Tipos de bodas

2210 Words
El matrimonio es la mayor locura a la que nos sometemos voluntariamente los humanos. Apagamos una fiesta y después, tras años de sufrir en silencio, uno de los dos públicamente tira el tapón de forma explosiva, lo último se le conoce como divorcio. Hay humanos de todo tipo, los que llevan dos meses de conocerse y deciden casarse, 20 años de relación y se casan, y los que llevan toda la vida sin saber que van a tirarse al agua. Pero de todas formas, la gente últimamente elige esas bodas íntimas y divertidas en Las Vegas porque son más económicas, más divertidas, más íntimas y el alcohol es la parte más importante de esta celebración. No hay suegras, no hay familiares celosos, ni ex parejas coladas, la boda se trata única y exclusivamente de Elvis y los novios. Las Vegas no es categoría C de las bodas, está bien, démosles a los religiosos categoría A porque ellos tienen derecho al reino del Señor y primera fila en las iglesias para ser elegidos para casarse en ellos. Categoría B es pagar un avión, salir de tu país y pagarlo en cualquier lugar del mundo, pero cuidado con ir a Portofino, que solo las Kardashians tienen derecho de ir ahí y hacerse millonarias mientras discuten al respecto, no nos vayan a demandar please. Los mortales como nosotros, los que no estamos en un reality show, podemos venir aquí y por último, clase C los que se casan en los juzgados. Por favor, es triste y decepcionante que la reina de reinas de la televisión, Mily Caine, y el nuevo presidente, su valiente hermano, Sergio Caine, hayan elegido la última ubicación. Por lo menos, este último y su esposa se casaron en grande, que hasta de boda en un palacio se habló, y como cuatro veces. Para no ponerlas a sufrir, como es de decir, nos subimos a una limusina mágica en la que había un montón de alcohol. Me gustaría decirles que probamos, pero no... simplemente abrimos como tres botellas, celebramos por los novios, les deseamos lo mejor, mientras poco a poco nos llevaban a la capilla favorita de ellos. Ya con alcohol, eso suena más ridículo, pero así sobrio se une a que deberíamos habernos cuestionado más cosas. De entrada, nos sirvieron unos shots preciosos de colores. — Ah, como el arcoíris. — Es la bandera gay —anuncia Consuelo. — Es el arcoíris —comenta su novio. — Es las dos cosas —interviene Ramón y reparte el contenido del color sobrante para servírnoslo entre todos, él se deja el sorbo más grande y brindamos a la salud del amor. La encargada nos da otro shot de cortesía y nos indica que hay un cuarto de cambio para las novias y los novios. No tengo dudas ni tampoco pruebas de que esto tenía, además de alcohol, algo para hacernos tomar tan pobres decisiones. Nos vestimos con la ropa que nos costó carísima, todo tenía sus tules, vuelos y mierdas. Simonetta estaba obsesionada con un pelaje XL y la cola del vestido de Consuelo era demasiado. A mí me llamaron la atención unos lentes y unas tenis anaranjadas. Entiendan que no me gusta ese color hoy y no me gustará en dos meses, pero así de cruel es la vida. Cuando salimos, Ramón iba vestido de Elvis, Manuel de Adele y William de Sinatra. — ¿Por qué vas vestido de Adele? —pregunta Simonetta. — ¿Porque no hay de mi talla? — Adele es gorda, pero alta —comenta Ramón y Simonetta se ahoga con su propia saliva en un intento por no reírse. El chiste puede sonar cruel, sobre todo porque Adele es una reina y este pobre Manuel, solo consuelo se fijaría en él, es pequeño, peludo y de verdad, cero cintura par ale vestido que lleva. Espero, no se atreva a machacar una de las canciones de la reina. Yo me río y William intenta que su amigo razone y se ponga un traje con los tobillos descubiertos a casarse con un vestido pegado de mujer. — Mi amor, yo te acepto como eres —le promete Consuelo y le llena de besos. — ¿Me amas? — Te adoro, ven casémonos. — Ay, nuestra Consuelo —dice Simonetta mientras llora. — No pasa nada, Simy, no me voy del planeta, solo me caso. — Casarse es para siempre —interviene su futuro marido. — Mi amor, sí, pero no... porque la gente se divorcia todos los días. — Como yo... —dice Simonetta en medio del llanto y todos la miramos entre preocupados y divertidos, se acuesta en el piso y Ramón, que está riéndose, ahogándose en su propia risa, toma asiento a su lado. En medio de esta escena, mientras una persona ríe descontroladamente y la otra llora descorazonadamente, hay un poco de verdad. Dicen que los borrachos y los niños dicen la verdad, pero no hay nada como el llanto o la risa de una persona deprimida; ese es el momento más lúcido, más real y más vulnerable de una persona que está pasando por un dolor inimaginable. Ramón le limpia las lágrimas a Simonetta y Consuelo, pide un vaso de whisky para su prima, se lo acerca y le da una cachetada. — No puedes llorar en mi boda. — Consuelo —la llama Simonetta para que se acerque, me hace una seña y me inclino junto a ellas. —Consuelito, tu matrimonio no va a durar —susurra Simonetta. —Tu marido quiere casarse en un vestido, disfrazado de Adele —Ramón, Consuelo y yo nos reímos escandalosamente. Consuelo se cae encima de su prima y se golpea la frente, suena como si se fracturara una parte de su cráneo, pero cinco segundos después se pone en pie de un brinco y nos obliga a levantarnos. William, que ha bebido poco, examina la frente de la futura esposa de su amigo y él asegura que está lo suficientemente abierta como para ir al hospital. — De aquí no me voy si no me caso —insiste la valiente novia, y el personal de esta capilla se acerca con un kit de emergencias. Hoy, mi yo sobria quiere saber: ¿cuánta gente ha muerto aquí? Es que están impresionantemente bien preparados, hay incluso un médico de turno quien se ofrece a realizar un par de puntadas, pero es la línea de crecimiento del pelo de Consuelo y con todo lo que está sangrando mi amiga se rehúsa a ser suturada por nadie menos que un residente de cuarto grado o cirujano plástico titulado. Después de curar Consuelo, le encuentro un poco el sentido a la selección del lugar, la capilla está muy decorada, con rosas, luces especiales, aroma terapia y aire acondicionado que refresca el lugar pro completo. Como bonus, hay una pareja de cantantes y, pero ese día, aplaudí después de que le cubrieron la frente a Consuelo con una gaza, la cual estaba muy ocupada bebiendo un poco de té, y les dije lo siguiente:— Huele tanto a amor aquí, es que hasta dan ganas de casarse. Han tenido una idea de mierda, la han dicho en voz alta y después de ejecutarla siguen sin sentir que es una mierda, hasta que pasan los años y ven todo lo que les ha costado. PSI (Para su información ): Es lo que sintió el creador de la bomba atómica y yo, la que propuso la mayor estupidez de la vida para sus dos mejores amigas… solo a mí se me ocurriría decir: —¡Casémonos! — ¡Sí, vamos!—dijo Manuel y fue a pregunta si y había acabado la otro boda para poder casarse en ese mismo instante. — Ah, yo quiero casarme contigo.—dice Simonetta mientras se pone en una rodilla. — Greta, eres la única persona que siempre ha estado para mí —Ramón se pone en medio. — Soy la única persona que ha estado en su coño. Si alguien debería casarse con ella debería ser yo— dice Ramón dándose golpes en el pecho y su hermana imita a un chango, las dos reímos. — Sí, Greta, si mi hermano te desvirga, te casas con él. — ¿Tienes un anillo? De verdad es lo único que siempre he querido en la vida, casarme y ser mamá. ¿Después de aquí me haces un bebé? Me donas tu semilla —le pregunto. — Ah, seremos mamás al mismo tiempo —grita Simonetta. —Tú, tú quieres un bebé. — Yo no... gracias, pero acepto casarnos las tres juntas. — No, no, no... yo ya me divorcié, no puedo ser una polidivorciada o una... El matrimonio es sagrado, te casas y hasta que la muerte te separe, amén —dice y se persigna. — Pero tú te acabas de divorciar— le recuerda Manuel en un tono bajiito. — Yo soy abogado, nos puedo divorciar gratis, a ti y a ti. A ti no, nada de divorciarnos, nosotros somos para toda la vida. — Sí, sí, yo quiero ser divorciado— Acepta Ramón. — Es más, te regalo la mitad de mi dinero para que se sienta real. — Uhh, ya no me podrás llamar heredera aburrida, seré… esposa. ¡Exesposa! Exesposa cabrona. — Ahh, eso te pega.— comenta Ramón y me rodea con el brazo. — y después, escribe una obra de teatro. — Sí, y hazte dos veces más rica que él, pero... después de divorciada si no te lo quita. Me aconseja Simonetta y se pone en medio de los dos nos da besos y nos dice lo felices que seremos casándonos para toda la vida y teniendo bebés y una puerta en la cocina que dé directamente hacia una casa en la que ella planea vivir con su nuevo bebé y seis gatos. — Creo que sí acepto tu propuesta, pero… no yo me caso sin anillo —Ramón llama a la joven encargada. — Peanut, quiero un anillo de matrimonio caro. — Mi nombre es Priscilla. —Como la Priscilla —comenta William y se ríe. —Prinicilina, quiero uno real para mi futura esposa. — Sí, ve a un joyero. — Son las doce de la noche —comenta la joven y Manuel le da varios billetes. — Ayúdame a casarme con ellas —señala a la pared. Manuel continúa señalando a la nada y su prometida se ríe mientras se mueve juguetona de un lugar otro porque no pueda apuntarle. — ¿Qué tan borracho estás? —pregunta William. — Ve dos Consuelos pero sé que voy a casarme solo con una. — Si lastimas a Consuelo o a la otra Consuelo, te mato—amenaza su hermano y le da un par de golpes en el pecho. — Es su turno —anuncia una de las chicas. — Peanut, anda por nuestros amigos. — Anillo, Ramón, no vas a comprar una persona innecesariamente. — Sí, un matrimonio es de dos, no de tres, ni de las drogas; apuestas el alcohol. —comenta Simonetta. La joven regresa con opciones de anillos. Simonetta ve a William, el cual toma uno de confite y le pregunta si quiere ser su primera exesposa. Simonetta se ríe y le pregunta de qué sabor es el confite. El joven arrodillado frente a ella abre el envoltorio y lo coloca en su dedo. Ella le da un beso al caramelo y le promete que es la joya más dulce que jamás ha tenido. Ramón y yo nos debatimos en el corte del anillo. Yo, en lo personal, prefiero algo pequeño, fácil de reemplazar. Él parece encantado con. Él parece encantado con esos anillos que se ven desde el espacio. —Yo no necesito u hombre que me ame, porque me los puedo comprar todos, mire estos tres para mí y este par ella, es lo que a titi le gustaría —asegura Simoneta, lo coloca en mi mano y saca su chequera, la mujer, le dice que tiene que verificar los fondos y Simoneta saca más dinero de su bolsa. Todos le preguntamos por qué anda tanto dinero y Consuelo se para sobre el púlpito, toma un par de fotos con Elvis y a través del micrófono informa: —Me estoy defecando. Necesito que nos casemos. Me urge ir al baño y luego follarme a mi marido toda la noche y la mañana. Gracias, gracias, graaacias. Ustedes merecen saber la verdad... Mi amiga, en su versión de los hechos, asegura que no la obligaron a casarse con nadie, que ella estuvo tranquila y poco participativa y que no se cagó (pero sí, sí se cagó en todo y en sus calzones). Simonetta asegura que fue estafada de principio a fin porque sus anillos son preciosos, pero falsos, al igual que su nuevo marido, el cual considera que se casó con ella por descarte, era la única persona soltera en esa habitación. Manuel no recuerda cómo se quitó ese vestido, pero Consuelo dice que hubo tijeras y Ramón siente que le robé su soltería a punta de polvos.. pero él fue quien me dijo que nos casáramos, ¿o fui yo...? En fin, que él dijo que sí, fue consensuado, se los prometo.
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