Fusionar

1224 Words
Calzarse en la familia de alguien, sentirse parte de la vida de alguien no es fácil, y es obvio que aprender es más fácil que reflexionar al respecto. Pero cuando empecé con Ramón, pensé que se le bajaría solito la calentura y que para cuando pasaran los meses él entendería que lo mejor era terminar, y entonces me ahorraría explicaciones a cosas en común, familia y la gente que no sabía de esto, pero hoy tiene en su poder acceder a este libro. Ser parte de la vida de alguien más es difícil. Es una afirmación, no es una pregunta, y no tengo dudas cuando lo digo, así que repítanse esto si están iniciando una relación con alguien. Es difícil, pero no imposible, y este libro debería estar titulado “confesiones”, pero la verdad es que su título le sigue atinando porque Consuelito, mi amiguita que nos llevó en un jet privado a casarnos en Las Vegas para terminar requiriendo de una anulación que no es lo mismo que el divorcio, y por ahí se estaba agarrando para deshacerse de su marido. Estaba furiosa al escuchar que Manuel prefería disolver su matrimonio y dejar prueba de ello en la vía legal. —¿A qué estás jugando? Somos amigos —le recuerda. —Lo somos, pero el divorcio no es mi culpa. —Manuel, si me llevas a la corte, si insistes en un divorcio, me voy con la mitad de todo y monto todo un circo, tú eliges. —Mataste de disgusto a la mamá de mi mamá, es obvio que no puedo ponértelo fácil. —A mí no me gustan las amenazas, pero la vida es para los vivos y voy a follarme a toda tu familia cuando acabe contigo, bebé. —Mientras tanto, no puedes adoptarlas —responde Manuel. La filosofía de vida de Manuel es la siguiente: si él sufre, si está mal, si su vida se siente como una mierda, pueden estar seguros de que todos a su alrededor, según su lógica, merecen sentirse igual de infelices, y es lo que cree que le está haciendo a Consuelo. Lo que entiende es que hay dos niñas esperando ir a una casa, reiniciar su vida, disfrutar de una familia, el calor del hogar. —Manuel... —Consuelo, lo siento, pero si quieres puedo firmarte el divorcio, la anulación no. Ella le mira en silencio y sabe que lo mejor no es rogar, eso lo dice mientras sale de la oficina de su esposo, se asegura de llamar a su abogado y exigirle que ponga su universo en llamas. Algo de lo que he sido consciente todos los días de mi vida es que cuando el amor se convierte en odio es mejor salir corriendo, tan rápido y tan lejos como sea posible. Simonetta estaba en su trabajo por primera vez en años, muy distraída, porque entendía que la familia de sus esposos sentía la necesidad de ponerla constantemente a prueba, desconfiar de ella y alejarla un poco de su íntimo círculo. Pero lo que la tenía inquieta era la actitud de su esposo, el cual insistía en alejarla de todo, de él, de su hijo, y eso, además de preocupación, se convertía en dolor. Su secretaria irrumpió en la oficina y ella sonrió cuando le recordó la cita con la obstetra en unos días para valorar el balance de crecimiento y salud de su bebé. —¿Quiere que me comunique con el señor Donelly y le guarde el día? —No, no, gracias. Es que ese es el mayor problema, de sonar, nunca se sabe cuánto y hasta dónde, pero a Simonetta no se le olvidaba que este era un extraño que conoció porque estaba demasiado enamorada de su mejor amiga, con el que se casó tan borracha que al mañana siguiente no recordaba haberse casado ni haberle conocido. Este es el hombre del que está enamorada como una loca, pero al que no le dice que le ama, es el mismo hombre que la tiene acostumbrada a cenas románticas en casa, palabras bonitas y coqueteo infinito. De todas formas, se envalentona y escribe un mensaje de texto en el que le pregunta a su marido: ¿Te gustaría cenar juntos? William Sí. Simonetta ¿Estamos bien? William Claro, Simonetta, ¿por qué no vamos a estarlo? Simonetta Estás raro desde que vinimos de comer con tu familia. William No me apetecía tener sexo anteayer porque Wallace no quiere ser honesto conmigo, y no quiero complicar las cosas contigo. Simonetta ¿Complicar las cosas conmigo? ¿Cómo? William No sé... solo no quiero que sea complicado, pero soy papá de alguien y aparentemente tu esposo cuando la verdad estamos ¿saliendo? y no quiero que piense que soy demasiado antes de tiempo porque me gustas. Simonetta ¿Te gusto? William Mucho, y soy consciente de que tienes esta vida súper resuelta y que no me necesitas para mucho más que unas tres cosas, pero no quiero que veas lidies con el desastre de mi vida. Simonetta Te quiero en mi vida, William, pero no a medias, no quiero ser una persona en la vida de Wallace, quiero ser su madrastra y todo lo que conlleva, te quiero en mi vida. Simonetta no escuchó nada más, no hubo respuesta por parte de su marido y ella entendió el negocio para el que estaba destinada a trabajar. El turno de Ramón llegó y este le dio un té caliente con leche a su prima, Simonetta, sonrió y una lágrima escapó de sus ojos, él la abrazó de inmediato y besó su mejilla. —Simmy, ¿qué pasa? —William... va a dejarme. —¿Por qué piensas eso, están súper bien? —pregunta su primo. —Los hombres no soportan a una mujer como yo —Ramón se aleja y ve a su prima a los ojos, le da un beso en la mejilla y le limpia el rostro con un pañuelo antes de asentir y darle la razón. —Los hombres no pueden con todo el éxito que tú, pero William no parece ser cualquier hombre, él es de los que se quedan con la mujer que aman hasta que se mueren y te quiere, solo tienes que hablarlo. —Estoy con este hombre al que quiero, cuando Consu hijo a ser una familia, mientras espero el nacimiento de mi propio bebé, y no sé qué más hacer, Ramón, estoy por criar solo a mi hijo porque encontré a alguien con quien quiero criarle. Ramón, quien ha estado presente en cada una de nuestras crisis existenciales, entendió que a veces lo que no se dice, alguien que por más que te ame y te conozca no puede escucharlo en el aire. Él tenía los mismos problemas de fusión, o peores porque William había intentado con su familia, con sus amigos, en sus negocios, con su hijo hacer a Simonetta parte de todas esas otras partes de su ser mientras él intentaba explicarse a sí mismo cómo nos habíamos perdido. Recién recibió las entradas a la gala y quería de verdad ir y disfrutarlo, pero algo le decía que para él era un castigo. —Más que a trabajar, quería tu opinión sobre Gretta. Lo siento, entiendo que estás herida y con tus cosas, pero es un poco urgente.
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