De príncipe a sapo

1572 Words
Para entender por qué Camila Holmes está molesta con su expareja, hay que comprender cuánto ha amado a William a lo largo de su vida. Lo conocía desde pequeños porque ella era compañera de su hermana. Sabía lo divertido, inteligente y atlético que era. Desde muy temprano en la vida, podía recordar estar enamorada de ese hombre de piel oscura, cabello rizado, unos hoyuelos super dulces y una sonrisa encantadora. Lo que más le encantaba era que, a pesar de todas las cualidades positivas que componían al hombre, era sencillo y muy humilde. William era fabuloso y un novio encantador. Vivir con dos hermanas le había preparado para entender que la menstruación no era brujería ni sinónimo de un estado psicológico particular (en especial, creía que sus hermanas estaban locas todo el tiempo). Había aprendido a escuchar más allá de las palabras y a anticiparse a las necesidades de los demás. Su papá casi nunca estaba en casa, así que a él le tocaba ser amigo, compañero, hermano y confidente. William era el enamorado perfecto y para ella fue simple, muy fácil enamorarse de él. Empezaron a salir y todo era mágico. Al año siguiente, ella estaba embarazada de su novio, viviendo en casa de su suegra. William iba al colegio durante el día y trabajaba en la noche cargando los camiones de carne de su padre. Ella atendía la casa, limpiaba y recogía en gratitud. Su suegra no le dejaba hacer mucho, pero la alimentaba como nunca en su vida y la cuidaba como si ella también fuera de su sangre. Camila no tenía nada negativo que decir de William, más que era terco y orgulloso. A pesar de lo mucho que sus padres insistían en ayudar, él tenía claro que la responsabilidad de un hijo era de sus padres. Intentó cambiar de colegio, pero sus padres no lo permitieron. Entrenó duro, trabajó aún más duro, sacó adelante a su mujer y a su hijo de casa y los llevó a una propia tan pronto como cumplió dieciocho años. Era el auge de su carrera, y Camila... bueno... ¿Qué creen que le pasa a una mujer a la que dejan en casa, sola, con un bebé y un cóctel de hormonas? Y repito... sola. Correcto: tiene tiempo para imaginarse miles de cosas. Como que su esposo tiene múltiples amantes, que no la desea, que quiere dejarlos y el miedo de perderlo todo: otra familia, a William y, sobre todo, a su hijo. Le mortificaban. La guapísima Camila perdió mucho peso, su cabello y su paz, pero insistió en terminar el colegio que había dejado para enfrentar la maternidad. Cuando logró recuperarse emocionalmente, comenzó a modelar y con eso a pagarse los estudios como asistente de pacientes, a colaborar con los gastos de su hijo y de verdad que intentó recuperar a su pareja, fortalecer su amor. Camila y William intentaron encender la llama, prolongar el matrimonio, criar a sus hijos sanos y felices, pero no se les dio. No era suficiente el amor, las ganas, el hijo, el ideal de estar juntos de por vida o tener dos hijos más. Solo... por más que intentaban, por más que querían, no les salía. Rompieron y volvieron, y ella se hizo tantas ilusiones cuando a sus veinticinco años intentaron arreglar las cosas, después a sus veintiocho, pero... la verdad era que solo se hacían daño y no hubo tercera oportunidad, porque ella conoció al "doctor lo sabe todo y más". Tengo que encontrar un mejor apodo para este guapo soltero extraordinario, pero... bueno... La cosa es que ella está otra vez enamorada, ya no de William, y todo lo que cree que él le hizo siempre le molesta. —Mi amor —llama Sue Donnelly a su exnuera, se acerca corriendo y la abraza, y esta devuelve con fuerza. Hana busca con la mirada a su hermano y se va hacia él, lo abraza y le acaricia el pelo. William intenta reconfortarse entre los brazos de su hermana. —William, dame la mano, vamos a orar. Él aprieta la mano y su hermana se une a ellos. No es que no crea en Dios, pero no cree en pecar y empatar, ya saben, como cuando un testigo de Jehová ve un pedazo de cerdo frito (chicharrón, sí, con su costra, la grasita y la carne) y lo bendice para que no sea pecado, para efectos de su religión, los sigue siendo. Por eso, y más, el joven sentía que su mamá era una falsa cristiana (FUERTES ACUSACIONES), las cuales desarrollaré más tarde, pero, de una forma u otra, se unió, porque su hijo necesitaba toda la ayuda celestial y terrenal para salir del problema en el que estaba. Consuelo, Ramón y yo llegamos justo en ese momento y no podíamos creer que una mujer que solo había ido a unas 18 misas en toda su vida estuviera allí, mirando hacia los manos que se juntaban para orar por el cumpleaños, mientras la señora rezaba con fuerza, convicción y amor una oración que tenía como propósito solicitar la intervención divina por la salud de su nieto. El grupo se soltó las manos y Sue le dio un beso y un abrazo a su hijo. —Mi amor, al mal tiempo, buena cara —pide hoy le acaricia el brazo. —¿Ya comiste, Cami? ¿Quieres algo de beber, princesa? —No, gracias, estoy bien. —¿Dónde está... el doctor? —pregunta Hana por el esposo de su amiga antes de reírse. —Perdón, estoy nerviosa. —William, ¿quién es tu nueva amiga? —Su nueva esposa, para siempre, la mujer que va a cuestionar la custodia del hijo que yo engendré. —¿Cuándo tuvimos esta conversación? —pregunta Simonetta a la defensiva y William se pone en medio. —Ya, las dos. Simonetta, gracias por tu ayuda. Camila, a todos nos ha quedado claro quién parió al niño y que eres una mamá comprometida. Fantástica y lamento de verdad que te enredaras conmigo, pero lo único que he pedido hoy y en los últimos seis años es que me dejes disfrutar de mi hijo, criarle y ser parte de su vida. —Eres un cabrón irresponsable. —Camila... —William y Camila están tensos, ¿por qué no pensamos luego de que el niño se recupere? —Mamá, tienes que elegir un lado. —Camila es de la familia. —Camila te desinvitó al día de las familias, el día de las madres y nos robó Navidad —grita William furioso. —Y la perdono —responde su madre. —La niña está intentando generar un vínculo familiar. —Mamá me está robando a mi hijo. —Es el hijo de los dos —les dice la mujer desesperada. —Es un niño que les pertenece a los dos y ya cayó en el alcohol, lo próximo serán drogas o un funeral. Así que r e s u é l v a n l o. William, le hiciese daño discúlpate y Camilla te guste o no malinterpretaste a señales, discúlpate, perdonase y disfruten de los dos próximos años, en un momento todo el mundo se va de la casa y se quedan... en un edificio vacío que nadie quiere visitar. —William —le llama Camila. —Y no debías alejarte... tú trabajas demasiado, nunca tienes tiempo y luego empezaste a llevar al niño al trabajo. —Camila, ¿cómo mantengo al niño? —Wallace solo quiere tiempo y atención, y nunca se la das y nunca llegas, entonces dejé de ilusionarle con la fantasía de que volverías o que llegarías. Siento haberte apartado, pero en mi opinión es lo mejor para nuestro hijo. —Sue, mira a su hijo y cruza los brazos. —Gracias por reconocer que tengo razón. —¡¡William!! —Mamá. —William, esta es la mamá de tu hijo —le recuerda. —Camila, me disculpo por trabajar para mantenerte a ti, a mi hijo, a mí mismo, a la casa, el carro, el perro del vecino al que le dabas de comer, por toda la infelicidad que te causé y todo lo malo que hago con mi presencia. —Hijo, ve por allá a sentarte y deja a Camilita. Camila se acerca a Simonetta y pregunta: —¿Cuánto llevan juntos? —Unas semanas. —William, la próxima vez que te disculpes con sarcasmo. Recuerda que me embarazaste, que viví arrimada en tu cuarto por ti, que viví en una casa de huéspedes fría y a mi hijo le dio neumonía por la humedad por ti, que te cociné todas las comidas para la dieta de boxeo, que me perdí el colegio mientras tú ibas todos los días. Que perdí diez años de mi vida girando alrededor de ti, como si fueras el sol, cuando eres un volcán en constante autodestrucción, y pasaste cinco minutos con esta zorra y le pusiste un anillo en el dedo. Te casaste con ella. Te casaste después de que por años te rogué, te pedí y supliqué que nos casáramos y tuviéramos otro hijo. Yo tengo una opinión de los príncipes azules, los que nos encontramos en la pareja nueva, el mejor amigo, el ex de la amiga o el primo sexy de alguien... todos ellos, por muy príncipes, buenos y muy guapos y caballerescos que sean, esos son los que pueden destruirte por completo.
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