lo adorable que se veía su encantador elegido con esa mirada, Luther le distrajo señalando cierta dirección. —Tu famoso se está retirando —indicó. —No caeré en tu mentira. —No hay razón para mentirte, y nunca lo haré, Zac —prometió. Y ante el cambio de expresión de su sombra a uno más severo, anunciando que no mentía, Zac observó al lugar donde señaló y contempló a la actriz alistarse para salir. —¿Piensas seguirla? —preguntó el hombre lobo. —Sí, ya hemos desperdiciado todo el día, seguirla un poco más no cambia las cosas —suspiró. Levantándose, tomó su cámara junto al bolso de esta y observó la mesa. —No te preocupes, pagué antes. El humano juntó sus cejas y observó al lobo beta. —¿En qué momento? Luther le sonrió y le guiñó un ojo, sin decir nada. Soltando un resoplido, Zac salió del restaurante junto a su guardaespaldas y ambos siguieron a la actriz. —Parece que finalmente se va a casa —comentó Zac al verla bajar hasta el estacionamiento subterráneo. —¿Deberíamos de volver a casa nosotros también? —preguntó Luther. Por el rabillo de su ojo, Zac percibió como repentinamente, un grupo de guardias salió de la nada y rodeó a la actriz, quien se había detenido y observó hacia todos lados, como si estuviera esperando algo. Al contemplar como los guardias comenzaban a observar a su alrededor, vigilando, Zac ni siquiera lo pensó al empujar a Luther contra una viga de cemento. —¿Qué suce-? Rápidamente, el fotógrafo colocó un dedo sobre los labios del hombre lobo, callándole. Observando por el costado de este, hacia la actriz, una pequeña sonrisa creció en sus labios al contemplar que esos guardias se alejaban y comenzaban a revisar el estacionamiento. Algo estaba a punto de ocurrir. Enderezándose levemente, corrió su cámara para el lado izquierdo, ocultándola de la vista y luego observó hacia Luther, inclinando su cabeza ligeramente hacia atrás para ello. —Finge besarme —ordenó. Y oh... Ahí estaba otra vez, esa sonrisa depredadora apareciendo de la nada en el rostro de Luther. Antes de que pudiera recalcarle que tenía que fingir besarlo, el hombre lobo se apoderó de sus caderas y atrajo a su encantador elegido eliminando cualquier distancia entre sus cuerpos. Bajando su cabeza, juntó sus labios en un toque dulce que no era más que una presión. Ambos se estaban observando fijamente, alzando una mano, Luther le capturó un costado de su rostro. Y aun cuando Zac contempló el momento exacto en que su guardaespaldas iba a hacer algo más, no pudo resistirse tras sentir esa cálida lengua emergiendo para lamer en un lento recorrido su labio superior. En un pequeño suspiro, un agudo gemido bajo escapó entre esos gruesos labios ante el tacto de Luther y por supuesto que este aprovechó la oportunidad para sumergir su lengua en su boca. Cerrando sus ojos instintivamente, Zac se estremeció al escuchar ruido cerca e inmediatamente luchó por escapar. Por supuesto, Luther se lo impidió rodeándole con sus brazos firmemente, atrapándolo en su cuerpo. Jadeando, al sentir el perfecto cuerpo de Luther y su agradable calor, el humano gimió. —Tócame como deseaste que lo hiciera en la ducha —gruñó Luther en sus labios. El cuerpo de Zac se estremeció y la sorpresa le invadió, abriendo sus ojos se encontró con esa intensa mirada azul quemando su cuerpo. Negándose a sentirse avergonzado por haber sido descubierto, el humano alzó sus manos para aferrarse a los costados del hombre lobo y volvió a unir sus labios. Inclinando ligeramente su cabeza, obtuvo un mejor acceso a la boca de Luther y empujó su lengua en él para comenzar una pequeña batalla que le encendió. Mientras más tocaba, más saborea, más quería Zac. Y aun cuando el peligro paso por su lado, el fotógrafo solo pudo seguir besando a su guardaespaldas, sin poder preocuparse en nada más. Con el sonido de otro auto llegando, ambos finalmente dejaron de mover sus labios y apenas se separaron para observarse, jadeantes. —j***r, bebé, sabes cómo hacerme ver estrellas —gimió Luther y empujó su rostro a la curvatura de su cuello. Tragando, Zac intentó concentrarse nuevamente en lo que se suponía que había estado haciendo antes. Al escuchar una puerta, giró su cabeza hacia la derecha y contempló a un hombre bajarse de un auto e ir al encuentro de la actriz. Sacudiendo ligeramente su cabeza, el fotógrafo recuperó su cámara y, si moverse, enfocó apuntando hacia la pareja. Una pequeña sonrisa creció entre los labios de Zac al reconocer al hombre como un famoso YouTube, la cual aumentó al capturar a ambos abrazándose y besándose. —Realmente... Me gustaría tener una cámara también para capturar la hermosa sonrisa que tienes ahora —suspiró Luther, con su cabeza apoyada en el hombro de Zac. —No estaba sonriendo. —Lo hacías, y te veías hermoso con esos labios rellenos con un tono más rojo por nuestro beso estirados en una sonrisa pequeña —describió. —¿Y dices que no sabes coquetear? —bufó. —No es coquetear, es decir la verdad. Eres hermoso. —Déjalo. —ordenó, sintiendo un molesto calor en su rostro. —Mira, te ves completamente adorable rubo-... —Será mejor que lo dejes si no quieres que alce la pierna y te golpee hasta dejarte sin descendencia —amenazó. Luther rió y volvió a empujar su rostro en la curvatura del cuello de su pareja, deleitándose con su aroma. A diferencia de los alfas, al ser un lobo beta Luther no podía distinguir aromas, pero aun así, podía sentir una exquisita esencia atrayente en su pareja que deleitaba tanto a su animal como a él. —Ya puedes soltarme, ya tomé las fotos y ellos ya se fueron —informó Zac. —Solo un poquito más, te sientes perfecto —suspiró el hombre lobo. Y Zac solo... Se permitió unos segundos más de dicho placer, hasta que recordó que supuestamente aún dudaban de Luther y entonces se movió para alejarse. Y maldición, fue imposible para el humano no sonreír al escuchar los pequeños lamentos del contrario, sonando tan infantil y... Tierno, en cierta forma. Aunque dicho pensamiento se fue a la mierda tan pronto como contempló la evidencia entre ambos cuerpos de lo que había provocado su beso. Y j***r, si no era caliente y satisfactorio para Zac el contemplar directamente lo que había hecho él. —Uhm, retiro lo dicho. Ahora es cuando me gustaría tomar una foto de tu sonrisa al contemplar nuestras erecciones juntas. Encontrándose con esos profundos ojos azul mar, Zac tuvo que luchar mucho más que antes en alejar la mirada y finalmente alejarse del contrario. —Solo vamos a casa, ya terminé por hoy —anunció y sacó su camiseta para cubrir su erección. Al contrario de Luther, quien simplemente camino a su lado sin ocultar nada, sin vergüenza alguna por lo que causaba a su cuerpo. Y eso fue otro golpe para Zac.
Free reading for new users
Scan code to download app
Facebookexpand_more
  • author-avatar
    Writer
  • chap_listContents
  • likeADD