Capítulo 30

2383 Words
Para el momento en que Zac abrió sus ojos, fue bastante evidente que se había quedado dormido, a juzgar como su cabeza no estaba intentando matarle como antes. Sí, el dolor persistía, pero la intensidad no era igual. Alzando sus manos, restregó ambos ojos y luego parpadeó un par de veces hasta que su vista mejoró. Ahora que la jaqueca no era tan fuerte y su estómago no estaba intentando derramar hasta sus entrañas, Zac pudo tomarse un tiempo y observar a más detalle su habitación, lo cual le sorprendió, ya que todo estaba completamente ordenado como si nunca hubieran entrado. Confuso, el humano se incorporó lentamente y observó a más detalle. Pero tenía razón, cada objeto estaba en su lugar como si nunca lo hubieran movido de este. —Despertaste. Alzando la mirada, Zac contempló a Luther terminar de subir las escaleras con un vaso de zumo entre sus manos. —Estaba hablando por teléfono, como no quería despertarte, bajé un momento —explicó. —No pregunté dónde estabas. Aunque por supuesto que sí fue algo que se preguntó al no verlo en la cama con él, ya que recordaba con exactitud a Luther prometiendo quedarse a su lado para cuidarle antes de dormirse. Tomando asiento a su lado en la orilla de la cama, el hombre lobo le entregó el vaso de zumo. —Bebe, debes de tener mucha sed. Aceptando el vaso, Zac se tomó la mitad del zumo natural con sabor a fresa. —¿Cómo te sientes? ¿Te sigue doliendo la cabeza? —Es... Soportable —anunció—. ¿Cuánto tiempo dormí? —Otras cuatro horas, no te quise despertar cuando llegó el desayuno. Obviamente necesitabas descansar y no hay mejor solución para el dolor de cabeza que dormir un poco, o eso leí en internet cuando busqué consejos. Zac parpadeó. —¿Buscaste consejos en internet? —Claro. Nunca he sufrido resaca por beber demasiado, no sabía cómo ayudarte y cuidarte correctamente, necesitaba preguntarle a alguien —explicó—. Pedí que entregaran a domicilio medicamentos, ya que no tienes ninguno y también unas hierbas naturales que supuestamente ayudan a calmar el estómago. —Pudiste haber salido a comprarlas. —Prometí que me quedaría contigo —le recordó. Cuando el estómago de Zac rugió sonoramente, ambos lo observaron. —Vamos, pondré a calentar tu comida otra vez —comentó Luther. Observando la clara intención de su guardaespaldas por tomarlo entre sus brazos, Zac lo apuntó con un dedo. —Quieto. Puedo caminar por mí mismo —aclaró. —Antes no podías. —Antes me sentía como la mierda —argumentó—. Ahora estoy un poco mejor. Dejando el vaso sobre la mesita de noche al lado de su cama, tiró las mantas hacia atrás y empujó sus piernas fuera. Con sus pies descalzos, se alzó y observó a Luther. —Ves, me puedo mover. —De acuerdo, pero mis brazos están disponibles por si quieres que te tome o te cansas —indicó. —Gracias, pero no —rechazó y se observó a sí mismo con una mueca—. Primero tomaré una ducha y luego bajaré a comer, me siento del asco. —¿Quieres...? —Me bañaré solo —cortó—. Tu solo baja y calienta la comida. Por favor —añadió. —Sigo sin estar seguro de que estás lo suficientemente bien, pero lo dejaré —aceptó resignado—. Grita si necesitas mi ayuda. —Si, no lo creo —resopló Zac. Dirigiéndose a su baño, ni siquiera tuvo que ordenarle a Luther que bajara y le dejara solo, este mismo se movió por su cuenta dándole la privacidad que necesitaba, considerando que dejaba la puerta entreabierta. Dando el agua de la ducha, comenzó a desnudarse. Por un momento, su mirada viajó al retrete y recordó cómo horas atrás, Luther estuvo ahí sentado con él, cuidándole en lo que vomitaba hasta lo que había comido el día anterior. —j***r, no puedo creer que aun así me hubiera dicho sexy luego de verme tan lamentable —negó. Sin querer pensar en ello y sobre analizar la situación cuando su cabeza seguía molestándole, el humano se metió en la ducha y tomó un agradable baño que, en cierta forma, le ayudó a sentirse mejor. Cortando el agua luego de sus buenos minutos bajo la lluvia artificial, salió de la ducha y secó su cuerpo con una toalla antes de enrollarla alrededor de su cintura. Saliendo a su habitación, se vistió con ropa cómoda y entonces bajó al primer piso. Al igual que en su habitación, Zac se percató de como absolutamente todo parecía estar en su lugar, como si ningún imbécil hubiera entrado a su departamento para destrozarle, robarle y amenazarle por culpa de su padre. Al verle, Luther corrió una silla de la mesa, en donde estaba servido algo muy parecido a un banquete, con diferentes tipos de comida. —Por aquí, bebé —indicó. —¿Por qué tanta comida? —cuestionó acercándose. Tomando asiento con la ayuda de Luther, observó como este rodeaba la mesa y se sentaba frente a él. —No sabía lo que era bueno comer después de una resaca, por lo que pedí todo lo que me comentaron —respondió de lo más normal. —¿Comiste? —No. Quería esperarte. Pero desayune, así que no te sientas culpable —prometió. —No iba a sentirme culpable, era tu decisión comer o esperarme —indicó tomando los cubiertos, acercando como primera opción un gran plato de caldo. Tomando unos sorbos, Zac soltó un suspiro de placer y luego alzó la mirada para observar a Luther. —Explica. ¿Cómo es que mi departamento se ve como si nadie hubiera entrado? —cuestionó. —Lo arreglé ayer mientras te daba tu espacio. Sabía como te molestó y perturbó que esa gente entrara y dañara tu departamento, así como que después más personas vinieran y lo invadieran. Lo menos que podía hacer era tomarme mi tiempo para ayudar a que todo estuviera en su lugar —explicó y le mantuvo la mirada—. Es una forma de disculparme por intentar que te mudaras a mi departamento. Zac asintió y bebió algo más de su caldo de pollo. —En sí, no me molestó la sugerencia. Fue el hecho de que me lo ordenaras lo que me molestó. Suficiente tenía con lo que había pasado como para que además te pusieras en ese plan. Si mando a la mierda a mi propio padre, por supuesto que lo iba a hacer contigo, por más que nos hubiéramos acercado. —Lo sé, lamento eso, tendré más cuidado de mi tono. Solo... Estaba y estoy preocupado —expresó. Zac lo observó y negó. —No estaré discutiendo eso cuando ya me duele mi cabeza. No muy feliz, pero aceptando la decisión de su pareja, de momento, Luther asintió y siguió alimentándose en su compañía. —Sigo sin entender cómo es que lograste que todo quedara absolutamente igual a antes —comentó Zac, interrumpiendo el silencio. —Es tu departamento, por supuesto que presto atención a cada detalle de ti, encanto. —Pero robaron algunas cosas y otras las destrozaron. —Por eso me tardé más en ir por ti, algunas fueron fáciles de conseguir, mientras que otras tarde un poco más buscando el mismo modelo y logrando que lo vinieran a dejar ese mismo día —explicó. Zac lo observó, queriendo preguntar por qué esforzarse tanto, pero como la respuesta era bastante clara aún en esos ojos azul mar, solo negó con una ladina sonrisa. —Realmente... Creo que nunca he conocido a un tipo como tú. Luther sonrió, tomándolo como el halago que era para él. —El dinero... —Dijiste que no querías hablar de cosas que aumentarían tu dolor de cabeza —le interrumpió Luther. Zac cerró su boca, pero le observó con sus ojos entrecerrados. —Bien, pero cuando me sienta mejor es un tema del cual estaremos hablando —advirtió. —Por cierto, tu teléfono no ha dejado de sonar desde esta mañana —informó el hombre lobo al escucharle otra vez. Zac juntó sus cejas, extrañado. —¿En serio? ¿Quién me está llamando? ¿Gertru? —El imbécil de tu padre, según tienes agendado. Las cejas del humano no hicieron que juntarse aún más con aquella información. Terminando con su caldo, tomó el siguiente plato y lo acercó a él. —¿Por qué me llamaría? Me dejó tranquilo luego de que lo visitara en el hospital —indicó—. A menos qué... ¿Le dijiste lo que me pasó ayer? —Por supuesto que no, encanto. Te prometí que solo respondo ante ti y ciertamente sé que no quieres nada de él. —¿Entonces? —Caden vino. Y él sí responde ante tu padre —le recordó. —Por supuesto —resopló y observó hacia arriba—. ¿Cuántas veces ha llamado? —Toda la mañana. —Agh, lo mejor será que le conteste o intentará secuestrarme como la última vez —se quejó—. Prefiero lidiar con él por una llamada donde le puedo cortar si ya no quiero escuchar sus estupideces que soportar su presencia en persona. —¿Tu propio padre te secuestró? —preguntó Luther, extrañado. —El día que nos presentó en su casa, lo había estado ignorando y evitando, así que no encontró mejor solución que mandar a dos de sus hombres a secuestrarme —contó y bufó ante el molesto ruido que emitía su celular. —Quédate, yo lo voy a buscar. Asintiendo, Zac siguió comiendo tranquilamente. Para cuando Luther volvió con el teléfono, este ya había dejado de sonar. Tomándolo, el humano le envió un mensaje a su preguntando qué quería, lo cual Maximo tomó como señal para volver a llamarle. Suspirando, Zac aceptó la llamada y le colocó en alta voz. Tan pronto la estridente voz del otro lado llenó todo el departamento, el humano torció sus labios y le volvió a una llamada normal. Esperando que Maximo terminara de expresar su "preocupación" Ambos siguieron comiendo. —¿Siempre es así? —preguntó Luther. —La mayoría del tiempo, por eso le ignoro. Cuando los gritos finalmente se detuvieron, Zac volvió a presionar la opción de alta voz. —Vuelves a alzar la voz y corto. Suficiente tengo con mi dolor de cabeza como para tener que soportar tus gritos —advirtió. —¿Cómo quieres que no grite cuando me entero de que entraron a tu departamento y tú no respondes mis llamadas? —No es la primera vez que no respondo a tus llamadas, no exageres —bufó. —Entraron a tu casa, Zachariah. No puedes esperar simplemente que actúe como si nada —gruñó. —Lo has hecho antes, no sé por qué te estás esforzando tanto ahora. —Tienes que venir a casa —declaró Maximo, ignorándolo. —Y vuelve el burro —suspiró—. No me iré de aquí. Fin de la discusión. Mucho antes de que su padre comenzara a quejarse, Zac le cortó la llamada y silenció su número temporalmente. —Con eso bastará por ahora —suspiró y sobó su sien—. Realmente, mataré a Gertru por ofrecerme tanta cerveza —se quejó. —No fue una mujer, fue un hombre, Jeff —aclaró Luther y se levantó—. Intenté detenerte y pasarte botellas de agua, pero entre que te quejabas conmigo, ese tipo te daba otra botella —explicó. —¿Mi jefe? ¿Por qué lo haría? Volviendo con otro medicamento, Luther se lo entregó a su chico. —Tal parece que tenía la intención de llevarte a su casa, hasta que aparecí yo —indicó. —No seas estúpido, Jeff es diferente al antiguo dueño de la editorial. Ni siquiera somos tan cercanos —resopló y tomó el medicamento. —¿Cómo era el antiguo dueño? Zac bebió agua y le observó. —Mi supuesto jefe era un idiota que me acosaba sexualmente en el trabajo aprovechando su amistad con el dueño de la editorial. Cansado de ello, hice un trato con Caden y este mandó a su hermano a darme una ayudadita —contó. —¿Por qué Theron? —Porque es un bastardo que atemoriza a cualquiera y todos saben que no le importan las consecuencias —respondió obvio—. Necesitaba a alguien así para asustarlos, solo que no pensé que renunciarían poco después de ello, lo que resultó mejor de lo esperado. Alzando sus manos, masajeó sus sienes. —Fue luego de ello que Jeff Blevins llegó a la editorial y se presentó como el nuevo dueño, contrató a Gertru, mi jefa y cambié mi contrato con ellos para que no me obligaran a hacer cosas que no quería —suspiró—. Pero trato más con Gertru que con él, ni siquiera somos tan cercanos. Y ante esas palabras, por supuesto que Luther sonrió como un idiota. Por muy creído que se había mostrado Jeff en la fiesta, Zac no estaba ni remotamente interesado en ese lobo alfa. —Agh, mi cabeza está empeorando otra vez. —Tal vez algo de aire te siente bien —propuso. —Subiré a la azotea —anunció Zac. Observando a su pareja levantarse y dirigirse a las escaleras con esa expresión enferma, Luther dejó todo sobre la mesa y le siguió, ya podría ordenar y limpiar después. —No es necesario que me sigas —refunfuñó Zac al percatarse. —Te prometí que me quedaría a tu lado —argumentó—. Además, no sabes la nueva contraseña. —¿Qué contraseña? Deteniéndose frente a la puerta de la azotea, el hombre lobo le mostró la nueva seguridad. —Es una combinación de mi día de nacimiento con el tuyo —informó y abrió la puerta por él—. Tanto tu huella como la mía están registradas. —¿En qué momento pasó eso? —cuestionó Zac, saliendo. —Ayer. Con su lobo ladrando y empujando contra él, los músculos de Luther se tensaron en anticipación. Moviéndose por instinto, cubrió el cuerpo de Zac tirándole al suelo justo en el momento en que una bala pasaba por sus cabezas.
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