Un momento

1802 Words
La gente siempre quiere saber por qué uno hace las cosas, y yo tengo la teoría de que si todos hiciéramos lo lógico, como escaparse de la fiesta y tener relaciones en el auto o en un hotel lejos de ese lugar. Lejos de la familia de Manuel, de las curiosidades de la abuela que no quiere a Martín, pero tiene un nieto favorito y no es él. La abuela les pidió a sus nietas que guardaran el secreto y se fueran lejos de ahí. Las tres se fueron entre risas y dolor porque conocían la historia de su primo y sabían que recuperarse de ser el patito feo del colegio había sido difícil, y más de una de ellas. Larissa esperó a su nieto, específicamente. Martín le dio un breve beso a Consuelo mientras se ponía la ropa de nuevo. Salió después de unos minutos. — Martín, me urge hablar contigo —le apuró su abuela y le dio un par de golpes. Martín salió del armario y vio a su abuelo. — Arréglate el pelo y el traje, haz el favor de pedirle a Consuelo que se vaya y que ni se le ocurra decirle nada a Manuel. — ¿Por qué no se le puede decir nada a Manuel? — ¿Necesitas que te lo explique? Acabas de acostarte con su mujer, Martín, no debería explicarte lo odioso que es que te sean infiel, pero lo horrible es que hayas elegido hacerle esto a tu hermano. Los dos se quedaron en silencio ante los pasos de Manuel y sus padres. El joven se acercó a su abuela y le dio un beso en la mejilla, abrazándola. — ¿Cómo estás? — Bien. — Me alegra. ¿Por qué no empezamos? Han pasado unos canapés, pero haremos una cena temprano. — ¿Dónde está Consuelo? —pregunta Manuel. — Se ha ido —responde Larissa. — ¿Podemos tomar una foto los cuatro para actualizar la pared? —pregunta emocionada Lucrecia. — Mamá... — Manuel, yo perdí una hija. Yo estoy cumpliendo treinta y seis años de matrimonio. Esos son los años que tendría mi hija. Prometo no celebramos, pero nos dimos el lujo de celebrar que tienes tu que eres feliz, que estás tan, que seguimos juntos, que tenemos a Martín en nuestras vidas. No me gusta tu mujer porque no es alguien que se quede. Consuelo es superficial y muy egoísta, pero si es lo que quiere, entonces sé feliz. — ¿No vas a defenderla? —pregunta Martín a su hermano. — No quiero pelear. Tomaremos la foto, aplaudiré y me iré. — ¿Manuel, cuál es tu plan de vida? — Martín... — No. — Yo siempre he querido una fiesta de aniversario. Tomemos la foto, luego llamo a Consuelo para saber qué le pasó. Venía muy guapa y de buen humor —comenta el señor Bravo y saca un confite de bolsillo. — Yo siempre soy la villana porque tú te quedas callado. — Adoro a Consuelo, ¿qué quieres que aporte? — Todos son tema con Consuelo. — A mí no me afecta, la verdad. — ¿Abuela? —dicen sus nietos. — Ven, es el corazón de madre lo que estoy sintiendo. — Mamá, el problema en mi relación no es Consuelo, soy yo —confiesa Manuel cansado. — Hijo, no trates de protegerla — ruega su abuela. — ¿Mamá, qué sabes? —pregunta Lucrecia. — ¿La foto para cuándo? Yo creo que tengo hambre, y hay invitados. — Mamá. — No voy a dividir así a mi familia. — Mamá, Consuelo y yo hemos dejado, Martín y Consuelo están juntos y yo estoy con alguien más. — ¿Cómo? —pregunta la abuela. — No estoy con nadie, soy gay y he desperdiciado el tiempo de una persona que se ha tomado el momento para venir aquí y poner su mejor cara mientras se guarda lo que siente y piensa. El problema no es con su elon ni con Martín, el problema soy yo. — No estoy entendiendo, Manuel —dice su madre. —Estás casado con Consuelo. — Estoy casado con ella. Me casé con ella en un vestido de Adele mientras pensaba en follarme a Chayanne, porque soy gay y pensé que además de gordo, lo que me faltaba era que me mandaran a Alemania a un internado frío y cruel del que nunca podría escapar porque no tengo los huevos para eso. Lo siento, mamá, creo que vas a celebrar un aniversario sin hijos, no voy a dejar que me mate, pero creo que eso significa que estoy muerto para ti. Consuelo sale de su escondite porque podía escuchar totalmente lo que decían y lo que no. Vio a Manuel, este le dio un beso y le preguntó si quería ir a tomar shots de algo con él. — Siempre sí —respondió la joven y salió corriendo con su esposo hacia el auto. — Acabo de tirarme a tu hermano. — Yo sé, tú y yo de amigos excelente, pero de esposos... no la estamos dando —comenta y sube al auto, deja que Consuelo conduzca como la persona loca que es y esta le toma la mano en el primer alto que hace, le felicita y Manuel le mira lleno de miedo antes de comenzar a reír como un loco. Consuelo se contagia y le promete que va a estar bien, llena de vida y felicidad. — ¿Te he contado que fui modelo? — No, pero tienes pinta —comenta su esposo y los dos ríen. — Conozco un montón de hombres que estarían encantados solo de conocerte. Ya sabes cuáles son tu tipo, diva, gay a notan gay, gay silent, gay party. — ¿Cuántos tipos hay y qué significa? — Bueno, dime cuál es tu estilo —pregunta Consuelo. —Tipo Chayanne o Ricky Martin. — Chayanne no es gay. — ¿Es una pregunta? — No, es una afirmación. Chayanne es un hombre conocido heterosexual, considerado fiel a su esposa desde hace mil años. — Chayanne tiene esposa. — Él tiene esposa e hijos. — No te creo. — Es real, solo baila gay. — Eres un gay homofóbico —le acusa Consuelo y los dos ríen. Una media hora después, la mujer heterosexual con el esposo gay homofóbico bajan del auto y se quedan viendo un local, llamado: La Pajarita, que se compara, como usted y yo podemos imaginar, Consuelo se ha dado la tarea de conseguirle un amiguito adecuado a su marido antes de tener que firmar los engorrosos papeles del divorcio. Y si quieren aumentar el volumen de la risa, imagínense esto, hay una mujer cuya mamá ha decidido visitar el país, su hijastro ha decidido organizar una cena familiar y su marido se ha ofrecido a preparar la cena. La casa está llena de un aroma espectacular, hay luces que no recuerda haber puesto, su mamá, que nunca se viste demasiado extravagante lleva un vestido y parece que se ha arreglado el pelo y su papá y su hijastra se están riendo. — ¿Qué te pasa, parece que te vas a morir? — Esto no está bien, William. — Simonetta, tus papás están enamorados de mí. — Creo que sí, mis papás están enamorados de ti, tu hijo cree que soy su mamá favorita, esto es horrible, porque tú y yo lo vamos a dejar en unos meses y ellos van a llevarse el corazón roto. — Simonetta, yo no planeo divorciarme —responde William y se encoge de hombros. Su esposa se ríe. — Voy a invitarte a cenar la próxima semana y voy a cortejarte hasta que quieras tener sexo conmigo y hacer un tercer bebé. Me gustas y en mi cabeza vamos a estar juntos hasta los ochenta y seis. — ¿Qué pasa a los ochenta y siete? — A esa edad quiero morirme —Simonetta ríe los ojos y él ríe. — Nos puedes dar una oportunidad, nos llevamos bien, es rico, coincidimos y sabes que soy buenísimo en la cama. — Qué asco, por Dios —se queja Wallace. —Mis abuelos desean una bebida. — No son tus abuelos —dice William. — No seas gruñón con el niño. —Se queja Simonetta y Wallace sonríe.—Voy a preparar las bebidas y tú puedes dárselas a mis papás. — Simonetta, mi amor, por qué nos estás evitando —pregunta su madre. — No... jamás mamá, yo... William ha sido muy ambicioso con el menú y estoy ayudando. — Somos una familia, nos da igual el menú —responde su padre y se acercan a la cocina. —¿Quieres algo de beber? Voy a preparar unos negronis. — Yo de verdad que he querido probar eso toda la vida. — Sí, y seguirás queriendo. —Wallace mía a su padre divertido.—Wallace, sino vas a tu habitación —Le insiste su padre. — Era una broma. — No estoy listo para bromear al respecto, estoy preocupado. No me gustan los chistes cuando son una enfermedad. — Lo siento, papá. — Ya... — Wallace, cuando lleves limpio. — Ocho meses, tres semanas y cinco días —Responde y su padre le ve serio. Ves una excelente señal. — Sabes... nosotros los Murdock creemos en una técnica paternal que funciona para todo. — ¿Cuál es? —pregunta William interesado. — Wallace, como tu abuelo, voy a darte un cheque —responde el señor Murdock y saca el cheque, firma el cheque y se lo entrega a su hijo. —Cien mil dólares. — ¿Cuánto? —preguntan Wallace y William al unísono. — Cuando hayas pasado cinco años sobrio, vienes, te lo firmo y puedes utilizar el dinero en lo que quieras. — No, no, no... —interviene William. — Sí, esto no funciona así —interviene Arauna—Esto es sobre la sobriedad de Wallace y si él no quiere hacer eso por él mismo no vale la pena nada más. Ahora, si quieres dárselo por no fornicar con Simonetta, es una genial idea, pero pongo de cláusula esta vez que cuando se case, es para siempre. — ¿Y cuál es el plan? ¿Quedarme para siempre con un ludópata, mentiroso, enfermizo y sexómano? ¿Eso te hubiese gustado? — Todos los matrimonios requieren esfuerzo —le recuerda su madre. — Sí, como poner un continente de distancia con papá... —¿Por qué dejó de ser chistoso esto? —interviene Wallace.—Tomemos un respiro—sugiere Wallace. —No voy a usar dogas y tú no opines sobre las decisiones de Simonetta. Tomemos un gran respiro. Papá, apurémonos con la entrada y abuelo porque no van al minibar mientras nosotros aseguramos el postre.
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