Carla estaba de pie, frente a un hombre con uniforme anaranjado, parecía mudo, era la última pieza en su rompecabezas, estaba tan cerca de lograr la verdad que casi podía sentir sus manos al rededor del cuello de la hermana de Danielle, Amalia. No las conocía a ninguna de las dos, pero tenía la certeza de que nadie en sus cinco sentidos, haría todo lo que hizo Amalia a su familia, al menos nadie que estuviese cuerdo y es que era consciente de que la ambición corrompía y dañaba, muchos de sus clientes había caído ante la seducción de aquello. —Me dicen que usted no habla desde que llego aquí. El hombre levanto una ceja y la miro fríamente. No se podía decir que Carla fuese una mujer que mostrara el miedo, porque la mayoría del tiempo no sabía lo que eso significaba, era fuerte, demasia