Con las cabeza fría

1430 Words
Yo siempre me he preguntado, ¿qué impulsa a una persona a salir de su cama una mañana, darle un beso a su esposo, desayunar juntos, reír de las mismas bromas de siempre y tomarse de la mano antes de salir, buscar su medio de transporte, ir a trabajar, volver y beber una copa de vino mientras toman la cena? No me queda claro cómo hacen esto durante tanto tiempo. Quince días de esto, suena supergenial y fácil, pero treinta y dos años... y la versión romántica en la que ambos han encontrado al amor de sus vidas es fenomenal, pero... La realidad, en la que hay una hipoteca, hijos, un perro y un montón de lealtades y secretos que no se pueden borrar. Un matrimonio debería ser una alianza de por vida, de verdad. No es eso que tenemos ahora, los jóvenes, una fiesta enorme y un divorcio mucho más escandaloso. El matrimonio es una sociedad laboral que debe perdurar en el tiempo, producir activos de manera anual, y su único propósito debería ser el crecimiento. Abrí los ojos y me encontré con mi marido, el cual estaba rodeado mis pechos con sus manos, las miro, le miro y trato de apartarme y cubrirme. Ramón me da un pellizco en la nalga antes de ponerse en pie, llama la servicio de habitaciones, pregunta la hora y se ríe, luego solicita un brunch con todas las de ley, ordena que nos suban unas pijamas, ropa de cama limpia y alguien que asee rápidamente nuestra habitación mientras tomamos una ducha. Le miro impresionada y él se ríe antes de extender su mano hacia mí. —Estoy bien aquí si quieres bañarte. —Vendrán a limpiar la habitación en cinco minutos. —Yo puedo ir a mi habitación. —Estamos pasándola bien, Gretta. —¿Por cuánto tiempo? —Por el fin de semana, por el próximo mes, en 72 años —se encoge de hombros. —Somos impresionantemente compatibles, Greta, ¿por qué privarnos de ello? —Me duele muchísimo la cabeza y me gustaría bañarme, y tener tiempo para pensar en si estás loco o drogado. —Honestamente, creo que estoy drogado. —¿Tú te sientes raro también? —le pregunto ligeramente emocionada y mi marido se ríe. Ramón ríe y me explica cómo siente sus extremidades elásticas, cómo siente la pesadez en todo su cuerpo, al mismo tiempo se siente tan energético que podría ir a correr un maratón. En su lugar, planea darse una ducha conmigo, besarnos, echar un poco de arrumaco en el jacuzzi y no hablar de nada, porque cuando hablamos ninguno de los dos encuentra la manera de estar de acuerdo. Yo... de amor, sé poco, ¡mujeres! Es que cuando encuentre un hombre perfecto (según mi lista de manifestaciones, mi imaginación y mi timidez s****l). Bueno, en un millón de años cuando vuelva a caer otro meteorito sobre la tierra y se genere una r**a totalmente nueva, puede que reencarne en una especie evolucionada que sepa bien sobre amar, pero Ramón estaba haciendo sentido, en ese momento solo recordábamos todo el sexo que habíamos compartido, todos los besos, las risas y caricias. Nosotros no recodábamos todo, pero sí lo importante, habíamos ido a la capilla con Consuelo, que mi amiga se estaba haciendo popó y que apresuró a Elvis para que llegar a la parte importante: Los declaro, marido y mujer y todos nos besamos. William se sintió impulsado en llenar a nuestras amigos de champán, repartirán las botellas y todos aplaudimos y gritamos para celebrar a los nuevos esposos (probablemente para celebrar que el lunes nos divorciaríamos). Ramón estrujó mi nalga con fuerza, se rozó contra mí y me prometió que mientras su hermana se bañaba en caca por el inodoro, él y yo nos iríamos a orgasmo toda la noche, y sí, fue espectacular, le acaricié, le besé, y él a mí. Murmuró contra mi piel cuanto me deseaba, y contra mi boca lo mucho que quería disfrutar cada segundo de esta experiencia. Le amé y fui amada, así que echar uno o cinco polvos más con ese hombre, besarnos ya sí que echar uno o cinco polvos más con ese hombre, besarnos es y acariciarnos mientras nos miramos a los ojos, estar un rato bajo la ducha sonaba como una buena idea. Solo por el hecho… —Sí, me gusta que nunca sea fácil, que siempre tengas algo divertido que decir. Me gustan las combinaciones de ropa, nada muy indiscreto, pero no pasas desapercibida. Me gusta tu pelo, me gusta tu olor y definitivamente me gusta el sexo contigo. He acariciado todo tu cuerpo, Gretta, y no me importa si tienes celulitis o si no tienes medidas de modelo, así que ven al baño, duchémonos y pongámonos cómodos. Le tomé la mano y le seguí al baño, le pedí espacio a Ramón para orinar y me hizo prometer que no me ducharía con él. Abrí la ducha antes de abrir la puerta y él vio el agua correr. —Dime... dime por favor, que no te bañas con agua fría. —Honestamente, no soy de duchas largas, pero siempre agua a temperatura ambiente. —No te bañas. —Sí, solo rápido, que no soy pez. —Qué asco, de verdad. ¡Gretta, te pasas!—Dice divertido mientras busca una temperatura razonable —Qué mal me caes. Mi primer día de casada fue espectacular pero, si tienen dudas de lo que estaba pasando a mi alrededor, también les tengo el dato. William, estaba profundamente dormida cuando escuchó gritos, los gritos femeninos llenos de horror. Simonetta no recordaba donde estaba, con quién estaba ni por qué estaba ahí. Ella a diferencia de su prima no era una mujer de sexo casual con diez hombres diferentes en una semana. Simonetta es de sexo con hombres que conoce hace más de diez meses y con quienes siempre ha mantenido una relación larga y ahí estaba recién despertada en la cama con un hombre cuyo nombre no recordaba. Un hombre muy alto y n***o, musculoso, y voy a hacer énfasis en que ella le encontró demasiado guapo; entendía cómo se habían enredado en la cama con él, pero, es que hoy, ya con la mezcla de alcohol y arrepentimientos, veía a este joven un poco peligroso, tatuado, grande, imponente, con pelo afro loco y mañanero... ¡No! Se le veía el lado oscuro. Lo que no le quedaba clara era porque estaba sonriéndole, y viéndole embobado, él necesita irse. Tranquilizarla y ella buscó solo el primer objeto que pareciera lo suficientemente sólido como para poder defenderse. Le tiró la lámpara y ella gritó asustada cuando vio al hombre que le parecía ahora incluso gigante caer contra el borde de la cama y después rebotar en la cabeza. ¿Desde cuándo tiene puntería Simonetta? Sí, sí, respuesta correcta: ¡a partir de este momento! Porque esta es la misma niña a la que nadie nunca quería elegir para su equipo porque es terrible en los deportes, impresionante la fuerza de los locos, y aún más; la claridad de los drogados. ¡Sí! Mi amiga intentó matar a su propio marido. Su segundo esposo estaba en el sello inconsciente. Desnudo, apenas cubierto por la sábana en la que hicieron el amor unas diez veces la noche y la tarde anterior, cuando divertirse, vivir un poco, follar más que Ramón le parecía su destino y aquí está corriendo por la habitación, llamándome (no es que le pueda contestar porque ni estoy ahí). Como segunda opción: llama a Ramón, tampoco tiene respuesta porque el jacuzzi tiene una opción deliciosa de hidromasaje. Gracias a Dios no llama a Consuelo porque piensa que está pasando el mejor momento de su vida, está enamorada y feliz en su cama con su primer marido, el único y más impresionante Manuel de Bravo, un marido que alguien quiere estrenar y en su lugar… Bueno a su esposa le está mirando con pánico y erro, preguntándose donde está la pasión y ¿con quién rayos se casó? ¡Ay Consuelo! Creo que su primer día de casada… casi que le gana a la asesina de maridos y sentimientos, Simonetta, bueno… al menos mi amiguita está intentando todo por salvar a su marido, con toda la angustia y el horror, Consuelo, está intentando darle RCP a la erección de su marido… y no logra que resucite. Yo se los dije, tuve el mejor primer día de casada, sexo, jacuzzi, comida y dormir. Estas dos… van a terminar en emergencias. ¿Quién les llamará la ambulancia?
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