Capítulo 4

2372 Words
Después de una larga misión que le llevó fuera de la ciudad por semanas, Luther habría esperado que su amigo y jefe, tuviera la consideración de no llamarle en un tiempo. Pero no, con suerte había alcanzado a tomar una siestecita en su cama tras llegar del aeropuerto para ser despertado debido a la llamada de Caden. Por lo que nadie podría culparlo si en su rostro no estaba su usual sonrisa fácil y su humor era tan agrio como el de un limón. ¿Quién no estaría enojado luego de haber dormido apenas cinco o siete horas? Resoplando, Luther siguió conduciendo las calles que tenían un molesto sol en lo alto del cielo iluminando el día de muchas personas, menos para el hombre lobo, claro. Incluso su lobo estaba molesto en su mente por no haber seguido su consejo de rechazar la llamada, y luego por no ignorar la orden de Caden por presentarse en la empresa. Pero por muy amigo que fuera este, en el momento en que le habló lo hizo en modo jefe, no amigo cercano, por lo que, aunque lo hubiese querido, no habría podido fingir no haber escuchado su orden. Para el momento en que finalmente estuvo cerca de la empresa de seguridad, Luther contempló el restaurante en la esquina de la calle. Su estómago decidió rugir entonces, y lobo beta ni siquiera lo pensó cuando encendió las señalizaciones de su auto que indicaban que iba a girar. Buscando un lugar donde estacionarse, Luther detuvo su auto y apagó el motor. Quitándose el cinturón de seguridad, observó a su teléfono cuando este sonó. Su pantalla se iluminó con ello, anunciando la llamada entrante de Caden. —Uy... Fingiremos que no lo vimos —decidió y su lobo le apoyó totalmente en la idea. Bajándose del auto sin siquiera tomarse la molestia de llevarse su celular con él, Luther hizo un rápido viaje al restaurante, donde pidió su desayuno para llevar, y luego volvió a su automóvil. Tomando asiento detrás del volante, el lobo beta dejó la bolsa en su regazo y se colocó el cinturón de seguridad, antes de sacar un burrito. Tan pronto como mordió la suave masa delgada rellena con verduras, abundante carne y picante como le gustaba, dejó escapar un profundo quejido de pura felicidad. Una, que lamentablemente se vio interrumpida por otra llamada de su jefazo. Sopesando seriamente la opción de ignorarlo, Luther finalmente bufó y aceptó la llamada. —¿Dónde estás? Los labios del lobo beta instintivamente se torcieron en una profunda mueca al descubrir que el tono de su amigo se volvió un grado más gruñón que cuando le llamó unos minutos atrás... Media hora atrás... O tal vez un poco más. Bueno, pudo haber seguido la orden de su amigo sobre ir a la empresa, pero eso no significaba que primero no se tomara algo de tiempo para parecer una persona decente con un baño antes de salir de su departamento. Encendiendo el motor, le dio otra mordida a su burrito, sintiendo como su humor mejoraba con cada probada de esa delicia. —Voy en camino. —Lo mismo dijiste hace media hora —reprochó con tono duro. —¿En serio? ¿Ya han pasado treinta minutos? —exclamó con sorpresa, retomando su mano hacia la empresa. —Treinta y cinco minutos. Mordiendo su burrito, Luther emitió un sonido con su garganta que anunciaba que le estaba escuchando. Solo una vez tragó, habló. —Ya estoy entrando en los estacionamientos —informó. —¿Pasaste a comer? —cuestionó. Deteniéndose frente a la caseta de seguridad, Luther observó con sorpresa el celular. —No, no lo hice. Buscando su identificación, bajó el vidrio y se la mostró a seguridad, quien asintió y registró su entrada. —Estás comiendo. —Me detuve un segundo a comprar mi desayuno, ya que ni eso me permitiste hacer en mi casa, desayunar —argumentó—. De ahí los cinco minutos extras. Recibiendo de vuelta su identificación, Luther subió el vidrio y siguió con su camino a su usual lugar de estacionamiento. —¿Desayuno? Son pasadas las tres de la tarde. —Para una persona que llegó al aeropuerto a las cinco de la madrugada y recién a las seis pudo llegar a su departamento y lanzarse a la cama dormir para luego ser despertado por su jefe, es un desayuno —aclaró. —Solo sube. —Sí, mi capitán. Apagando el motor de su auto cuando finalmente pudo estacionarlo, el lobo beta arrugó el papel que estuvo envolviendo su burrito y lo dejó en el interior de la bolsa antes de sacar otro. Quitándose el cinturón de seguridad, tomó su celular del soporte en el tablero y se bajó. Confiando en la seguridad de su empresa, Luther simplemente dejó las llaves en el interior de su auto y se retiró sin tomarse la molestia de colocarse seguro o la alarma. Pasando por el procedo de identificación, finalmente las dobles puertas de vidrio se abrieron ante él y fue hacia el ascensor. Subiéndose, se comió su burrito de una gran mordida y marcó el piso donde se encontraba la oficina de su amigo. Revisando la bolsa que contenía su desayuno, observó la botella de gaseosa y la sacó. Bebiendo unos sorbos de esta, se bajó del ascensor una vez las puertas se abrieron ante él y cruzó el pasillo. Saludando a la secretaria de Caden, intentó detenerse para saludarle y saber cómo estaba, pero Seline le observó y negó en silencio. —¿De qué tan malhumor estamos hablando? —indagó. —Su pareja se metió en algunos problemas. —Nada inusual. —Fue a un parque de atracciones sin sus guardaespaldas con sus amigos hace horas y aún no puede contactar con él. Aparentemente, el equipo de informática informó que hay varios videos de sus fans que le reconocieron y tal parece que le robaron sus pertenencias. Comprendiendo ahora por qué el tono de su amigo había empeorado desde que le llamó, Luther agradeció la información y se internó en la caverna del monstruo. Tan pronto como cruzó la puerta, se encontró con el profundo ceño fruncido en el rostro de su amigo, quien observaba fijamente la pantalla de su computador como si quisiera asesinarle. —¿Qué tan malo es? —Maison llamó, Asher está escondido con Rhory en una parte del parque de atracciones que ni él mismo sabe dónde es y me informó que un estúpido le robó a Asher su teléfono y billetera. —¿Cómo le reconocieron? —Se le ocurrió que sería buena idea cantar en la montaña rusa tras darse cuenta de que en realidad no es su juego favorito —respondió. Asintiendo, Luther corrió una de las sillas frente al escritorio y tomó asiento. —¿Por qué no vas a verlo si estás tan preocupado? —Tengo trabajo. —Lo has dejado botado por tu mocoso antes. —Es su castigo por esconderse de sus guardaespaldas y lograr salir a escondidas con sus amigos —sentenció. Aunque la clara preocupación que emanaba el lobo alfa, era bastante notoria. Soltando un suspiro, Luther buscó otro burrito y se lo dio a su amigo. —No tengo hambre. —La comida mejora el ánimo de cualquiera y parece que realmente necesitas comer algo ahora —indicó—. ¿No has pensado que la sobreprotección que tienes sobre Asher es innecesaria? Caden tomó el burrito y lo abrió. —Es por cosas como esta que tengo tanto cuidado con él. —Sé que su fama no hace más que crecer con cada día, pero ahogándolo con guardaespaldas y limitando sus movimientos solo lograras que este tipo de cosas se repitan, al igual que cuando estaba con su estúpido padre y este le controlaba toda su vida —argumentó. —Yo no como soy esa basura —gruñó. —No, no lo eres. Observándolo fijamente, Caden mordió su burrito y observó la pantalla de su computador. —Solo no quiero que nada le pase. En su último concierto, un fans se hizo pasar por el personal del staff y le dio una botella de agua con droga. Si no hubiera estado con él, lo habrían secuestrado —reveló. —Estoy seguro de que tu chico sabe que estás preocupado por él, pero recuerda que sigue siendo una persona y que tiene un espíritu más libre y travieso que otros —sonrió. Ese entrecejo en el rostro del hombre lobo, cedió un poco. —Me mantiene alerta. —Porque sabe que puede confiar en ti para que lo saques de los problemas —indicó divertido. —Cómo ahora —resopló Caden. Luther rió y asintió. —Bueno, entonces... ¿Me quieres decir por qué sacas de la cama a un hombre que acaba de llegar de una larga y cansadora misión que le llevó a otra ciudad por semanas? —cuestionó con su mejor expresión inocente. —Ignoraré tu queja. —Por favor, no lo hagas. Pensaba pedirte vacaciones, tengo planes. En respuesta, Caden tomó una carpeta y la dejó frente a él. —Sé que nunca ves las noticias, por lo que probablemente no estés al tanto. En este momento, la vida del juez Di Montelroso corre peligro junto a la de toda su familia luego de que diera la sentencia de un maldito secuestrador, violador y asesino de niñas pequeñas —reveló y señaló la carpeta—. El hombre que lo amenazó públicamente de muerte es Courtney Wade, un perverso tipo peligroso que tiene conexiones con el bajo mundo, razón por la cual aun estando en la cárcel, tiene el poder suficiente como para ir detrás de cada integrante de la familia. Dejando la bolsa en el asiento de al lado, el lobo beta tomó la carpeta y revisó la información del interior. —Hasta el momento, ha ido fuertemente en contra del juez acosándolo, lentamente subiendo de intensidad hasta el punto de enviar matones detrás de él. Pero tenemos informe de que también ha enviado persona por los demás integrantes de la familia. Hace poco, un matón intentó ir detrás de uno de sus hijos, y darle una paliza. Afortunadamente el chico tenía conocimientos de defensa personal y había personas cerca para ayudarle, por lo que no le fue tan mal —reveló. —¿Cuál de los tres? —El mayor, Zachariah, hay un informe de lo que pasó adjunto a su ficha —indicó—. Fue luego de ello que el juez finalmente contactó directamente conmigo y pidió un equipo completo de protección para él y su familia. Pasando hasta la última hoja de la carpeta, los músculos de Luther se tensaron ligeramente ante la imagen que apareció. Se trataba de él, de aquel hermoso y atractivo chico que había estado rondando en su cabeza las últimas semanas. Exactamente el mismo que atrapó rondando alrededor de Asher mientras le hacía de guardia suplente y llamó tanto su atención, como la de su lobo. Antes de que Caden lo enviara a aquella misión fuera de la ciudad, Luther había tenido planes de investigar al chico, acosándolo un poco en el proceso, lo suficiente para saciar su curiosidad, pero con el trabajo tuvo que retrasar todo. Era precisamente por él, por Zachariah que deseaba pedir sus vacaciones, ya que había pensado en utilizarla para averiguar más sobre él y calmar esa inquietud dentro de él que no hizo más que crecer con los días. Como aquella vez que lo observó, su brillante cabello de un tono similar al chocolate amargo tenía unas ligeras curvas que caían sobre sus cejas oscuras. Sus largas pestañas rodeaban unos increíbles ojos de un hermoso tono verde jade, y el puente de su nariz era perfecto, con un ligero toque respingón en la punta que la volvía en cierta forme adorable y perfecta para colocar un montón de besos. Y otro lugar en donde Luther deseaba besar, eran en esos perfectos labios rojo cereza, en donde el superior era ligeramente más relleno que el inferior y con un perfecto arco de cupido que los volvían tiernos y carnosos. Ah... Luther podía sentir un cosquilleante sentimiento divertido y excitante crecer en su pecho. Su mismo lobo observaba casi hipnotizado la simple foto. —Luther. Alzando sus azules ojos, el lobo beta se encontró con la severa mirada de su amigo. —¿Qué? —¿Escuchaste algo de lo que te dije? —cuestionó. —Lo suficiente —contestó, volviendo la mirada a la foto. —Solo dame una opinión respecto a las personas que debería de enviar para que los protejan considerando la situación. Tú mejor que nadie conoce a su unidad —ordenó volviendo su mirada a la pantalla de su computador. —Bien, quiero a Amanda y Loretta para proteger a la esposa e hija. Ambas son mujeres, por lo que se sentirán más cómodas con ellas. Para el juez, Robert estará bien. Es a quien están amenazando directamente, la familia solo es daño colateral, con su experiencia podrá mantenerlo a salvo. Y para el hijo menor, a Ervin. —Falta Zachariah. Luther se levantó con la carpeta. —Él es mío. Y tal declaración, colocó incluso una sonrisa en su lobo. —No puedes follar con los clientes. —Técnicamente, el juez Di Montelroso es tu cliente, no Zachariah —argumentó con una gran sonrisa—. ¿En dónde están ahora? —Considerando la situación, creí que sería mejor que la reunión se concertara en su casa. —¿Son guardaespaldas veinticuatro siete? —Los detalles serán hablados con el juez, pero yo recomendaría que fuera así considerando la gravedad del asunto. —Concuerdo totalmente —asintió. —Tú... —Solo envía a las personas que nombre a la casa del señor Di Montelroso, yo me encargaré de lo demás y te mantendré informado —interrumpió—. Tú ve a ocuparte de tu chico, es momento de que seas su héroe. —En primer lugar, está el trabajo, luego tu polla —indicó Caden duramente. Luther le sonrió y abandonó la oficina sin decir nada más. "Verlo" Exigió su lobo en su mente. "Descuida, pronto lo haremos" Aseguró sonriente.
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