—Mi pequeña Danielle, eres tan perfecta —susurro Frederick en la cabeza de su joven esposa que reposaba desnuda sobre su regazo. La contemplaba con una devoción incalculable. —Tengo que decirte tantas cosas y solo espero el momento correcto para hacerlo, el momento justo y que entiendas tantas cosas. Danielle se removió un poco bajo los brazos cálidos de Frederick y este al fin se acomodo para quedarse profundo junto a su esposa. Frederick amaba a Danielle más que a nada en el mundo, esa chica sin saberlo le había devuelto la vida, habían cosas que el realmente no sabía como explicarle y tenía que decirlas, porque era necesario que ella supiera la verdad. Era una verdad que iba más allá de lo que cualquier se podría imaginar, la vida de Frederick no había sido fácil y Danielle apar
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