Blancas paredes prístinas podían apreciarse en toda aquella imponente mansión, un vaivén de sirvientes iba y venía en su trajín diario, era lo normal, después de todo, aquello era parte de sus muchas exigencias, todo en orden, perfección y opulencia, así debía ser en la mansión Dogaru. Krónos caminaba por los extensos jardines de aquella demasiado lujosa propiedad suya, los mismos en los que una ven, corrieron sus hijos en medio de los juegos y ensoñaciones típicas de la infancia, Zeus y Hades lo habían rechazado, sabía bien lo mucho que lo odiaban...en realidad, aquello no le importaba, ambos eran hombres, no podían ser como débiles mujercitas que se quebraban con sus emociones...y aun así, exactamente eso había ocurrido...sus dos hijos eran un completo fracaso, atormentados por el recue