—Me voy, querido —Amalia colocaba la ropa sobre su cuerpo nuevamente. —¿A dónde crees que vas? No he terminado contigo aún. —No soy tu puta —le soltó al hombre con algo de rabia. La verdad era que Amalia, no solo sentía rabia hacía ese hombre, también le daba asco, pero soportaba todo con tal de obtener los beneficios que solo el podía proveerle. —¿Entonces quién crees que eres? —la risa burlona que ese hombre le dio, la ofendió demasiado— No eres nada más que la mujer que me cojo de manera exclusiva, no tenemos nada en común que no sea sexo. No te hagas ilusiones con algo que nunca va a ser. —No soy tonta y tampoco sería capaz de hacerme ilusiones con alguien como tu. —¿Alguien como yo? —espeto molesto y poniéndose de pie— ¿Qué significa eso? ¿Acaso no soy suficiente para la dama?