La cena hasta ahora, no resultó ser tan catastrófica. Ignorando la parte, donde Mike no dejaba de decir cosas que no debería, que fue la mayor parte del tiempo. Puedo decir que, creo me he salvado del discurso de mi padre. Ahora que me hemos terminado de cenar, me encuentro en la cocina, ayudando a mi madre a lavar los platos y ordenar todo. Es una costumbre que ambas tenemos, ya que mientras lo hacemos, hablamos de todo un poco. —¿Eres feliz? —la pregunta de mi madre me toma por sorpresa. —Si… claro. ¿Qué debería de decirle? Todo esto de mentirles ya es habitual. —A mí no me parece que luzcas feliz —comenta con cautela—. ¿Ese hombre te está obligando Aria? ¿Te tiene sometida? Dejo de lavar de inmediato y la veo. Luce consternada, preocupada y eso no es bueno. No quiero que considere